Bilbao - Las últimas semanas del calendario suelen ser marco propicio para la sorpresa. De por sí, fechas al margen, el fútbol es una fuente de la que mana en abundancia lo imprevisto y hasta lo inexplicable, pero el final de una competición que va casi de verano a verano es campo abonado para las noticias que descolocan al personal. Empezando por el divorcio que se registra entre los resultados y los pronósticos, algo que seguramente obedece a que hay demasiadas cosas en juego, todas de crucial trascendencia para los clubes: títulos, premios, descensos, salvaciones,? En este aspecto concreto puede afirmarse que el Athletic no está consiguiendo pillar con el pie cambiado a nadie. Tras un decepcionante arranque, revivió allá por el mes diciembre e inició entonces un proceso de recuperación que no ha cesado, según refleja la clasificación.

Acumula cuatro largos meses fiel a un funcionamiento que le ha valido para puntuar con una altísima frecuencia, ha sumado en la mayoría de las jornadas y de momento persevera en dicha línea. Apenas han trascurrido unas horas de la conquista de su duodécima victoria, undécima de la etapa de Gaizka Garitano. Sin profundizar en las formas empleadas, solo cabe constatar que el 0-1 de Butarque se enmarca en una dinámica conocida. El Athletic ha acreditado suficientemente un sólido nivel competitivo y frente al Leganés se limitó a anotar otra muesca en su culata, pese a que no necesitase alojar un solo remate en la portería rival.

Pero metidos de lleno en abril se producen otros hechos llamativos, que reclaman la atención. A falta de escasas jornadas para desembocar en las vacaciones, es asimismo común que en las plantillas se multipliquen los contratiempos. El futbolista acusa el desgaste físico y psicológico derivado de muchos meses de actividad. Aumenta por ejemplo el riesgo de lesiones y, por lógica, los ciclos de amonestaciones se convierten en una amenaza real para el futbolista habitual en las alineaciones. En definitiva, el vigente es un período particularmente exigente para los entrenadores, que de repente han de afrontar problemas que aun estando presentes en otras fases de la temporada acaso no resultaban tan condicionantes. No se olvide que es el turno de los partidos que definirán el balance del ejercicio.

Y en la participación de los jugadores en el esprint de la liga sí que el Athletic ofrece material sorprendente que conduce a la reflexión. En orden cronológico inverso, la relación de asuntos llamativos estaría encabezada por Mikel Rico, ausente de la competición desde primeros de noviembre y que de repente surgió en Leganés para completar los noventa minutos. Ni siquiera había sido incluido en alguna lista previa por Garitano, aunque llevaba un buen puñado de semanas disponible después de un tiempo en el dique seco por problemas físicos. La reaparición de Aduriz en el once de salida también destaca, pero él ya había sido convocado y dispuso de un rato en un par de jornadas recientes.

Lekue, baja desde la pretemporada, sería el hombre que ha protagonizado el mayor salto al jugar 180 minutos en cuatro días con un rodaje mínimo. Y también merece ser citado Unai López, sometido a un ostracismo extremo por el actual técnico hasta que asomó la cabeza frente al Rayo y volvió a saltar al césped del Bernabéu.

respuesta positiva Es más que probable que Garitano no hubiese recurrido a estos futbolistas que por diferentes motivos no habían alcanzado un relieve en la campaña de no haber mediado la indisponibilidad de compañeros con plaza fija en la pizarra. El denso parte médico justificaría pues que se hayan reclamado sus servicios en citas tan decisivas, pero una vez que ha ocurrido de esta manera es de justicia señalar que en general su respuesta ha sobrepasado cualquier previsión. Es decir, no procedería catalogar las aportaciones de Unai López, Lekue, Aduriz y Rico como impactantes por su excelencia, pero es que solo faltaría que gente infrautilizada triunfe a las primeras de cambio. Sin embargo, desde una óptica realista, ajustada a sus problemáticas particulares, habrá que convenir en que la impresión que han dejado es positiva.

Dicho de otro modo, sorprende que en absoluto desentonen respecto a jugadores que gozan de la máxima confianza del entrenador y prácticamente no se han perdido un partido a pesar de su irregular comportamiento, por emplear un término suave. Garitano ha insistido en repartir responsabilidades entre un grupo determinado de futbolistas y ha prescindido de otro grupo. Su apuesta sería correcta a la vista de los resultados, pero al ver en acción a esos que no contaban y a otros que también tuvieron un paso fugaz por el equipo, es legítimo dudar de la bondad del criterio imperante. No en vano, siempre existe margen de mejora.