Bilbao. No va más. La torre Iberdrola ha alcanzado su cénit y se ha convertido en el edificio más alto de Euskadi con sus 165 metros de altura y 41 plantas desde la base ubicada en la plaza Euskadi. Los bilbainos ya pueden tomar sus referencias sobre cómo les afectará visualmente el rascacielos porque el edificio no crecerá más.
El perímetro de paneles verdes que ha servido durante los últimos meses como plataforma publicitaria a Iberdrola y BBK, marcan el final de la estructura del obelisco diseñado por César Pelli. El núcleo en torno al cual han ido creciendo los diferentes pisos ya se ha levantado en su totalidad. Tan sólo resta por colocar la tapa del edificio, la gran solana que albergará el helipuerto, el primero privado del País Vasco. La instalación de esta corona se va a demorar hasta la primera semana de marzo. El esqueleto de hormigón y acero ha alcanzado la planta 41, la última que estará cubierta y la más alta del paquete de tres alturas que conforma el conocido como casetón de instalaciones. Precisamente, la colocación de todos los elementos técnicos necesarios para el funcionamiento del edificio es lo que ha retrasado la construcción de la azotea especial.
Instalaciones en las alturas Este proceso ya se inició el pasado fin de semana con el izamiento de la maquinaria necesaria para el funcionamiento de los elevadores que darán servicio por el interior del gran núcleo de la torre. Estas comunicaciones verticales serán posibles gracias a 22 ascensores que transportarán a los ocupantes a una velocidad de seis metros por segundo. Es decir, en medio minuto se cubrirán los 165 metros de altura del monolito de cristal.
Para los tres próximos fines de semana está previsto que se vayan colocando el resto de las maquinarias de los sistemas de climatización de los 50.000 metros cuadrados de oficinas, los centros de transformación eléctrica que surtirán de energía al edificio, los dispositivos de telecomunicaciones, las instalaciones de seguridad y otros elementos de peso comunes del edificio. La colocación de todos estos dispositivos en las tres plantas técnicas es compleja debido a la altura a la que tienen que elevarse con las dos grúas que han acompañado el crecimiento de la estructura.
A pesar de la lluvia, la experiencia de la primera maniobra el pasado fin de semana, con la elevación de los motores de los ascensores de la casa Schindler, fue un éxito. Lo que más temen los responsables es el viento. Si las ráfagas son fuertes no se pueden manejar las grúas con el tino necesario para subir y depositar la maquinaria, alguna de tamaño y peso considerable.
Finalizado todo este operativo se colocarán los últimos pilares, los aguantarán la plataforma de la azotea y que con un espesor de 20 centímetros podrá aguantar hasta un peso máximo de 4,5 toneladas.
A partir de marzo se espera que la instalación de los paneles de vidrio, que ayer alcanzaba con la planta 20 la mitad del edificio, coja mayor velocidad una vez concluida la estructura. Se espera que las tres fachadas de la torre queden cubiertas en su totalidad en mayo.