BILBAO. Fotis Katsikaris situó a los árbitros en el centro del debate sobre el Gescrap Bizkaia. Sus quejas sonaron altas y claras, aunque entraron en un terreno pantanoso y resbaladizo del que no siempre se suele salir indemne. El técnico del Gescrap Bizkaia reclamó, no fue la primera vez, el respeto arbitral que merece un equipo de Euroliga. Ayer también Txus Vidorreta protestó por el diferente rasero que, en su opinión, se utiliza en la Liga Endesa para juzgar en determinadas acciones a los conjuntos de Euroliga y los demás.
Ya se sabe que en esta materia arbitral la risa va por barrios y, según se desprende de las palabras de Katsikaris, el Gescrap Bizkaia está a medio camino de esos dos grupos que distingue su predecesor en el banquillo bilbaino. La palabra respeto surge muy a menudo y lo que unas veces se alaba, otras se censura. Por ejemplo, Luis Guil, técnico del Murcia, sugirió algo parecido a lo de Vidorreta cuando los pimentoneros cayeron en el Bilbao Arena tras ser víctimas del celo arbitral y lanzar 17 tiros libres menos que los hombres de negro.
El caso es que el de Korydallos dijo apoyar su enfado en las evidencias que muestran los vídeos. Sin embargo, no protestó tras ganar en Gasteiz cuando su equipo fue claramente perjudicado a ojos de los que vieron el partido en el Iradier Arena y por televisión. Motivos para hacerlo tenía de sobra, pero el calor del resultado, para bien o para mal, se convierte en un pésimo enemigo en cuestiones tan peliagudas, tan apoyadas en la subjetividad.
Los fríos datos dicen que, contando solo las siete primeras jornadas de la Liga Endesa, el Gescrap Bizkaia es el equipo al que más faltas le señalan en contra, 26 por partido, cinco por encima de la media general y 28 más que la pasada temporada a estas alturas. Como consecuencia, el conjunto vizcaino ha concedido a sus rivales 207 tiros libres, también 26 por partido. Esto quiere decir que aproximadamente la mitad de las faltas que realizan los jugadores de Katsikaris son de tiro y eso sí que es un problema.
La defensa bilbaina concede demasiadas situaciones claras de uno contra uno -Txemi Urtasun lo aprovechó claramente el sábado-, demasiados cambios de asignación entre pequeños y grandes, que obligan a tomar riesgos y, claro, acumular faltas. Esto también lo hacía el Gescrap Bizkaia la pasada temporada y por eso fue subcampeón. La diferencia es que esa intensidad y esa agresividad que fueron alabadas están ahora lastradas por la falta de frescura.
menos a favor En el otro lado de la balanza, al Gescrap Bizkaia le han pitado 21 faltas a favor por partido. De esas faltas, los hombres de negro han sacado 131 tiros libres, 19 por partido, lo que les coloca en la octava posición global en ambos conceptos. Aquí también el estilo de juego influye a la hora de ser juzgados por los árbitros. Resulta significativo que D'Or Fischer, en teoría la referencia interior del equipo bilbaino, solo haya recibido siete faltas en los primeros siete partidos y, en cambio, a Mavroeidis le hayan señalado 21 faltas a favor en cuatro partidos. El griego es también el jugador que más tiros libres ha lanzado y el único junto a Jackson y Banic que ejecuta más de dos por partido.
Quiero esto decir que las faltas no caen del cielo. Hay que ir a buscarlas, como hace Mavro. Luego, se podrá hablar de injusticias, de los criterios poco firmes de los árbitros, cambiantes de un partido a otro, que al final afectan a todos por igual. En esto, como en otras cosas, siempre ha habido clases y el Gescrap Bizkaia trata de hacer ver a quien le quiera escuchar que merece más de lo que le están dando. Pero Katsikaris se ha metido en un charco, probablemente demasiado pronto. Otros, sin meter ruido, deberían hacerlo por él.