Síguenos en redes sociales:

Iriondo, un mito inmortal

José Ángel Iribar, Dani Ruiz Bazán, Koldo Agirre, Javier Clemente, Andoni Goikoetxea e Iñaki Sáez profundizan en la huella futbolística y personal del legendario atacante gernikarra, “un gran hombre que se hacía querer”.ATHLETIC RISAS CLUB: Regalo a Iriondo ATHLETIC BIHOTZEZ: Milagro en La Catedral, ¡gracias Rafa!

Iriondo, un mito inmortal

mILES y miles de corazones rojiblancos como los que portan en su ser hombres con marcado ADN Athletic como José Ángel Iribar, Dani Ruiz Bazán, Koldo Agirre, Javier Clemente, Andoni Goikoetxea e Iñaki Sáez, aún compungidos y apesdumbrados al atender la llamada de DEIA, se paralizaron de golpe en la noche del miércoles. Fue entonces cuando el Athletic dio a conocer públicamente la triste noticia del fallecimiento de Rafa Iriondo a los 97 años de edad, el último integrante en vida de la mítica delantera completada por Venancio, Zarra, Panizo y Gainza seis décadas atrás y que tantas tardes de gloria regaló a la afición bilbaina.

Con un título de liga (1943) y cuatro Copas (1943, 1944, 1945 y 1950) conquistadas en sus trece temporadas como león, en las que marcó un total de 117 goles en los 326 partidos disputados como rojiblanco, Iriondo logró que su imborrable huella vestido de corto permaneciera viva tras su salto a los banquillos, convirtiéndose en el entrenador que comandó al Athletic hacia un nuevo entorchado copero en 1969.

Los seis expupilos de Iriondo citados en el inicio del humilde reportaje escrito con el que Iribar, Dani, Agirre, Clemente, Goikoetxea y Sáez intentan alejarse de las incontrolables emociones para profundizar en la figura, dentro y fuera de los terrenos de juego, de un hombre marcado por su elegancia, saber estar y honradez, coinciden en catalogar como “leyenda” al atacante gernikarra. El sentir es unánime. También las muestras de afecto, que brotan del alma, como ejemplifica Iribar, destacado pupilo de Iriondo en las temporadas 1968-69, 1974-75 y 1975-76.

“Todos estamos muy tristes porque Rafa es una leyenda del Athletic. Se nos ha ido una gran persona que se hacía querer. Tenía una gran memoria para hablar de fútbol, de jugadores e incluso de partidos, con un sentimiento Athletic muy puro y que llevaba muy dentro”, destaca el exguardameta zarauztarra, otra auténtica leyenda rojiblanca. De mito a mito, Iribar siempre mantuvo una estrecha relación con Iriondo, con quien acostumbraba a charlar e intercambiar sonrisas y confidencias en homenajes que unían sus caminos, así como en las reuniones anuales de la Asociación de Veteranos, aunque “a la del año pasado no pudo acudir”.

Iribar, no en vano, siempre idolatró a aquel extremo diestro de cuyos servicios también disfrutaron Gernika, Atlético Tetuán, Barakaldo y Real Sociedad. “En nuestra juventud idolatramos aquella mítica delantera del Athletic de la que él formó parte activa. Era el último que seguía vivo de esa generación tan importante y que era conocida mundialmente”, subraya el Txopo, emocionado al echar la vista atrás y recordar, orgulloso, que “le tuve como entrenador y gracias a su buen hacer ganamos la Copa en 1969, algo muy importante para mí, porque no lo había logrado hasta entonces. Ronnie Allen estaba ya entre nosotros para preparar la próxima temporada, pero Rafa se mantuvo firme hasta el final y nos llevó hasta el título en la final contra el Elche”.

La última vez que ambos coincidieron fue el pasado mes de octubre en el Club Jolaseta de Getxo, en un homenaje de la Fundación Pichichi a los máximos artilleros de la historia del Athletic.

Alma de goleadores Allí estuvo también Dani Ruiz Bazán, a quien Iriondo dirigió entre 1974 y 1976, siendo el técnico con el que debutó el de Sopuerta en la máxima categoría del fútbol estatal. “El miércoles, cuando me enteré de la noticia, sentí mucha pena y tristeza, porque nos ha dejado un excompañero del mundo del fútbol y un gran amigo en lo que a mí respecta. Era un hombre muy amable y buena persona”, reflexiona Dani, quien remarca que “hablar de Rafa Iriondo significa recordar una época histórica del Athletic, habiendo sido el último superviviente de aquella extraordinaria delantera”.

El legendario capitán rojiblanco, que solo guarda “grandes recuerdos” de Iriondo debido a la “cariñosa” amistad que les unía, apunta que el gernikarra fue un entrenador “muy metódico, de costumbres muy regulares”. “Siempre usaba su propia gabardina y si ganábamos un partido, la semana siguiente trataba de ponerse la misma ropa para ver si había suerte”, señala Dani, a quien se le escapa una dulce sonrisa al recordar una anécdota del pasado.

“Fue en un partido que jugamos en el Nou Camp, en el que dijo la alineación en el vestuario y al llegar al número 7, no dijo ningún nombre. Fue el único jugador de campo que quedó en el aire y a falta de treinta minutos para que comenzara el partido, ni Txema Lasa ni yo sabíamos quién iba a jugar de inicio. Sabíamos que el míster había tenido dudas, por lo que fui donde él y le dije ¡Míster, que no ha dicho el número 7! Rafa me miró y me contestó Bueno, bueno, el primer tiempo Lasa y el segundo lo juega usted. Fue curioso”, relata Dani, presente en la final de Copa que Iriondo ganó al Athletic como técnico del Betis en 1977.

Koldo Agirre era el entrenador del Athletic. A pesar del paso del tiempo, aún no se le ha olvidado lo que le dijo a su homólogo en el banquillo, quien en el curso 1968-69 había sido su técnico en el Athletic. “Antes de la tanda de penaltis le dije Vas a ganar seguro, porque tienes una flor en el culo. Y así fue, tuvo una suerte de la leche y nos ganó. ¡Qué se le va a hacer!”, lamenta Agirre, profundamente apenado por el fallecimiento de un “amigo”, dado que “siempre se portó de maravilla conmigo y era un tío estupendo. Se hacía querer porque era un hombre muy majo, ameno y buena persona”.

También resalta Agirre, emocionado tras ver su fotografía con Iriondo e Iribar en la despedida del viejo San Mamés, el gusto del gernikarra por la pelota a mano y que “siempre que podía iba al frontón a ver partidos. A veces, también apostaba”.

Valiente e innovador En el fútbol, otra de las grandes apuestas de Iriondo tuvo a Javier Clemente como protagonista. El de Barakaldo, que debutó como león de la mano de Piru Gainza en septiembre de 1968, se asentó en el primer equipo rojiblanco al calor del técnico vizcaino, valiente e innovador a partes iguales. “Rafa cogió el equipo tras la destitución de Piru y ese mismo año fuimos campeones de Copa con él. Era y sigue siendo un histórico, de los que escriben la historia del Athletic”, apunta Clemente desde Túnez.

El baracaldés, que recuerda positivamente el ambiente que reinó en el vestuario bilbaino mientras Iriondo ejerció como entrenador, hace hincapié en que “era otra época, pero la relación con él siempre fue muy buena. Era muy buena persona, del Athletic de toda la vida, pero lamentablemente, 97 son muchos años”. Especial era también el afecto que sentía Andoni Goikoetxea por Iriondo. “Fue mi primer entrenador, con el que debuté en el Athletic en 1975. Tenía 18 años cuando empecé a entrenarme con el primer equipo y una de las cosas que me llamó la atención de él fue que me tratara de usted”, afirma el de Alonsotegi, quien se enteró del fallecimiento de su gran valedor por “un amigo”.

“Me puse muy triste cuando me lo comunicó, le tenía un enorme cariño. Fue quien me dio la oportunidad de debutar con 18 años y de tener después una dilatada carrera en el Athletic. Con el paso de los años mantuvimos ese cariño mutuo y cuando le veía le recordaba que gracias a él debuté. Él se reía”, desvela Goikoetxea, quien recuerda perfectamente cómo se fraguó su debut oficial como león.

“En un entrenamiento se lesionó Félix Zubiaga, quien también ha fallecido recientemente. Estábamos en vísperas de jugar un partido de Copa contra la Real en Atotxa y antes de terminar aquel entrenamiento, Rafa me llamó. ¡Venga usted, señor Goikoetxea. Me acerqué y me preguntó si había jugado alguna vez como lateral izquierdo. Imaginé por donde iba el tema tras la lesión de Zubiaga, por lo que a pesar de no haber jugado nunca en esa posición, le dije que lo había hecho alguna vez. No tardó nada en decirme Pues prepárese, porque mañana va a jugar de lateral izquierdo. Así se cocinó mi debut en Atocha”.

Goikoetxea, apesadumbrado por el triste agur de Iriondo, subraya que el de Gernika “le ha dado todo al Athletic como futbolista y como entrenador. Es una leyenda que, tristemente, se ha ido”. “Cuando nací, Rafa ya había colgado las botas tras formar parte de aquella legendaria delantera con Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. Era el último de ellos que quedaba con vida y hasta hace poco tenía una cabeza muy buena, brillante, a pesar de la edad, lo que significa envejecer con salud”, añade a su discurso Goikoetxea, que quita hierro a la final de Copa que Iriondo le arrebató como técnico del Betis, puesto que “se marchó de aquí y nos ganó aquella final, pero no deja de ser una anécdota más de las muchas que deja el mundo del fútbol”.

Viejos conocidos Iñaki Sáez, que vio jugar a Iriondo “algunos partidos en San Mamés cuando era pequeño”, admite que “sabía que estaba muy malito, pero su muerte me cogió por sorpresa y me entristeció mucho, porque siempre le he querido mucho”. El cariño fue recíproco y la admiración de Sáez por Iriondo, poderosa desde que el bilbaino acudía a ver los entrenamientos del Indautxu cuando el gernikarra ejercía como entrenador.

“Le conocía casi mejor que ningún otro, porque vivía enfrente del campo Garellano y siempre que podía iba a ver los entrenamientos de Rafa en el Indautxu. Después, cuando yo tenía 18 años, entrenó al Barakaldo y le tuve como técnico una temporada (1961-62) en la que aprendí muchísimo. Sobre todo, lo relativo a mi demarcación de extremo derecho, donde él había jugado. Se volcó conmigo, me trató de maravilla y me ordenaba hacer continuos unos contra uno frente a los defensas para que aprendiera y me desarrollara como futbolista”, remarca Sáez, que tiene claro que Iriondo fue, además de un “gran futbolista” y “formidable persona”, “el entrenador con el que más cosas aprendí en mi carrera”.

Es la huella que deja, tras 97 años de vida dedicada al fútbol y a su familia, un mito que continuará brillando con luz propia más allá de lo terrenal. Con Venancio, Zarra, Panizo y Gainza de nuevo como socios, Rafa Iriondo puede presumir de haber dejado un legado imborrable en el Athletic, el club de sus amores como jugador, entrenador y aficionado.