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La pasión turca une ciudades

El Ministerio de Juventud y Deportes de Turquía ha impulsado un programa para que 81 estudiantes, cada uno de una ciudad del país, puedan seguir en directo el Mundial de baloncesto para animar a su selección

La pasión turca une ciudades

DA igual el escenario, la situación o el deporte. Tanto en un campo de fútbol o en un pabellón de baloncesto, la afición turca siempre está ahí, animando con una pasión sin límites. En Turquía el deporte es especial. Una manera de vivir la vida y parte de su cultura, capaz de movilizar enormes masas de gente dispuestas a animar a su equipo y a viajar por todo el mundo para dar un aliento extra a los deportistas turcos. Una filosofía que muchas veces causa alguna que otra disputa y hace que la rivalidad entre los diferentes equipos sea superlativa. Pero todo esto cambia cuando entra en juego la selección nacional. Los aficionados del Galatasaray, Fenebarhçe o Efes Pilsen, entre otros, olvidan sus rencillas y se unen para animar a Turquía con la misma o más intensidad con la que apoyan a sus clubes. Grandes rivales que se alían para luchar contra los combinados extranjeros. Así, cientos de espectadores, llegados de todas las ciudades del país, han recalado en Bizkaia para presenciar el Mundial de baloncesto y de mostrar desde la grada su particular manera de vivir cada uno de los partidos, lanzando gritos de apoyo a los suyos sin parar, como si cada segundo fuera el último y estuvieran en la mismísima final del campeonato.

Durante los partidos de Turquía de este Mundial, una marea roja invade el Bizkaia Arena y no deja que el silencio haga acto de presencia en las gradas durante ningún momento del choque, sin importar el resultado. Parte de la culpa de este desplazamiento masivo lo tiene el mismo Gobierno del país. El Ministerio de Juventud y Deportes ha impulsado un proyecto para que 81 jóvenes, cada uno de una ciudad diferente de Turquía, acudan a presenciar los encuentros de su selección y puedan animar desde las gradas. “Es la primera vez que se realiza algo así y es un premio para los estudiantes universitarios que han conseguido las mejores notas”, explicó Hasan Davulcu, mánager del grupo y un apasionado aficionado más. En total, cien personas exactas forman esta expedición, cada uno de una parte diferente del país y sin conocerse entre ellos, pero que tienen en común dos cosas fundamentales: el amor por el deporte y las ganas de animar. “Siempre animamos así, nos gusta mucho el deporte y lo vivimos con mucha intensidad y pasión”, relata Ahmet. Él y Çagantay son dos de los estudiantes que forman parte de esta delegación. Antes de este evento, nunca habían coincidido, pero ahora animan juntos, como si fueran amigos de toda la vida. “Cuando apoyamos a nuestros respectivos equipos suelen surgir muchos conflictos, pero con la selección todo lo demás no importa y animamos todos juntos, durante el partido y antes de llegar, cuando estamos todavía en el autobús”, comenta Çagantay.

La principal razón de que ocurra algo como esto es el “gran patriotismo” que se vive en Turquía. “Allí todo el mundo ama a su país y da igual el deporte, siempre apoyamos a la selección. Por eso, juntarnos a todos nosotros no ha sido difícil”, subraya Çagantay. Aun así, para estar aquí, todos ellos han tenido que aplicarse al máximo en sus estudios, ya que solo, el mejor estudiante de cada ciudad tenía acceso a este grupo. Un esfuerzo que ha sido recompensado con este “regalo”. Ahora, estos estudiantes esperan que los jugadores se apliquen en la cancha igual de bien que ellos lo han hecho sobre los pupitres para que así su estancia se alargue lo máximo posible. “En los amistosos no lo hicieron bien, pero ahora han mejorado. Yo quiero que sean campeones, aun así, a veces no se puede. Por eso, solo quiero que lo hagan lo mejor posible”, afirma Ahmet. Sin embargo, ayer los animosos turcos se tuvieron que volver a su hotel con una sensación agridulce. Durante el partido ante Ucrania, disfrutaron animando a los suyos, pero al final, Turquía acabó siendo derrotada y deberá mejorar si quiere pasar a la siguiente ronda para hacer que su legión de seguidores pueda seguir disfrutando en la grada.

AFICIONADO DEL ATHLETIC A pesar de que la cultura vasca y la turca “es muy diferente”, según estos dos aficionados, ellos y el resto de la expedición están disfrutando de su estancia en Bilbao. “La gente de aquí es muy agradable y nos han tratado muy bien”, declara Ahmet, que además del baloncesto, también es un gran aficionado del fútbol, concretamente del Galatasaray. Pero, además de por el equipo de Estambul, Ahmet siente especial cariño por otro club, por un “equipo romántico, dentro del fútbol moderno”: el Athletic de Bilbao. “Cuando estoy en Turquía siempre les suelo seguir y estoy al tanto de sus partidos”, explica. Por ello, el sábado pasado, este turco vio ante sus ojos la oportunidad de vivir en primera persona un encuentro del conjunto bilbaino. Los rojiblancos se enfrentaban en San Mamés al Levante y Ahmet trató de conseguir una entrada, pero finalmente, entre los problemas para hacerse con un pase y la programación de su grupo, no pudo acudir al partido y tuvo que posponer su visita al nuevo campo: “Es una experiencia que quiero vivir, tiene que ser algo espectacular. El otro día me enteré de que había partido e intenté ir a verles, pero al final no pudo ser”. Sin embargo, lo importante para Ahmet, Çagantay y los otros 79 universitarios es disfrutar del Mundial. Unos completos desconocidos, cada uno de una ciudad diferente, que se han unido por la pasión turca.