Bilbao
eL próximo martes, Veolia experimentará la presión de la huelga. Otra vez. Y es que desde que asumiera la gestión de Bilbobus en agosto de 2008, la empresa francesa ha vivido tres temporadas de reivindicaciones laborales -añadiendo la que comienza el martes- con paros en el servicio. Una estadística nada desdeñable a la que la propia empresa resta importancia -"Hemos vivido muy poquitas huelgas", cuentan- . Sin embargo, la historia se repite. Las reivindicaciones que la plantilla subraya en esta ocasión son idénticas a las que pidieron en 2009, cuando habiendo anunciado paros para cinco jornadas de julio, consiguieron alcanzar sus objetivos bloqueando el servicio sólo durante tres días. Incumplimientos en el calendario laboral, irregularidades en la bolsa de trabajo, falta de vestuarios y taquillas y el descuido del mantenimiento de la flota de Bilbobus son reivindicaciones. La negociación entre comité y empresa ya ha comenzado.
Veolia ya ha movido ficha: "Les hemos ofrecido mantener el convenio que tienen por un año, que ya disponen de unas condiciones privilegiadas para los tiempos que corren, y negociar uno nuevo el año que viene, que el panorama económico será diferente", adelanta Manel Vide, director general. Pero aún no han recibido respuesta del comité, que sigue enfrascado en llevar a cabo un paro los próximos dos martes -26 de octubre y 2 de noviembre-. "Están inclumpliendo los acuerdos a los que llegamos hace un año. Pero eso, por lo que nos ha llegado, debe pasarles en todas las ciudades donde trabajan, como en Iruñea", destaca el portavoz de los trabajadores, Pedro Angulo. "No queremos perder los derechos que hemos conseguido con nuestra lucha años atrás", destaca.
Enfrentamientos Estas disputas no son nuevas. Las discrepancias entre trabajadores y empresa han sido latentes desde que el Ayuntamiento adjudicara a Veolia la gestión del transporte público. La convocatoria de huelgas comienza a no ser algo excepcional entre los trabajadores de Veolia. En 2008 llevaron a cabo un paro el 20 de diciembre, el multitudinario día de Santo Tomás. El motivo, según argumentó en su día Angulo, no era otro que el calendario laboral. Un fleco del convenio colectivo que aún hoy en día, trae de cabeza a los trabajadores y que aparece en la lista de las 16 reivindicaciones que motivan la actual huelga. Los primeros meses de enero tampoco resultaron muy prometedores para la plantilla. Las negociaciones para intentar acordar un buen calendario no tuvieron los resultados que esperaban. Convocaron, entonces, los trabajadores nuevas huelgas a mediados de enero que finalmente terminaron desconvocando a última hora por alcanzar un acuerdo el 23 de enero de 2008.
Esta sólo fue la punta del iceberg. La sombra de la huelga volvería a vaciar los autobuses municipales. Los meses transcurrieron con tranquilidad hasta que en junio el comité de empresa volvió a la carga. "La empresa ha cometido graves incumplimientos de los acuerdos alcanzados", resaltaba por entonces Angulo en un discurso que recuerda al actual. La subrogación de personal, de nuevo el calendario laboral y las condiciones de trabajo salían de nuevo a la palestra bajo unas acusaciones contra Veolia idénticas a las que se han escuchado durante estos últimos días. Como un deja vu.
Más paros Así las cosas, el comité de empresa decretó nuevos paros para los días 19,,23, 26 y 30 de junio. Aunque sólo llegaron a llevar a cabo los tres primeros paros. "Los cinco días de huelga convocados por el comité son injustificables e injustos", resaltaban desde Veolia. El 26 de junio de 2009, empresa y comité firman la paz. Un documento recogía los cambios en el sistema de funcionamiento de la empresa que afectan al traslado de personal, al uniforme de trabajo -Veolia cambió la camisa azul de los conductores por una camiseta blanca-, al redondeo en las nóminas...
"En concreto, se subió el sueldo de los trabajadores en un 5%, que sumado al aumento que experimentó su salario en 2008, con la negociación del nuevo convenio, han subido su retribución en un 13,5 %", explica el director general de Veolia en Bilbao. Después de alterar la vida diaria de 75.000 bilbainos, que "perdieron la confianza en el servicio y los estamos recuperando ahora", según Vide, la tensión desapareció. Pero sólo por unos meses. Ahora, la presión de la huelga vuelve a poner sobre las cuerdas a la empresa francesa.