El Valencia presume de Paco Alcácer
Alcácer, que perdió a su padre en 2011, se ha convertido en el nuevo hombre gol de pizzi
bilbao - El fútbol acostumbra a dar tantas vueltas que la paciencia se convierte en multitud de ocasiones en la más preciada virtud de los futbolistas. Más aún, si el protagonista es un canterano nacido en Torrent en 1993 que trata de hacerse un hueco en la siempre exigente primera plantilla del Valencia. Bien lo sabe Paco Alcácer, ligado al éxito en las categorías inferiores de la selección estatal desde los 16 años y, ahora, principal referencia ofensiva de Juan Antonio Pizzi después de haber iniciado la temporada en la grada.
Antes de la llegada del técnico argentino, que tampoco contó con Alcácer en los primeros compromisos al no tener apenas referencias sobre él, había sido Miroslav Djukic el que miró hacia otro lado para dar con su hombre gol. Tras las salidas del club de Nelson Valdez y, sobre todo, de Roberto Soldado, la delantera del Valencia necesitaba un nuevo inquilino de garantías, pero el elegido para asumir la responsabilidad no fue Alcácer.
El joven punta valenciano, que abandonó el filial che para militar sin demasiado éxito en calidad de cedido en el Getafe el curso pasado, volvió a casa en el verano de 2013 con competencia renovada. Los fichajes de Hélder Postiga y Dorlan Pabón, además de la presencia del brasileño Jonas le cerraban el camino. Tanto que, a pesar de estrenarse como goleador valencianista el pasado 3 de octubre ante el Kuban en la Europa League, Djukic tardó en darle las llaves de la titularidad.
La nefasta marcha del equipo en la Liga y el bajo rendimiento de Postiga, sin embargo, dieron vuelo a Alcácer, que respondió con buenas actuaciones a gran parte de las muestras de confianza que le lanzó Djukic. Y es que a sus 20 años, el valenciano puede presumir de haberse forjado un currículo con el que pedir a gritos un buen número de minutos sobre el verde.
Habilidoso con el balón en los pies, sumamente intuitivo e insistente en los desmarques, el ariete de Torrent siempre ha tenido una relación especial con el gol. No le fue bien con Luis García Plaza en el Getafe, donde, lejos de ser titular, tuvo que conformarse con anotar cuatro goles -el primero le sirvió para convertirse en el jugador más joven en marcar con el Getafe en Primera División- y sumar experiencia en un vestuario de Primera División, pero sus éxitos como internacional avalaban su auténtica valía. Unas aptitudes que han terminado convenciendo a Pizzi, quien pese a las pruebas realizadas en los últimos partidos por exigencias del guion, ya le ve como su principal delantero centro.
Alcácer, no en vano, asoma ya como el máximo artillero che en la presente temporada, igualado con Jonas. Sus nueve goles en los veinte partidos disputados -cinco en Liga, uno en Copa y tres en la Europa League-, en los que suma 1.140 minutos, le han convertido en el nuevo e indiscutible hombre gol de Pizzi, quien ha dado forma a una peligrosa asociación ofensiva completada por Feghouli y Vargas, contratado en el mercado invernal, al igual que el joven ariete brasileño Vinicius Araujo.
trágico suceso en el pasado La constancia y el firme objetivo de hacerse un nombre en el mundo del fútbol han podido con todo, en el caso de Alcácer. Aun así, Paco jamás olvidará lo sucedido el 12 de agosto de 2011. Aquel día, en el que todo era felicidad por haber marcado su primer gol con el primer equipo che con la Roma como rival en el Trofeo Naranja, la tragedia llamó a su puerta. A la salida del estadio, de repente, su padre cayó fulminado como consecuencia de un ataque al corazón que le arrebató la vida.
El golpe, de primera magnitud y difícil de digerir, marcó su renovado carácter y multiplicó su intención de ser alguien en el fútbol en honor a su padre. "Aquel palo tan duro que tuve me ha hecho ser muy fuerte mentalmente. Él solo quería que yo fuera feliz, así que me quedé con que mi padre también se fue contento viendo que aquel día había marcado en Mestalla", afirmó Paco Alcácer en una entrevista. Ahora, casi tres años después de aquel triste y demoledor pasaje, sus goles colman de felicidad al valencianismo, que ya presume de él después de haber tenido a un auténtico depredador guardado en el armario.