Iñigo Vicente (Derio, 6 de enero de 1998) se ha hecho, como se dice en el argot, un futbolista con pelo en pecho. El Mirandés le ha dado la oportunidad de crecer como jugador y cree que sus números en sus 27 partidos en el conjunto dirigido por Andoni Iraola, cinco goles y cuatro asistencias, “son buenos”. Confía en que su equipo se meta en el play-off de ascenso y asoma su ambición a la hora de cumplir el deseo de consumar objetivos.

¿Cómo lleva el confinamiento?

—Cada día se hace más ameno, te acostumbras a estar en casa pese a que todos los días son parecidos, pero adaptándome y a ver si salimos bien de esta crisis.

¿Lo lleva a cabo en Derio?

—Me vine a casa para estar con la familia, porque si no iba a estar solo en Miranda, donde se me podría hacer más largo y pesado.

¿Se ha emancipado de sus padres?

—Todavía no, me he comprado una casa, pero no me la dan hasta verano, aunque quizá se retrasen los plazos debido a esta situación.

¿Dónde la ha adquirido?

—En Derio, en el mismo pueblo. Tengo aquí a la familia, a los amigos y es donde estoy a gusto. Tenía claro que quería vivir en mi pueblo.

¿Qué plan de trabajo le ha sugerido el Mirandés?

—Nos han pasado un plan personalizado. Puedo trabajar por la mañana a las mismas horas que lo hacíamos en Miranda y por las tardes hago algo más por mi cuenta. Nos han surtido algún material, pero yo también tenía más en casa.

¿Es Iñigo de ‘play’ o le gusta otro tipo de aficiones?

—Soy de play y encima me la he dejado en Miranda, así que me tengo que distraer con otras cosas, por lo que, sobre todo, leo mucho las noticias para estar al día de la pandemia y de la actualidad deportiva.

Porque la comida ya la tiene asegura de sus aitas.

—Es una de las razones favorables de estar aquí con ellos.

Esta crisis sanitaria le ha cogido joven. ¿A sus 22 años, en qué medida ha asimilado el momento?

—Tenemos que hacer lo que nos mandan, que es estar en casa y no salir. Se trata de solucionar la crisis cuanto antes y yo tampoco puedo hacer mucho más, solo respetar lo que me dicen.

¿No tiene mascota para estirar las piernas?

—Tengo perro, pero está en casa de mi hermana.

¿No se escapa para hacer algún recado que otro?

—Tengo la panadería debajo de casa, no me puedo ir muy lejos (risas).

¿Qué reflexión se debe hacer de esta pandemia?

—Lo primero, tenemos que cuidar mucho mejor nuestra sanidad, porque nos han pillado sin los medios necesarios. Y, segundo, tenemos que colaborar y poner nuestro granito de arena para salir de esta más pronto que tarde.

Son muchísimas las personas que lo están pasando canutas por los daños colaterales que provoca. ¿Les ha propuesto el Mirandés una reducción de sueldo?

—No nos ha propuesto nada. Estamos hablando todo el equipo y es la Liga la que tiene que ofrecer a todos los clubes de Segunda División una alternativa.

¿Se bajaría el sueldo?

—Sin lugar a dudas si es lo mejor para el Mirandés.

Aunque en su condición de cedido tendría que negociarlo con el Athletic, que entiendo asume parte de su ficha.

—En eso ya no me meto y se tendría que hablar entre todas las partes.

¿Cómo es su contacto con el vestuario del Mirandés?

—Es la primera vez que salía de casa, iba, no con miedo, pero sí con un poco de respeto, con gente más veterana. El vestuario me recibió estupendamente, somos una pequeña familia y nosotros siempre decimos que somos una banda. Somos un equipo humilde y con una gran relación entre todos, de ahí los buenos resultados que hemos cosechado tanto en la Copa como en la liga.

¿Con quién mantiene más relación durante este confinamiento?

—Con prácticamente todos. Hablamos por el grupo de WhatsApp para ver cómo transcurren las cosas y además nos vacilamos mucho.

¿Ha hecho migas con algún compañero en especial?

—Con los cedidos de la Real Sociedad, tanto con (Jon) Guridi, como con (Martín) Merquelanz y con los más jóvenes; nos llevamos estupendamente.

¿En qué medida le perjudica este parón mínimo de seis semanas por su perfil de futbolista?

—No solo a mí, sino que nos ocurrirá a todos. Evidentemente no vamos a volver en la misma condición física que teníamos, pero tenemos que intentar cumplir en casa a rajatabla la preparación que nos han mandado para estar lo mejor posible en el retorno, ya que entonces tendremos que hacer una minipretemporada de dos semanas por lo menos.

¿Ante qué Iñigo Vicente estamos respecto al que salió de Lezama el pasado agosto?

—Soy más maduro, tanto en lo personal como en lo futbolístico. He crecido mucho y entiendo mejor los conceptos en situaciones de juego.

¿Curte la Segunda División?

—Sí, es una categoría muy exigente, con equipos fuertes y buenos jugadores. Creo que me ha venido muy bien dar este paso para crecer como futbolista y ver también lo que hay fuera del Athletic.

¿Qué matiz le ha costado digerir más?

—Va todo mucho más rápido en Segunda, se dan muchas diferencias respecto a Segunda División B, coger el ritmo de juego es lo que más que costó al principio.

De puertas a fuera asoma un futbolista al que le falta más músculo físico, quizá también competitivo. ¿Es así?

—Al final ningún futbolista tiene todo. Hay quien le falta cuerpo y hay también a quien le falta más calidad con el balón. Yo trabajo para ello, para ganar masa muscular y para ponerme más fuerte.

¿Qué es lo que más le exige Andoni Iraola?

—Me exige que haga lo mejor para el equipo, que trabaje para el colectivo, si trabajamos todos juntos iremos sacando resultados y todos sacamos fruto a nivel personal. Sí es cierto que me pide trabajo defensivo, que pelee, que no dé por perdido ningún balón.

¿Ha tenido que hacer trabajo específico?

—Cada vez que acabo los entrenamientos sí me quedo bastante tiempo en el gimnasio, una hora incluso. Gracias a ello estoy mejorando. Veo que es una de las cosas que me falta y si no lo hago yo…

Es un futbolista que gusta de un continuo contacto con el balón. ¿Se ha tenido que reinventar?

—Este año hemos hecho buenos partidos y sé que no somos un equipo que tenga mucho balón, sino que pelea mucho. Cuando tenemos que presionar, lo hacemos; cuando tenemos que correr, lo hacemos, y lo mismo cuando tenemos que atacar. Nos adaptamos, al final, a todas las facetas de juego.

¿Recibe lo suyo por parte de los defensas rivales?

—En algunos partidos sí que recibo bastante, pero son cosas del fútbol que hay que asumir.

¿Que defensa le ha amargado la vida?

—Al que más me ha costado superar es a (Carlos) Vigaray, me hizo correr toda una segunda parte y lo cierto es que me dio mucha guerra.

¿Interior o media punta?

—Me encuentro a gusto en las dos posiciones, aunque igual me encuentro más cómodo como interior o extremo, porque también me permite meterme hacia dentro.

Dicen que es un obsesionado del fútbol y que incluso tiene vocación de entrenador.

—Tengo carné de entrenador, es algo que me gusta mucho y he entrenado un par de años a equipos de chavales. Sigo muy de cerca el fútbol y al final es de lo que vivo.

¿Cuál es su idea como entrenador?

—Me gusta saber adaptarme a las situaciones de partido, no me gusta tocarla solo, ni el pelotazo todo el rato, sino que hay saber leer los encuentros.

¿Tiene miedo al fracaso?

—Para nada, la verdad.

Se lo pregunto porque se han puesto altas expectativas sobre su persona.

—Eso es bueno, porque se entiende que has hecho las cosas bien y la gente tiene muchas expectativas. Yo voy a intentar cumplirlas, dar lo máximo de mí y a ver hasta dónde puedo llegar.

¿Le marcó su primera salida de Lezama para ir al Danok Bat?

—Era muy pequeño y fue un palo tremendo. Con los años se ha visto que me vino muy bien para mejorar y no acomodarme.

Proyecta mucha ambición.

—Quiero ser el mejor en todo, siempre quiero ganarlo todo, quiero meter el mayor número de goles, de asistencias…

¿Se están cumpliendo sus expectativas en el Mirandés?

—Sabía que era mi primera experiencia fuera de casa, en una categoría muy dura, llevo cinco goles y cuatro asistencias, y creo que no son malos números. Quedan once partidos de liga y creo que voy a cerrar una temporada buena. El equipo es séptimo, a cuatro puntos del play-off, seguro que vamos a dar guerra hasta el final y creo que podemos luchar por el ascenso.

¿Cree que se va a reanudar la liga?

—Por supuesto que queremos que así sea, pero no nos vamos a poner en riesgo ni lo vamos a hacer con otras personas. Depende de cómo evolucione la pandemia y de qué decidan los organismos. Queremos que se reanude, ya que ganamos el último partido (1-2 al Alcorcón) para cerrar dos meses sin ganar.

En una remontada en la que fue decisivo, salió en el tramo final y participó en los dos goles de su equipo.

—Sí, íbamos 1-0 en contra, salí sobre el minuto sesenta y provoqué el penalti del 1-1, para también generar después la jugada del segundo gol.

Dos tantos que ejecutó Merquelanz, quien paradójicamente es su competencia directa para entrar en el once de inicio.

—Tengo una buena relación con él, pasamos muchas tardes juntos por Miranda, porque estamos los dos solos en casa. Tampoco lo veo como una competencia directa. Nos entendemos bien en el campo y hemos coincidido en el césped en muchos partidos. Ha habido momentos en los que no ha estado bien y he entrado yo, y viceversa.

De este Mirandés ha sorprendido por su brillante recorrido en la Copa, en la que se quedaron a las puertas de hacer historia en el supuesto de haber alcanzado la final. ¿Les pudo el vértigo en el partido de vuelta de su semifinal ante la Real Sociedad?

—Para nada. Jugamos ante un equipazo y ante el que competimos en Anoeta con un digno 2-1 en contra. Vinieron a Anduva y supieron hacer el partido que querían.

¿Por qué no jugó ese partido?

—Por decisión del entrenador, fue una cuestión técnica. Son partidos que gustan jugar porque igual no lo vuelves a jugar nunca.

Quizá sorprendió que Iraola no recurriera a usted por ese factor de frescura que podría aportar.

—Eso pienso, pero el míster no lo hizo así y es el que toma las decisiones. Está haciendo una gran temporada y no nos podemos quejar.

En caso de haber llegado a la final no hubiese podido enfrentarse al Athletic. ¿Son justas esas cláusulas del miedo?

—Ya le daba muchas vueltas a la cabeza con la familia y los amigos. No creo que sean justas, porque si me ceden, es para que juegue y si tengo que enfrentarme al Athletic en una final de Copa, la jugaría en toda su sustancia.

Imagínese que sí pudiera jugarla y marca el gol que le quitara el título al Athletic, quizá no podría volver a casa en un tiempo.

—(Risas) Me hubiera gustado jugarla evidentemente; por una parte, porque es una final, pero seguro que sí tendría un serio conflicto de sentimientos.

¿Irá a Sevilla a presenciar la final?

—Si no me coincide con el Mirandés, claro que estaré allí.

¿Con quién del Athletic se comunica desde agosto?

—Mantengo contacto con varios y me preguntan por WhatsApp cómo estoy, analizamos algún partido. Con el que más hablo es con Tiko, el encargado de hacer seguimiento a los cedidos.

¿Se ve en el primer equipo la próxima campaña?

—Sí. Esta cesión me ha venido muy bien para madurar y ver el fútbol desde otro prisma. El Mirandés me ha dado mucho y me ha curtido. Cuando vuelva a Lezama voy a pelear para ganarme un puesto.

¿En qué va a convencer a Gaizka Garitano?

—Gaizka me conoce a la perfección y sabe lo que puedo dar, pero quiero demostrar lo que he crecido como futbolista.