- Hacía ya un mes que el Bilbao Basket no comparecía en Miribilla. Un paréntesis demasiado largo dentro de la temporada, por lo que había muchas ganas de reencuentro entre equipo y grada. Necesitaban los hombres de negro sentir de nuevo el calor de su gente, mientras que la marea negra tenía curiosidad de comprobar qué tipo de estructura y rendimiento iba a visualizar después de tanto cambio de cromos. Los 8.384 espectadores reunidos en las gradas no tuvieron que esperar mucho tiempo a partir del salto inicial para darse cuenta de que el que estaba en cancha era un Bilbao Basket ya conocido, el de toda la temporada, con un matiz más coral y cooperativista incluso. En definitiva, un equipazo con mayúsculas que a base de derrochar muchísima energía en defensa y de un juego ofensivo multidisciplinar, con ocho jugadores anotando entre 14 y 8 puntos, arrolló a un Monbus Obradoiro empequeñecido para dejar clara su intención de aferrarse a la parte alta de la tabla de la Liga Endesa.

El equipo dirigido por Álex Mumbrú sigue asombrando incluso a los que más creen en él. Porque no es lo normal que a un colectivo le arrebaten sus dos piezas más diferenciales y siga funcionando de manera intachable. Es en esta fase de la temporada cuando se agradece que el cuerpo técnico estimulara desde el primer día la proactividad de todos sus jugadores, del primero hasta el último, haciéndoles sentirse importantes dentro del engranaje global, ya que ahora que les ha tocado dar un paso al frente lo han hecho con enorme naturalidad y desparpajo. Por eso el Bilbao Basket puede ganar o perder, pero casi siempre compite. Y cuando tiene el día entonado como ayer, se gusta y arrolla a un rival demasiado inconstante como para frenar a un conjunto anfitrión que solo titubeó durante cinco minutos del segundo cuarto.

El cuadro local amagó con romper el partido ya en el primer acto (27-13), vio cómo su rival recuperó gran parte del terreno perdido (34-30), rescató las buenas sensaciones antes del descanso (46-36) y al regreso de vestuarios lanzó la ofensiva definitiva para no volver a mirar atrás con un juego que además de efectivo fue durante muchos compases hasta preciosista. En las filas locales funcionó prácticamente todo. Emir Sulejmanovic, brillante, y Ondrej Balvin arrasaron las cercanías del aro, Ben Lammers lució tirito como Sergio Rodríguez hizo con sus fundamentos al poste, Tyler Haws gustó como francotirador tanto como Jonathan Rousselle como penetrador y suministrador de puntos e incluso Quentin Serron, novato en Miribilla, dejó buenas sensaciones en ambas canastas.

Al encuentro le costó coger temperatura en sus primeros compases. Ninguno de los dos equipos logró de buenas a primeras imponer su juego, ni el Bilbao Basket cuando intentó hacer daño dentro ni el Obradoiro, con Fletcher Magee bien frenado por Rousselle, en sus acometidas exteriores. Pero fueron los hombres de negro los primeros que cambiaron esa dinámica, con Haws y Arnoldas Kulboka prendiendo la mecha del acierto. Los locales siguieron notablemente plantados en defensa, pero su mejora en cuanto eficacia ofensiva, con Thomas Schreiner anotando dos triples seguidos, cambió la configuración del partido. Del 6-6 al 27-10, un parcial de 21-4 con anotación de nueve de los diez jugadores utilizados por Mumbrú, que, sin embargo, Pepe Pozas rompió con un triple antes del bocinazo del acto inaugural para que los gallegos no se desengancharan del todo. La entrada en escena de Kostas Vasileiadis revitalizó a los visitantes. Con el Obradoiro mejorando porcentajes en el triple, el Bilbao Basket empezó a tener problemas a la hora de anotar y el parcial de 2-13 estuvo muy cerca de dibujar un partido nuevo. Pero con 34-30 a 4:17 del descanso Mumbrú mandó a capítulo a los suyos, reconfiguró la ruta a seguir y la llamada a capítulo tuvo efecto. Rousselle frenó la sequía de los suyos con una penetración, Haws enchufó dos triples seguidos y el parcial de 10-2 volvió a dar aire a los hombres de negro, que alcanzaron el ecuador de la contienda con un interesante 46-36 a su favor.

Tras la reanudación, el Bilbao Basket saltó a cancha con el acelerador pisado a fondo, dispuesto a no hacer prisioneros. Con Haws acertado desde el exterior, Sulejmanovic inmenso debajo del aro y Rousselle y Balvin explotando su verticalidad, su ventaja se estiró hasta el 57-36 en apenas dos minutos y medio. Al Obradoiro se le desplomó el cielo sobre su sesera. No era solo que fuese incapaz de frenar el juego ofensivo de los hombres de negro, sino que en ataque chocaba una y otra vez contra el entramado defensivo de los de Mumbrú, magnífico tanto desde el punto de vista de la actividad como del de la solidaridad. Los gallegos intentaron evitar el naufragio de la mano del acierto en los tiros libres de Vasileiadis, pero resultó imposible. El conjunto vizcaino cerró el tercer cuarto con cuatro triples en cadena, dos de Rafa Martínez, uno de Kulboka y otro de Sergio Rodríguez sobre la bocina, y el 77-47 a diez minutos del final resumía perfectamente el partido. El último cuarto no tuvo historia. Los locales llegaron a tener una ventaja de 35 puntos, hubo minutos para acelerar la aclimatación de Haws y Serron, también para Rigo y Cruz, muy efusivo en el tiempo que estuvo en cancha, y el público acabó haciendo la ola.

dos más uno

1

Dedicatoria. Mumbrú dedicó el triunfo a Rafa Pueyo, director deportivo del club, por la muerte de su padre. Antes del duelo se guardó un minuto de silencio.

2

Serron. El belga debutó en Miribilla protagonizando un partido bastante serio y anotando 9 puntos con buenos porcentajes.

3

Vasileiadis. El griego recibió una gran ovación en su presentación y acabó con 18 puntos.