Podría decirse que bien está lo que bien acaba porque el Bilbao Basket necesitaba ganar al Zaragoza y lo consiguió. Pero nuevamente los altibajos en su juego, demasiado pronunciados, le llevaron al borde de la derrota tras un partido en el que estuvo por delante en el marcador durante más de 32 minutos, todos desde el tramo final del primer cuarto. Pues ni así hubo manera de llegar a un desenlace tranquilo, tanto que a medida que los visitantes iban descontando una desventaja que llegó a ser de catorce puntos a 7:15 del final del tercer cuarto el choque empezó a sonar a historia conocida, a otra más que el Bilbao Basket ha sufrido esta temporada. Tuvo que meter Pantzar un par de tiros libres con mucha presión y Killeya-Jones taponar el triple a la desesperada para que el equipo y la afición de Miribilla se sacaran el susto del cuerpo.

Desde el primer minuto, se vio que el Zaragoza iba a alternar defensas para tratar de incomodar a los hombres de negro, que jugaban ayer al filo de la navaja. Los maños provocaron siete pérdidas de balón al Bilbao Basket, que tuvo, sin embargo, la virtud de ser paciente y responder al reto desde su mitad defensiva para empezar a coger confianza en ataque. Un parcial de 15-0, alimentado por los ocho puntos que logró Keith Hornsby en su debut en Miribilla, cambió la tónica de un partido en el que, otra vez, los jugadores de banquillo impulsaban al conjunto de Jaume Ponsarnau.

Los bilbainos empezaron a cuidar el balón, sin pérdidas en los cuartos intermedios, pero sus porcentajes de tiro cayeron y, sobre todo, cedieron en esos minutos la batalla del rebote. La configuración de tres pequeños que quiere utilizar el técnico del Bilbao Basket cede mucho tamaño y el Zaragoza lo aprovechó para percutir cerca del aro y meter en el partido a Bell-Haynes y McFadden, más liberados ante unos defensores cargados de faltas. Ponsarnau tuvo que mover demasiado sus piezas, prescindió de un Hlinason superado claramente por el versátil Watt y buscó en la movilidad de Killeya-Jones la manera de resolver los problemas en ataque una vez que los de Porfi Fisac negaron la circulación de balón.

Andersson apareció para sumar puntos valiosos en el juego sin balón y un triple de Kullamae puso otra ventaja de nueve puntos. Sin embargo, el Bilbao Basket es experto en complicarse la vida. Una bandeja fallada por Rabaseda, seguida de una falta antideportiva, coincidieron con el momento de más efervescencia de McFadden y con eso y los tiros libres el Zaragoza se convirtió en una amenaza hasta el 80-79 porque no dejaba de sumar de una manera u otra. Sin embargo, el Bilbao Basket llevaba un rato con dudas, sin encontrar tiros claros ni a sus referencias. Las soluciones llegaban a última hora y una entrada con coraje de Renfroe y un tiro de Smith al filo de la posesión tras una jugada mal elaborada fueron el oxígeno necesario para manejar a trancas y barrancas un final angustioso en el que los árbitros se tragaron una clarísima falta a Killeya-Jones tras rebote ofensivo y eso dio al Zaragoza la posibilidad de empatar que negó el propio estadounidense.

En esta ocasión, la moneda cayó cara para el Bilbao Basket, que no parece capaz de ganar a nadie con suficiencia. Al menos, ayer ganó y eso debe permitir dar un paso adelante en solidez, tranquilidad y confianza. Pero esto ya se ha dicho varias veces esta temporada y el equipo se empeñó en volver a la casilla de salida. Habrá que acostumbrarse a esta inquietud semanal porque la clasificación solo se despejará para el que consiga ganar tres o cuatro partidos seguidos, algo que a estas alturas no será sencillo para nadie.

“ESTÁ BIEN LLEVAR OCHO TRIUNFOS”

Solidez al final. Jaume Ponsarnau quiso quedarse con el valor del triunfo de ayer porque “tener a estas alturas ocho victorias, con las sensaciones que hemos tenido, quiere decir que las cosas van bien”. El técnico del Bilbao Basket recordó que “las cosas pueden ir mal y hay que estar preparados”. “Hay muchos equipos implicados en todo y no hay grades diferencias. Cualquier mala racha te castiga y hay que estar sólidos y consistentes”, añadió. Tras un comienzo lento “en defensa”, Ponsarnau puso en valor la primera rotación de su equipo ya que encontró “más energía, más velocidad y más carrera” y eso nos permitió coger “una buena renta”. Después, en el tercer cuarto “hemos empezado pastosos, ellos han encontrado inspiración y ha cambiado el partido. Hemos entrado en dudas, pero al final hemos estado sólidos y Miribilla ha sido un factor clave”.