bilbao - El Dominion Bilbao Basket dio dos oportunidades al Rio Natura Monbus de sumar un triunfo que necesitaba como la vida misma y, claro, los gallegos no la desaprovecharon. La primera de ellas fue en un segundo cuarto en el que pareció que los hombres de negro no se jugaban nada ya que se mostraron blandos y contemplativos y dejaron que los locales les tomaran 21 puntos de ventaja. Esto es un mal endémico de esta temporada, algo estructural, y que sigue sorprendiendo porque los puntos caen como una tormenta en el aro bilbaino.
La segunda gentileza fue en la prórroga a la que se llegó gracias a dos triples casi milagrosos de Dairis Bertans que castigaron la falta de pericia del Obradoiro para cerrar el partido. El equipo de Sito Alonso jugó su mejor baloncesto cuando todo parecía perdido y, en teoría, se colocó en una posición mentalmente ventajosa para ganar. Pero de nuevo incurrió en el inicio del tiempo añadido en graves errores en los dos lados de la cancha y los nervios y la presión que pudieran tener los de Moncho Fernández no aparecieron por ningún lado. Al contrario, jugaron la prórroga con una gran determinación, sobre todo el lituano Bendzius que estuvo letal.
Ese segundo cuarto quedará en el debe del Bilbao Basket porque nunca debió producirse. Pero jugar blando y desconcentrado fuera de casa es lo que tiene. Ninguno de los pívots pudo imponerse, pese a que el técnico los rotó en busca de algo de dureza, y el ataque se resintió por la falta de equilibrio y de regularidad. Los siete minutos que jugó Mirza Begic, que aparece como la principal baza en la defensa de la zona, resultan significativos. El equipo repartió 22 asistencias, pero cometió 20 pérdidas. Acabó con 14 triples anotados, pero en los tres primeros cuartos solo llevaba cinco. Y en muchos ataques la circulación de balón moría porque alguien retenía el balón en sus manos y daba tiempo a que la defensa del rival se ajustara.
Solo fue cuando la defensa funcionó que el Bilbao Basket dio la vuelta al partido. Ahora bien, los hombres de negro, que sufrieron una barbaridad cuando los gallegos atacaron el aro en el uno contra uno, permitieron que el Rio Natura Monbus anotara durante el tiempo regular catorce puntos más de tiros libres de su media habitual. Al final, fueron 36 en total, un factor que al final se reveló trascendente. Los jugadores del Bilbao Basket regalaron muchas faltas de tiro en situaciones exentas de riesgos, con el balón muy lejos del aro, por falta de paciencia y quizás de piernas para aguantar la defensa y contribuyeron a que el marcador de los compostelanos pudiera crecer al margen de esa explosión de triples del segundo cuarto. Y es que llegaron a acertar sus primeros 22 intentos.
la necesidad manda El desenlace del partido solo puede ser explicado por la grandeza del baloncesto, pero tan alabable es la reacción del Dominion Bilbao Basket como censurable su mala disposición en el segundo cuarto donde el equipo mostró muy poca tensión competitiva. Esa doble cara no sirvió ante un rival en verdadero estado de necesidad. Porque, además, el Obradoiro acabó llevándose un triunfo que para ellos puede ser determinante sin que sus nuevos fichajes tuvieran una aportación extraordinaria. Fueron quienes llevan en ese vestuario toda la temporada los que sacaron las castañas del fuego cuando la caldera estaba a punto de estallar.
Se sabía que la derrota llevaba a que el Bilbao Basket dejara de depender de sí mismo para alcanzar el play-off. Ahora el sexto puesto parece muy lejano, el séptimo muy complicada y no es seguro que ganar los tres partidos que quedan suponga acabar como mínimo octavo. A estas alturas, dos derrotas seguidas suponen un problema porque queda poco margen de enmienda. El camino se le ha complicado notablemente al Bilbao Basket, que ya camina por el alambre sin red de seguridad a sus pies. Ayer se olvidó de competir durante diez minutos en los que desatendió sus obligaciones y que, al final, fueron fatídicos. La épica no funcionó porque nadie esperaba que ayer hubiera que recurrir a ella.