El ancla griega
ioannis bourousis, que llegó al equipo a punto de empezar la temporada, ha recuperado su mejor nivel en gasteiz
EN ocasiones, las piezas encajan en el deporte de forma inesperada. Es lo que ha pasado con Ioannis Bourousis y el Laboral Kutxa, una unión que está dando unos frutos por encima de las expectativas. No porque el jugador no tenga calidad, que le sobra, sino porque parecía que su mejor momento ya había pasado después de que abandonara el Real Madrid cargado de títulos, pero por la puerta de atrás tras una temporada final con muy poco protagonismo. Sin embargo, el mejor Bourousis reapareció en el Eurobasket y, dado que su cotización en el mercado había bajado, el club baskonista estuvo hábil para incorporarlo a su plantilla solo un par de semanas antes de empezar la competición. Y es curioso: en el equipo madridista ocupó en su día el sitio que dejó libre Mirza Begic, y ahora en Gasteiz ha pasado lo mismo. Hoy los dos estarán frente a frente, tratando de imponerse en el poste bajo en un derbi del que pueden ser protagonistas.
Ya se sabe también que en el deporte uno vale lo que vale su presente y, por eso, el pívot de Karditsa, a sus 32 años, ha tenido que volver a demostrar que no se le había olvidado jugar a baloncesto. Haber jugado trece temporadas seguidas en la Euroliga, ser más de 150 veces internacional con Grecia, debería ser suficiente para no tener nada que demostrar, pero Bourousis lo ha tenido que hacer en Gasteiz. “Quiero jugar duro y jugar con el corazón. Creo que tengo de esto y por eso he venido aquí”, dijo en sus primeras palabras como jugador del Laboral Kutxa. Y a fe que está cumpliendo porque el nivel del pívot griego está siendo, como poco, el mejor desde que llegó a la Liga Endesa.
En una temporada en la que, después de nueve jornadas, los seis jugadores más valorados son pívots, Bourousis es el tercero con 19,6 puntos gracias a que anota 12 puntos, coge 8,3 rebotes, mete un 65% de sus tiros de dos, un 93% de sus tiros libres y, desde su posición, es el tercer máximo asistente de su equipo por detrás de los dos bases. El secreto de este rendimiento es sencillo. “Me gusta sentirme importante”, confesó. Velimir Perasovic lo ha tenido claro y, sin necesidad de exprimirle al máximo, ha convertido a Ioannis Bourousis en el ancla de su ataque, en ese pívot que, por ascendencia entre sus compañeros, no tenía el Baskonia desde que se marchó Tiago Splitter y que en el baloncesto moderno muchos quieren convertir en personajes secundarios. Es tan sencillo como que si Bourousis está en el campo, hay que darle el balón en distintas situaciones. Eso no ocurría en el Real Madrid y por eso quedó esa imagen de desgana y lentitud en su etapa final como blanco.
Así, el jugador griego produce en cada minuto que está en el parqué y se convierte casi en un segundo entrenador. Corrige, explica, anima, muchas veces frena a sus compañeros mientras los aficionados baskonistas celebran uno de los mejores fichajes de su club en los últimos años. Se pensaba que Ioannis Bourousis estaba ya en el camino de vuelta del baloncesto, pero en el Laboral Kutxa ha recuperado las ganas de competir y de ganar. Y bien que lo ha notado el conjunto baskonista, que vuelve a mirar a la cara a los más poderosos.