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El Athletic saca a pulso un empate

Los de Garitano se amoldaron a la propuesta del Getafe y, tras adelantarse y permitir el empate, condujeron con firmeza el choque hacia el único final posible

El Athletic saca a pulso un empateEFE

Antes de pasar página a toda velocidad porque así lo pide el nivel futbolístico que deparó el espectáculo que acogió el Coliseo, una denominación que anoche sonó más ampulosa que nunca, un instante para ponderar el punto sumado por el Athletic y alegrarse. Rentabilizar un partido fuera de casa, cualquiera, siempre se ha de tomar como una noticia positiva y en este sentido la justicia del empate no admite la más mínima discusión. Ambos equipos rivalizaron en méritos y deméritos, siendo los segundos mucho más numerosos y visibles, y consiguieron que la batalla campal decretada en cada rincón del césped discurriera por la senda del equilibrio. El encomiable esfuerzo brindado por Getafe y Athletic no podía ni debía desembocar en un desenlace diferente al que se produjo, por lo que poco más cabe añadir a la valoración del marcador final.

En todo caso, desde la óptica rojiblanca solo cabe lamentar que haber tomado ventaja no sirviera de nada, pues el 0-1 apenas duró un suspiro. Por lo demás, a destacar que el equipo supiera amoldarse a las características de su oponente y ya es la segunda oportunidad en que lo hace. Si en la primera jornada demostró que está capacitado para ofrecer una versión incómoda para el vigente campeón, esta vez desplegó otra muy útil para rebajar las expectativas de un rival que posee un concepto del juego diametralmente opuesto al del Barcelona. La cruda realidad es que el balance de los primeros 180 minutos de competición arroja un saldo magnífico. Los temores que planteaba el calendario han quedado completamente disipados gracias a los cuatro puntos que lucen en el casillero.

El Athletic ha entrado en la Liga con energía. Sabe qué le conviene y pone el máximo empeño en desplegar una serie de argumentos que le convierten en un auténtico hueso. Gaizka Garitano repitió alineación con la excepción de que Beñat ocupó el puesto de Unai López. Optó incluso por reservar a Iñigo Martínez y mantuvo el dúo formado por Núñez y Yeray. La cita, como se presuponía, fue de rompe y rasga, sin concesión alguna para la galería. Prácticamente los únicos detalles de calidad técnica se registraron en la ejecución de los goles. No había margen para la floritura, pero es que tampoco para encadenar cuatro pases. Presionar y dejarse el alma en cada disputa eran las consignas escritas con trazo grueso en las pizarras de los vestuarios.

Lógicamente, algunos no lo pasaron bien, especialmente los delanteros o gente como Muniain, Fajr o Beñat, sin un segundo de respiro para levantar la cabeza y buscar un compañero. Bregar y fajarse son asignaturas imposibles de digerir para futbolistas de perfil técnico cuando enfrente hay una legión de tipos de mirada torva dispuestos a lo que sea por ganar metros y eludir errores cerca del área propia. El balón, pobre, estuvo yendo y viniendo, sin rumbo definido, a menudo por el aire, maltratado por un sinfín de patadas a seguir y cabezazos. En términos de creación el encuentro fue muy deficiente, en amplias fases un horror, un monumento al despropósito al que contribuyeron prácticamente todos los que vistieron de corto.

El afán por destruir significó que las áreas casi ni se visitasen en los noventa minutos. Hallar acciones calificables como ocasión es un ejercicio vano. Y sin embargo hubo dos goles. Fueron al comienzo, quizás porque todavía el personal no se había ubicado en el terreno y era posible encontrar algún resquicio. Así, sin indicios que advirtieran de la posibilidad de que se generase una jugada trenzada, un cambio de juego de Williams permitió a Capa plantarse en una zona ideal para levantar un centro. El lateral, al igual que hiciera en San Mamés para gloria de Aduriz, templó con delicadeza e intención. La defensa del Getafe en bloque corría a proteger a su portero y a su espalda surgió la figura de Raúl García, libre de marca, quien demostró su clase con un toque sutil. Le bastó con poner el interior de la bota izquierda para que la pelota le golpease y el remate quedó fuera del alcance de David Soria.

Precioso, la verdad. Sin embargo, la alegría fue efímera. Tampoco hubo señales que hicieran pensar en que el Getafe igualaría antes de que Mata le ganase la posición a Yeray y de puntera batiese a Simón. El centro de Cucurella, sin mirar, a ver qué pasa, lo hizo bueno el instinto depredador del delantero. Semejante arranque parecía hacer saltar por los aires el guión, pero se quedó en puro espejismo. En adelante, la espesura lo invadió todo, las áreas quedaron blindadas y el duelo se transformó en lo que ya se esperaba: pierna fuerte, aplicación, concentración, generosidad y poquísimo interés en combinar a ras de césped.

Seguro que a Bordalás y Garitano no les hizo ninguna gracia el movimiento registrado en el marcador. Al primero por la forma en que se adelantó el Athletic y al segundo por el modo en que el Getafe neutralizó la desventaja. En definitiva ese par de remates fueron la consecuencia de errores ajenos y tal como respiran ambos entrenadores, lógico que les molestase ver con qué facilidad terminaban en la red dos lances que afeaban la puesta en escena. Aparte de esto, no les queda más remedio que dar por bueno el 1-1y sentirse satisfechos, sus chicos se dejaron la piel para no perder.

GETAFE: David Soria; Damián Suárez, Djené, Cabrera, Raúl Carnero (Min. 66, Nyom); Fajr (Min. 77, Portillo), Maksimovic (Min. 41, Bergara), Arambarri, Cucurella; Enric Gallego y Mata.

ATHLETIC: Unai Simón; Capa, Núñez, Yeray, Yuri; Beñat (Min. 74, Aduriz), Dani García; De Marcos (Min. 45, Larrazabal), Raúl García, Muniain (Min. 90, San José); y Williams.

Gol: 0-1: Min. 6; Raúl García. 1-1: Min. 12; Mata.

Árbitro: Mateu Lahoz (Comité Valenciano). Amonestó a Damián Suárez (Min. 65), Bergara (Min. 84), del Getafe; y a Capa (Min. 4), del Athletic.

Incidencias: Partido correspondiente a la segunda jornada de LaLiga Santander, disputado en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe, ante 10.103 espectadores, entre ellos alrededor de medio millar de seguidores del Athletic.