La mente preclara del Obradoiro
ROSCO ALLEN | DEBUTa como profesional en EL EQUIPO GALLEGO TRAS licenciaRSE en la exigente universidad de stanford
ROSCO Allen no es un jugador cualquiera. Para empezar, y pese a lo que indique su nombre, es húngaro. Nació en Budapest (5-5-1993), hijo de un exjugador estadounidense que abandonó pronto los estudios para empezar a trabajar en el sector del petróleo y viajar a Europa donde conoció a Brigitta, una húngara con la que pronto se casó y tuvo familia numerosa.
El joven Rosco empezó a destacar en el baloncesto y dejó la fría capital magiar con 13 años para jugar en un high school de la ardiente Las Vegas donde también destacó por su brillantez en los estudios. Con el balón en las manos era capaz de jugar de base con sus 2,08 metros y llamó la atención, incluso, de Kevin Durant, que en un campus en Chicago le dijo: “Te pareces a mí. Eres un verdadero point-forward”. Ese excelente nivel le llevó a recibir ofertas de 35 universidades y que su familia escuchara a gente como Mike Krzyzewski (Duke), Roy Williams (North Carolina) o Rick Pitino (Louisville). Pero quien les convenció fue Johnny Dawkins, por entonces entrenador de la Universidad de Stanford, uno de los centros educativos más exigentes y elitistas del mundo. “Si sales de allí con un diploma, tienes asegurados 100.000 dólares al año”, le aseguró el exjugador de Duke y de los Sixers en la NBA, que valoraba en el juego del chico de Budapest la influencia europea en su aprendizaje.
Dicho y hecho, Allen se fue al campus de Palo Alto porque intelectualmente también daba la talla. Como cardinal tuvo un rendimiento creciente, que cerró con 15,6 puntos y 6,5 rebotes en su último año, y un expediente académico inmaculado que le llevó a obtener la licenciatura en Ciencia, Tecnología y Sociedad. El Obradoiro le vio en la liga de verano de Las Vegas y, pese a que iba a ser un debutante como profesional, hizo otra de sus apuestas habituales y le incorporó sin dudarlo en busca de esa versatilidad e inteligencia que en la posición de cuatro siempre ha tenido el equipo gallego en todos sus años en la Liga Endesa con jugadores como Mario Delas, Maxi Kleber o Angelo Caloiaro.
Aun con porcentajes de acierto discreto, el húngaro está cumpliendo y es el jugador más utilizado por Moncho Fernández, casi 28 minutos para promedios de 12,3 puntos y 4,9 rebotes. No está mal para un novato, para un jugador de solo 23 años al que se le adivina mucho margen de mejora. Porque eso de tener la cabeza bien amueblada se da por descontado. Ahora quiere centrarse en el baloncesto, pero Rosco Allen ya tiene decidido que cuando acabe su carrera hará un máster en dirección de empresas. Como alumno que fue de Stanford, podrá lograr lo que se proponga.
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