Cuando Peter Lim echó su firma en el último papel que acreditaba la compra del Valencia a través de la empresa Meriton, tanto en Bankia, la entidad financiera que aglutinaba la mayor parte de las deudas del club; como en la Generalitat o en el Ayuntamiento de la ciudad y sobre todo en el valencianismo se respiró profundamente.

El acontecimiento ocurrió el 1 de diciembre del pasado año tras arduas negociaciones y no pocos recelos, no en vano un empresario de Singapour, riquísimo, quiso darse el capricho, pero ¿por qué precisamente el Valencia?

Tras hacerse con el 70,06% de las acciones del club y su magra deuda pagando 94 millones de euros, Lim aplacó las suspicacias de la hinchada, temerosa de perder sus señas de identidad, comprometiéndose a mantenerlas y además fomentarlas, forjando un equipo competitivo capaz de codearse con los grandes de Europa.

Nueve meses después, parece evidente que la decisión de Lim de comprar el Valencia no fue fruto de un flechazo. Más bien siguió el dictamen de su amigo y consejero, el poderoso agente portugués Jorge Mendes, que de sobra conocía las prestaciones que le podía brindar un club como el levantino. Por una parte, permitía a Lim, un fanático de los deportes, entrar en el mundillo futbolístico europeo tras varios intentos anteriores frustrados y a él confeccionar la plantilla colocando a sus jugadores, además del entrenador, el desconocido Nuno Espírito Santo, que, casualmente, siempre ha tenido una especial inclinación a mirar en el escaparate de Mendes, de cuyo catálogo llegaron ocho jugadores (Enzo Pérez, Rodrigo Moreno, Andre Gomes, Joao Cacelo, Santi Mina, Zakaria Bakkali, Santos y Abdenour). Desde la irrupción de Lim el Valencia ha invertido 175 millones de euros en fichajes.

la marcha de salvo Como el experimento acabó bien, con esa cuarta plaza que abría la puerta a la Champions tras un final de temporada fantástico, la afición valencianista no puso mayores objeciones a reconocer la otra verdad: la soterrada pérdida de identidad, sobre todo cuando el pasado mes de junio dejó el club Amadeo Salvo, Presidente Ejecutivo del Valencia y gran valedor de Peter Lim, y también tuvo que marcharse Rufete, hasta entonces director deportivo.

El pasado 1 de julio Lay Hoon Chan, mano derecha de Peter Li, se hacía cargo de la presidencia absoluta del club. La confección de la plantilla confirmaba lo evidente, que el Valencia se movía a capricho y conveniencia del presidente en la sombra, Jorge Mendes, como se demostró por ejemplo en la marcha de Otamendi al Manchester City, operación llevada a cabo por el empresario portugués por 45 millones de euros. Sin embargo los 30 millones pagados por Rodrigo al Benfica fueron a parar a Meriton, la empresa de Lim que poseía los derechos del jugador. La comisión de otros 120 millones en fichajes los ha tramitado Gestifute, propiedad de Jorge Mendes.

Porque Lim, cómo no, a través de Mendes, se apunta a otro negocio: mercader de estrellas. El magnate singapurés de origen chino dispone desde el pasado 1 de julio y para los próximos seis años de la propiedad y gestión del 50% de los derechos de imagen de Cristiano Ronaldo a través de la empresa Mint Media con sede en Hong Kong.

A todo esto la afición del Valencia ha asistido con resignación a los trapicheos del dúo Lim-Mendes, no en vano el final feliz con el que terminó la temporada (y el control absoluto del club) les ha brindado la coartada perfecta para hacerlo. Sin embargo, en cuanto comenzó el presente curso y apenas se torcieron las cosas, el malestar de la hinchada se hizo evidente y descargó sobre la cabeza más visible, la del entrenador.

A Nuno no le perdonan ni una, sobre todo cuando en la quinta jornada el técnico luso presentó frente al Espanyol una alineación con ocho futbolistas de Mendes, dejando fuera a Negredo, Alcácer, Parejo y Mustafi, cuatro futbolistas de fuste.

La marejada desatada se trasladó a los tribunales el pasado 24 de septiembre, cuando Miguel Zorío, exvicepresidente del Valencia, interpuso a través de la plataforma Marea Valencianista, una denuncia en la Fiscalía de los Juzgados de Valencia contra Peter Lim, Jorge Mendes y Amadeo Salvo por utilizar el Valencia en beneficio propio. Les acusa de “administración desleal, apropiación indebida y déficit societario” ya que con el dinero del club Peter Lim, sostiene Zorío, firma jugadores de su propiedad y la de su socio Jorge Mendes para pagar la compra del Valencia aplicando un sobrecoste de algunas incorporaciones, como la de Rodrigo Moreno.