Una nueva reinvención

bilbao. El baskonismo lleva unos años tratando de asumir el nuevo escenario en el que debe desenvolverse su club. Desde que en 2010 el Laboral Kutxa logró el título de la Liga Endesa ante el Barcelona, no ha vuelto a pisar una final. Son ya tres temporadas sin catar un título, ni siquiera ese inicial de la Supercopa que servía que aperitivo para lo que venía después. La crisis económica también ha afectado a las arcas de la entidad gasteiztarra por lo que Josean Querejeta tuvo que dar un golpe de timón al proyecto para adecuarlo a los nuevos tiempos y encaminarlo hacia un futuro menos triunfal, al menos a corto plazo, pero mucho más sostenible en un entorno cada vez más adverso.

El traspaso de Brad Oleson al Barcelona en plena temporada pasada ya anunció las intenciones del dirigente de Lazkao. Había que cuadrar las cuentas, a costa de que el potencial deportivo del equipo se resintiera. Para entonces, ya había producido la destitución de Dusko Ivanovic, lo que abonaba el terreno para un nuevo ciclo y la eliminación en cuartos de final ante el Gran Canaria sirvió para despachar a Zan Tabak y justificar otros movimientos posteriores. Ese 'carácter Baskonia' que personificaba como nadie el técnico montenegrino se vio seriamente cuestionado en un curso muy convulso, con demasiados altibajos en el rendimiento del equipo y de la mayoría de sus jugadores, y se corría el riesgo de desengancharse de una afición siempre fiel.

El Baskonia se puso manos a la obra y buscó volver a esas raíces, a muchos años atrás cuando fabricaba jugadores hambrientos que no escatimaban sudor. Como consecuencia, el club se sacó de encima a aquellos que pudieran acomodarse a contratos suculentos, pero insoportables para la entidad. Maciej Lampe y Nemanja Bjelica, cuya calidad no se discutía como sí ocurría con su irregular actitud, cerraron la puerta por fuera rumbo a clubes con mucha más capacidad económica a los que puede no importar asumir sus lagunas en la cancha. Liberado de los contratos más altos, ya que Andrés Nocioni también concluyó el suyo, el Laboral Kutxa pudo iniciar otro capítulo de su constante reinvención en el que muchos jugadores debían dar un paso adelante y madurar a marchas forzadas para que el equipo pudiera ser competitivo.

valores El argentino renovó su contrato en términos asumibles para convertirse en el líder del vestuario, aquel que debía transmitir los valores del baskonismo a un vestuario rejuvenecido y sin horas de vuelo al más alto nivel. Y para conducir a todos Josean Querejeta sorprendió al hacer regresar a Sergio Scariolo 14 años después de su salida, tiempo suficiente para que las heridas que pudieron quedar entonces curaran y el público aceptara de nuevo al italiano con el que, al fin y al cabo, el equipo alcanzó la primera final ACB de su historia. De momento, el italiano ha cumplido el primer objetivo, llegar al Top 16 de la Euroliga, pese a que las lesiones le han obligado a mover piezas continuamente.

El regreso de los lesionados ha frenado la progresión que había mostrado el Laboral Kutxa, al menos en la Liga Endesa. Ya con la plantilla pensada en verano, los referentes han cambiado. El principal ahora es Tibor Pleiss, potenciado en los esquemas tácticos para que su salida hacia la NBA sea lo más beneficiosa posible para el club. Se espera lo mismo de Adam Hanga, quien también tiene sus miras al otro lado del Atlántico y puede dejar otro buen pellizco en las arcas baskonistas un año de estos. Pero también Huertel y Jelinek están creciendo y el joven Ilimane Diop ha recibido sus primeras lecciones en la élite. El Baskonia ha tenido que reinventarse de nuevo para volver a reconocerse en el espejo y buscar la senda perdida.