Hincar la rodilla en las visitas al Gran Canaria nunca ha sido noticia a lo largo de la vida competitiva del Surne Bilbao Basket. Con la de este sábado son veinte desplazamientos a la isla y 19 derrotas, con los de Jaume Ponsarnau protagonizando un episodio de querer y no poder (80-67). Los hombres de negro se desinflaron física y mentalmente en el tramo final de un encuentro en el que su actitud y sus ganas de dar la campanada fueron intachables y los anfitriones acabaron imponiendo su mayor fondo de armario y su efusividad defensiva con un inapelable parcial de 30-9 en los doce minutos finales.

Hasta ese momento (50-58), los visitantes volvieron a mostrarse como un colectivo dañino, atractivo y multidisciplinar, llevando la voz cantante con autoridad ante un contrincante muy bien armado, pero cuando la temperatura competitiva llegó al punto de ebullición, con la técnica señalada a Jaka Lakovic a tres minutos del final del tercer cuarto y 50-55 en el luminoso, aparecieron costuras lógicas que los insulares supieron explotar sin piedad pues encontraron permiso para emplearse con un nivel elevadísimo de intensidad y contactos en retaguardia. Y pese a todo hubo partido hasta los dos minutos finales (70-67) porque el vizcaino es uno de esos equipos que se agarra a los duelos con uñas y dientes aunque el viento sople en contra, pero faltaron recursos, confianza y energía para mantener la embarcación a flote.

FALTARON RECURSOS

Poco se le puede achacar a la tropa de Ponsarnau más allá de que para conquistar canchas como la canaria se necesita más regularidad y más piezas atinadas cuando toca afrontar el abordaje al rival. Pero en esta ocasión el 7 de 16 en triples hasta el descanso se convirtió en un 2 de 12 en los dos últimos cuartos y recursos tan necesarios como Kristian Kullamae o Zoran Dragic no tuvieron su noche, con un 1 de 9 y un 2 de 11 respectivamente en el lanzamiento. En esas circunstancias fueron Marvin Jones y Thijs De Ridder los que trataron de sujetar a los suyos, con Melwin Pantzar de más a menos, pero Lakovic hizo valer la profundidad de su plantilla para ir encontrando los recursos que el partido iba necesitando para desnivelarlo a su favor, sobre todo de la mano de un Nico Brussino autor de 22 puntos. Llamativa fue también la gran diferencia entre ambas escuadras en lo que a viajes a la línea de personales se refiere (29-9), cuando la vizcaina había sido en las tres primeras jornadas la que más tiros libres había lanzado de toda la competición.

SERIEDAD

El encuentro arrancó con mucho ritmo y alternancias. A los visitantes les costó activarse desde la línea de 6,75 y fue Pantzar el que se encargó de inicio del suministro de puntos, pero cuando Muhammad-Ali Abdur-Rahkman, Harald Frey y De Ridder calibraron su punto de mira desde la larga distancia todo fue más fácil para su ataque, con notable fluidez. Por contra, los de Lakovic no acabaron de aprovechar sus viajes a la línea de tiros libres y la tempranera ventaja de siete puntos (13-20) fue una gran noticia para los de Ponsarnau, que cerraron el acto inaugural mandando en el luminoso: 16-22.

Sin embargo, el Gran Canaria, más vertical, solo necesitó tres minutos para igualar la contienda. Ponsarnau paró el encuentro y los suyos se reactivaron. Regresó el acierto desde la larga distancia de la mano de Frey y Abdur-Rahkman y Tryggvi Hlinason ejerció tanto de facilitador como de ejecutor debajo del aro, pero los de Lakovic tampoco se quedaron atrás, respondiendo cada golpe a lomos de un Brussino muy dañino. El Surne Bilbao Basket se las arregló para mantenerse al mando de las operaciones y al ecuador de la contienda se llegó con un 36-39 que dejaba todo abierto.

ALTOS Y BAJOS

En la reanudación, dos triples de De Ridder y Dragic y un mate de Jones dispararon a los hombres de negro hasta su máxima ventaja (38-47). El pívot estadounidense lució repertorio ofensivo para consolidar la ventaja bilbaina, mientras que en el bando contrario eran Brussino y Andrew Albicy los que lideraban la resistencia. El Gran Canaria hacía la goma en el luminoso, pero tenía recursos suficientes para no desconectarse. Y pese a que los visitantes soñaron con el 50-58 gracias a un gran De Ridder a doce minutos del final, la contienda ya había cambiado instantes antes con la técnica al entrenador local. Los anfitriones encontraron permiso para subir su nivel de efusividad defensiva y su rival fue perdiendo la fluidez que había mostrado hasta ese momento gracias a su notable reparto de bola, acumulando fallos, alguna pérdida, un puñado de malos balances defensivos y con su confianza bajando enteros poco a poco.

Primero fue un 9-0 para llegar con el 59-58 a los diez minutos finales. El Surne Bilbao Basket intentó capear el temporal para que el bache no se hiciera profundo. Lakovic había encontrado una configuración de equipo ideal y pasito a pasito iba quedando claro que la fatiga, tanto física como mental, iba pesando más a los visitantes. Jones, incansable, intentó liderar la resistencia hasta el 70-67 a 2:20 del final, pero faltó movimiento de balón y más muñecas atinadas. El Gran Canaria, con más combustible, no dudó con el descabello y se llevó el partido.