En los primeros ensayos se ha observado alguna novedad táctica en el equipo así como de posicionamiento de varios jugadores, un esbozo aún de las ideas que presumiblemente Ernesto Valverde quiere implantar. Cambios de concepción futbolística, un estilo en apariencia más atrevido que el del Athletic en las etapas de Marcelino García y Gaizka Garitano. Tal es la impresión y en buena medida se apoya en los retoques percibidos en la zona ancha. De momento, apuntes, intenciones, cuyo recorrido deberá confirmarse en futuras citas.

La composición de la línea de medios suele marcar el estilo de un conjunto. El modo en que se sitúan los centrocampistas y el perfil de estos permite conocer el tipo de juego que quiere desplegar el colectivo. Desde su posición en el terreno, los ocupantes de la denominada zona ancha asumen la doble tarea de sostener la estructura e impulsarla, son los principales encargados de equilibrar las dos facetas, defensa y ataque. Por eso es clave acertar tanto en las directrices como en los integrantes de la medular, de ello depende en gran medida el patrón competitivo.

En su anterior estancia en el club, Valverde tuvo que gestionar un Athletic que destacaba por su afán ofensivo y lo pagaba a la hora de protegerse. Con las singulares consignas de Marcelo Bielsa, cualquier cosa era posible; tardes brillantes y tremendos reveses se alternaban con una naturalidad que con el paso de los meses, sobre todo en su segundo año, condujo a la desorientación y el desgaste (más psicológico que físico) de los futbolistas. Costó tres meses ver el arranque de aquella máquina de percutir que sin balón seguía a pies juntillas la consigna del marcaje individual, pero cuando se puso en marcha encandiló. La disciplina y generosidad del personal sirvieron para que la radical ruptura con el período previo, el dirigido por Joaquín Caparrós, cuajase y la afición se frotase los ojos.

Pero la original apuesta llevaba impresa la fecha de caducidad. Se vio venir y el tiempo confirmó los temores. Lo primero que hizo Valverde al heredar el proyecto de Bielsa fue retocar la media, además de prescindir de los emparejamientos obligatorios por todo el campo. Buscó una fórmula más compensada y situó a Mikel Rico cerca de Iturraspe, que hasta entonces, además de darle salida al fútbol, se encargaba casi en solitario, junto a los dos centrales, de compensar las alegrías de un equipo que tiraba para arriba como un resorte, hasta los dos laterales subían a la vez.

Valverde reforzó el círculo central con Rico, que currelaba lo indecible en el quite y encima llegaba a zona de remate. Apuntaló la estructura, creó un Athletic mejor armado y la pegada no lo acusó, al revés. La campaña 2013-14 fue un punto de inflexión, se logró una versión que superaba lo previo y que tampoco fue emulada después. El equipo se metió en la Champions tras acaparar la cuarta posición durante medio campeonato, marcó 66 goles, concedió 39, venció en 20 jornadas y solo sufrió ocho derrotas.

Números concluyentes gracias a que el técnico pulsó las teclas adecuadas. Aprovechó la inercia de su antecesor y limó los defectos para construir el Athletic más brillante y eficaz que se recuerda. Si no volvió a repetir semejantes registros, en parte fue porque en los siguientes cursos tuvo que compaginar liga y Copa con torneo continental, meta que cruzó siempre.

Ahora, a Valverde le toca emprender la tarea opuesta, en el sentido de que el Athletic necesita soltarse y elevar a toda costa el índice de acierto en área contraria. Con el de los últimos años, Europa es inaccesible. Está demostrado. Así que o busca alguien que haga quince goles o alecciona al grupo para que potencie su producción ofensiva y todos se impliquen más en la culminación. O ambas, por qué no. Y parece lógico que las modificaciones de nuevo empiecen por la línea de medios.

Versión conservadora

Con Marcelino, actuaban dos medios específicos que se movían prácticamente a la misma altura, ninguno muy dotado para desdoblarse o imprimir velocidad a la distribución. Centrocampistas diésel, daba igual cómo mezclase a Vencedor, Dani García y Vesga, pues el resultado era muy similar. Aunque se vendiese que el Athletic salía a por los partidos, lo cierto es que la generación de peligro o el remate se resentían con una sala de máquinas tan conservadora. Zarraga, el único con vocación atacante y chispa para romper líneas enemigas, fue el menos utilizado con diferencia. Ayer el chaval contó que Valverde pide más profundidad, valentía, convicción para aspirar al gol. La prueba de Sancet como interior o la propia inclusión de Zarraga en la media asomarían como señales de un cambio obligado. l