bilbao - Por segunda vez en una semana, el Bilbao Basket se dio de bruces con la realidad. No suele ser una buena señal ver de nuevo más de 100 puntos en el marcador del equipo rival, pero es lo que pasa cuando, como ayer, se enfrenta un peso pluma a un peso pesado. Cada golpe de este es contundente, sonoro incluso, y obliga al más liviano a ser mucho más certero en sus acometidas. A los hombres de negro, que arrancaron el partido de la peor manera para sus intereses, les falló la puntería en el día es que más la necesitaban para buscar las cosquillas a la poderosa plantilla que maneja Sito Alonso en este Barcelona que volverá a estar cerca de los títulos. Solo ver de cerca los físicos que se gastan Kevin Seraphin, Rakim Sanders o el mismo Phil Pressey, un pequeño paquete de músculos, ya asustaba.

Los árbitros podrían haber decretado la inferioridad después de solo diez minutos de juego, pero como eso no era posible, al Bilbao Basket le tocó hacer de tripas corazón y tratar de competir al máximo para sacar algún provecho de una derrota que se vio venir de lejos porque tras ese arranque demoledor del Barça los locales nunca estuvieron por debajo de los diez puntos. Álex Mumbrú, en su partido 650 en la ACB, trató de tirar de sus compañeros, que nunca se dejaron vencer por el desánimo, pero las distancias eran excesivas. Ricardo Fischer y Lucio Redivo se sumaron a la pelea como ningún día, pero el Bilbao Basket necesitaba hacer un partido perfecto para aspirar al triunfo y de eso estuvieron lejos.

Claro desequilibrio La rotación de unos y otros deja claro el nivel al que se mueve cada equipo y, por mucho que el Barça cayera en cinco de sus seis anteriores visitas a Miribilla, esta vez la pelea quedó desequilibrada desde el principio. En ese inicio, Seraphin parecía Shaquille O’Neal y Tim Kempton, un infantil. El estadounidense jugó esos 3.53 iniciales, en los que anotó un tiro de media distancia que fue el empate a 2, y ya no volvió a levantarse del banquillo. Tampoco sus compañeros pudieron disimular ese destrozo. Los tres pivots del Bilbao Basket metieron seis puntos, solo cuatro de ellos desde dentro de la zona, porque solo lanzaron cinco veces a canasta. Si normalmente no son una opción en ataque, ayer menos aún. Los seis puntos de Hervelle fueron producto de dos triples y solo Mumbrú y algunas penetraciones arriesgadas pudieron inquietar la zona blaugrana.

El Barça pudo meter el partido en un ritmo muy alto porque tiene puntos por todas partes. El Bilbao Basket no sabe jugar a otra cosa y, como con aquellos Denver Nuggets que dirigía Doug Moe en los 80, volvió a verse un partido de 100 puntos, lo cual supone un detalle con el aficionado cuando, al fin y al cabo, lo más probable es perder. En estos tiempos, los puristas del baloncesto tienen perdida la guerra y mucho más con este Bilbao Basket al que le está costando mostrarse sólido en defensa. Como dice su entrenador, será cuestión de insistir para que las piezas encajen.