El Surne Bilbao Basket se ve a sí mismo subido en la cresta de la ola y no quiere bajarse de ella. Está disfrutando. Y mucho. Pese al tropezón en casa que le apeó de la FIBA Europe Cup en la antesala de la final, ha encontrado una velocidad de crucero que le permite ser sostenible y dañino a partes iguales, enérgico en defensa y con pegada de peso pesado en ataque. Se le notan las ganas de juerga en cancha y ni siquiera el hecho de haber dejado sellada la permanencia, su gran meta, y el ambiente festivo futbolero que ha atrapado la ciudad durante las últimas fechas le ha llevado a caer en la tentación de relajarse o despistarse. Este sábado, protagonizando otro partido completísimo, elevó a trece su botín de éxitos del curso y encadenó su séptima victoria seguida en casa en competición doméstica maniatando a un Dreamland Gran Canaria (81-71) al que noqueó en la segunda mitad a base de ritmo, velocidad, efusividad en retaguardia y rachas anotadoras para las que el rival no tuvo antídoto.

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En imágenes: los aficionados del Bilbao Basket, con el Athletic Borja Guerrero

En una tarde de gran emotividad por el homenaje tributado a Begoña Curto, madre del delegado de los hombres de negro Erik Badiola -se guardó un minuto de silencio y uno de los capitanes, Tomeu Rigo, entregó flores a sus familiares en la localidad que normalmente ocupaba en el Bilbao Arena-, el conjunto vizcaino protagonizó una faena seria y eficaz. No dejó jugar fácil a los insulares prácticamente en ningún momento, aguantó los momentos en los que los de Jaka Lakovic crearon problemas con su rebote ofensivo y tras el descanso aprovechó un momento de notable inspiración ofensiva para poner el partido patas arriba. Del 38-38 en el arranque del tercer acto al 67-49 diez minutos después solo hubo un equipo en cancha.

Con Keith Hornsby como principal arma de destrucción (21 puntos, máximo anotador de la cita), Sacha Killeya-Jones aportando debajo del aro, Alex Renfroe dirigiendo las operaciones y Melwin Pantzar, Denzel Andersson, Kristian Kullamae y Xavi Rabaseda anotando cuatro triples casi seguidos, el roto de los de amarillo ya no tuvo arreglo. Trataron de revolverse con tres triples seguidos de Pierre Pelos y Nico Brussino tras en 73-55 a cuatro minutos del final, pero entre Killeya-Jones y Andersson, con otro triple tras rebote ofensivo, desactivaron el intento de revuelta.

IGUALDAD

La tremenda puesta en escena anotadora de Hornsby, autor de 12 puntos en los seis primeros minutos, permitió al conjunto vizcaino jugar de tú a tú contra los de Lakovic, mucho más multidisciplinares. Con los jugadores de banquillo aportando también puntos, el 19-15 parecía un buen punto de partida, pero el Gran Canaria, fallón hasta entonces, conectó tres triples seguidos para fabricar un 0-11 y colocar un inquietante 19-26 con el segundo cuarto ya en juego. Con su ataque demasiado acelerado y sufriendo en la defensa interior, los de Ponsarnau pasaron momentos de apuro pero volvieron a equilibrar la situación (28-28). Jugar con cuatro pequeños, con Rabaseda como ala-pívot, revitalizó su ataque, pero le hizo sufrir a la hora de cerrar el rebote y en la defensa al poste de Salvó, pero la maestría de Renfroe asistiendo y penetrando a canasta permitió que fueran los hombres de negro los que alcanzaran el ecuador de la contienda en ventaja, aunque con un 36-34 que dejaba absolutamente todo abierto.

En la reanudación, con ambos equipos algo aturullados y enlazando errores, su notable trabajo defensivo y la función de desatascador de Hornsby empezaron a desequilibrar la cita a favor de los anfitriones. Ben Lammers intentó frenar el primer intento de demarraje colocando el 51-45 con un dos más uno, pero para el segundo no hubo medicina. Un parcial de 16-4 dio a los de Ponsarnau una ventaja de 18 puntos (67-49) a nueve minutos del final que les permite seguir acechando la décima posición de la tabla.