TODOS los caminos llevan a Valladolid, al menos saliendo desde Bilbao. Pocos viajes tan agradables y multitudinarios puede imaginar el aficionado rojiblanco cuando a mediados del mes de julio se sortea el calendario de liga. El José Zorrilla es visita obligada del hincha peregrino, ese que disfruta más viendo a su equipo jugando lejos de San Mamés que en casa. Los hay de todo tipo, aunque por lo general guardan rasgos muy comunes: el apetito, la sed y la vestimenta. En Valladolid, donde predomina el violeta de la camiseta del equipo local, el rojo manda en cada una de las visitas del Athletic. Es ley de vida. Seis años después del último enfrentamiento entre bilbainos y vallisoletanos en tierras castellano-leonesas, el Athletic se volvió de vacío del José Zorrilla. Otra vez será. ¿Cuándo? Tal vez en unos meses, o no. Todo depende de lo que suceda con el agónico Valladolid, que pelea por no bajar a Segunda División.

Ayer, pese a que la animosa hinchada rojiblanca no dejó de animar a los suyos -en torno a dos mil aficionados se dieron cita en las abarrotadas gradas del feudo vallisoletano-, la necesidad local se hizo notar, especialmente en una primera mitad que fue para olvidar. El Athletic no se contagió ni de lejos del espíritu festivo y animoso de su afición y pareció que, en efecto, estaban ya de fiesta, como si la plaza europea estuviera ya en sus manos. Visto lo visto en las últimas jornadas, aún habrá que remar y sufrir.

Lo mejor de una jornada como la de ayer, al menos en lo que a la afición se refiere, es que el conjunto rojiblanco sigue dependiendo de sí mismo para alcanzar posiciones europeas y que el día, o en el mejor de los casos el fin de semana, dio para mucho por las calles de Valladolid. La Plaza Mayor fue el punto de encuentro elegido para el inicio de la fiesta y a la que se sumó la parroquia local, sobre todo cuando saboreó la victoria pasadas las ocho de la tarde. Alguno se coló en la kalejira organizada por la Iñigo Cabacas Herri Harmaila desde el centro de la ciudad hasta el campo, donde los hinchas locales calentaron motores entre parriladas y cervezas a ritmo de los Celtas Cortos, cómo no. Poco después todos sufrieron, aunque como la alegría va por barrios, quienes terminaron sonriendo fueron los aficionados del Valladolid.

TROTAMUNDOS ELIZEGI Es muy probable que en algún tiempo pretérito no muy lejano, entre los fieles seguidores del Athletic en las gradas del José Zorilla o de algún otro campo estuviese Aitor Elizegi. Ayer, desde su cargo de presidente del Athletic, le tocó cambiar la bufanda por la camisa y la corbata y se sentó junto a Ronaldo Nazario en el palco de autoridades. Así puso fin a un fin de semana intenso en el que sacó tiempo para visitar en la tarde del sábado a la peña Palentina del Athletic, acompañar al equipo femenino en el cierre de liga frente al Madrid CFF en la mañana de ayer y, antes de tomar asiento en el campo del Valladolid, se citó en Medina del Campo con representantes municipales y de las Peñas de Medina del Campo, Arevalense y Segoviana. Un fin de semana completo.

Sentado desde la zona noble, sufrió el presidente del Athletic como uno más. Sin exteriorizar. Pensando en que quizá sí, el año que viene pueda disfrutar de una victoria de su equipo en el José Zorrilla. “¡Pucela es de primera!” cantaron los aficionados locales en la despedida de su equipo. De que lo sigan siendo dentro de dos jornadas dependerá que la próxima visita del Athletic se prolongue más o menos en el tiempo. La pregunta es clara: ¿Volveremos a Pucela? Entonces, sí, que el resultado sea lo más importante.