bilbao - Tim Kempton ha durado menos de tres meses en el Bilbao Basket. Minutos después de que Carles Duran respondiera que la ausencia de la convocatoria del estadounidense ayer ante el Lietuvos Rytas se debía a “una decisión técnica”, el club comunicó que se había llegado a un “acuerdo de desvinculación”. Se intuía que la posición del pívot de Arizona en el equipo era frágil porque hasta ahora siempre había estado entre los doce y tampoco era necesario dilatar la comunicación de la salida de un jugador que no estaba conforme con su escaso protagonismo.
El estadounidense pidió la rescisión de contrato, por lo que el club no tendrá que abonar nada, y su agente movió rápidamente los hilos para colocar a Kempton en la liga de Israel. La mayor aportación del exjugador de la modesta Universidad de Lehigh en sus once partidos que ha disputado esta campaña el Bilbao Basket llegó en la victoria en la cancha del Lietuvos Rytas, pero su juego nunca convenció, pese a las buenas referencias que llegaron de él desde Estados Unidos, y sus promedios han sido impropios de un jugador que ocupaba plaza de extracomunitario, que ya no marcan las diferencias como antaño, pero que sí exigen un mínimo de calidad.
Total, que las dos apuestas que hizo el club para el juego interior, Jameel McKay y Tim Kempton, fichados ambos en la primera quincena de junio, han resultado un fiasco. El rubio pívot nunca ha podido confirmar sus buenas estadísticas en la universidad porque en su primera aparición en el baloncesto de élite sus carencias han sido mucho más evidentes que sus virtudes y no ha podido disponer de las horas de trabajo individualizado para pulir su juego y adaptarlo a la nueva exigencia competitiva. Ni los técnicos ni sus compañeros han acabado de confiar en él cuando estaba en cancha, sobre todo porque sus minutos cada vez eran más escasos por sus problemas defensivos.
Mickell Gladness apareció en el mercado a finales de septiembre para poner un parche antes de empezar la temporada en el flojo juego interior del Bilbao Basket, que ahora busca otra pieza para dar consistencia a una posición que sigue siendo clave en el baloncesto moderno. El estadounidense también tiene sus limitaciones y no puede ser sometido a grandes esfuerzos de forma continuada por lo que el equipo, y ayer fue otro ejemplo, se desangra defensivamente y en el rebote cuando no está en cancha Gladness y ante pívots que tampoco forman parte de la élite europea.
errores repetitivos El equipo tampoco ha encontrado hasta ahora la manera de esconder esas limitaciones con un buen trabajo colectivo en la retaguardia, donde aparecen errores en cuestiones básicas que provocan que los rivales se acerquen de forma amenazante al centenar de puntos casi un día sí y el otro también. Ayudas que no están sincronizadas, relevos que no llegan, ausencia de comunicación y rebotes que no se cierran concedieron ayer al Alba Berlín muchos tiros sin oposición y muchos puntos evitables si se quiere aspirar a sumar victorias en la Eurocup. Son esas cosas básicas a las que se refería Carles Duran para alabar el juego del equipo alemán y que en el Bilbao Basket parecen tan complicadas.
La derrota de ayer es la tercera en tres partidos europeos en Miribilla, lo que debe invitar a quien corresponda a una reflexión. Tal y como están las cosas en el grupo, el Bilbao Basket se va a jugar la clasificación con el Lietuvos Rytas, próximo visitante de la cancha bilbaina, con el Partizan y con el Limoges. Pero ahora mismo se antoja una quimera que los hombres de negro puedan avanzar mucho más en la competición porque su endeblez asoma por todas partes. El baloncesto consta de dos partes y la defensa, de momento, es materia retrasada en el proceder del Bilbao Basket. Si la actitud no se cuestiona, entonces habrá que pensar que faltan horas de trabajo o los jugadores adecuados para llevarlo a cabo. Si Tim Kempton, un novato al fin y al cabo, era uno de los problemas, ya está fuera. Quien venga en su lugar tendrá la misión de que la estructura no se tambalee.