Es el nuevo punto neurálgico de la capital. Un elemento urbanístico de referencia que conecta el Bilbao de siempre con la villa del siglo XXI. La plaza Euskadi es la puerta a Abandoibarra y ya está casi formada en sus espacios y dimensiones visuales. Excepto uno, todos los edificios, que con sus fachadas conforman el espacio abierto oval, ya han alcanzado en estructura la altura que lucirán una vez concluyan sus proyectos. Ello supone que para el peatón que circula por las aceras las perspectivas han cambiado de manera radical.
Acceder andando desde el Ensanche en dirección a Deusto permitía perder la vista en el horizonte hasta contemplar toda la orilla derecha de la ría. Ahora, la Universidad de los jesuitas, las tres torres de pisos que se levantan en la plaza Pío X y el propio puente de Deusto se ocultan tras los nuevos edificios de viviendas y la Torre Iberdrola.
El hito de la eléctrica culmina su altura de 165 metros en la primera semana de febrero. Por debajo, a su izquierda, según se contempla desde la calle Elcano, el primer edificio de pisos ha completado su forma con dos fachadas, una curva que mira a la plaza, y otra recta que sirve de límite al inicio del puente de Deusto. El bloque del arquitecto catalán Carlos Ferrater aportará un toque vanguardista al horizonte de la plaza, muy diferente al estilo del inmueble que tendrá enfrente, al otro lado de la calle Lehendakari Leizaola. Es otro edificio para hogares diseñado por el prestigioso arquitecto Robert Krier, el cual recupera el estilo tradicional de las casas del Ensanche bilbaino. La promotora ha finalizado ya el esqueleto y tiene cubierta algo menos de la mitad de sus fachadas.
La línea del cielo de la plaza Euskadi la completan piezas arquitectónicas ya finalizadas. La más reciente, el edificio de viviendas de frente curvado y blanco de Vallehermoso ubicado entre la alameda Mazarredo y la calle Ramón Rubial. Las más clásicas, junto con el Museo de Bellas Artes, los dos bloques de viviendas de principios de siglo que desembocan en el bisoño espacio urbano con sus afilados mascarones de proa.
El puzzle de la plaza Euskadi quedará completo cuando se levante el segundo edificio de viviendas de Ferrater que flanquea la torre Iberdrola. Tendrá las mismas alturas, siete más ático, que su hermano gemelo aunque la planta del edificio será más reducida, al no crecer tanto su fachada de la calle Ramón Rubial.
La nueva generación de edificios constriñe la mirada del horizonte pero delimita un gran espacio abierto con forma ovoide de casi 14.500 metros cuadrados, una superficie similar al que ocupan dos campos de fútbol de San Mamés. Su perímetro exterior, además de las aceras para los peatones, lo conforman una calzada con tres carriles de anchura que ya hoy aguanta de media un tráfico de 34.000 vehículos diarios. La circulación entre el Ensanche y Deusto asimila la mayoría de los tránsitos, aunque en un futuro, y con la alameda de Mazarredo abierta a los coches, el tráfico crecerá de forma importante.
¿Y qué acogerá el centro de la plaza? Un pequeño parque de diseño obra de la paisajista Diana Balmori. Un solar recogido que desea ser una isla tranquila donde olvidarse de la circulación viaria antes referida. El diseño definitivo aún está por concretar. El pasado año, Ría 2000, la sociedad responsable de la urbanización de la plaza, le pidió a Balmori que abaratara los costes del proyecto original con motivo de la crisis. La diseñadora aceptó, pero manteniendo las líneas de su idea inicial. En ellas se incluyen varias zonas de estancia, decenas de árboles que sirvan de barrera vegetal y una pequeña zona acuática. Además, incorpora una especie de gran pasillo entre el parque de Doña Casilda y la alameda Mazarredo, el cual permitirá el tránsito peatonal para cruzar la plaza.