La bola de demolición
San Mamés despide el año con una victoria que invita a soñar con una temporada de Champions
bilbao
E l balón es una bola de demolición que el Athletic maneja con habilidad, de acá para allá, hasta acabar con las fuerzas, la paciencia y las buenas o malas intenciones que traiga el rival. Y San Mamés vibra con cada exhibición de voracidad. Tanto que ya se ha instalado en gradas y tribunas aquella que parecía la palabra prohibida: Champions. Lo había anunciado Valverde: era el día para presentar las credenciales. Y en aquellas palabras suyas había quedado la impresión de que quiere contagiar el sueño a todo el Athletic, desde el utillero hasta el que se sienta en la última fila de la grada. Lo ha conseguido. Ayer a la salida de San Mamés la palabra se pronunciaba sin disimulo.
"¡Aita, somos invencibles!". Hay que escucharle a Iker González, nueve años de edad. Tiempo atrás, hablaríamos de la bendita inocencia de la infancia, pero ayer... Ayer, y pese a que el partido fue uno de esos encuentros de sangre, sudor y lágrimas, con la hermosa y estéril valentía vallecana y el Athletic dándole y dándole, le creyeron miles. De nuevo dominó el Athletic, de nuevo se lanzó el equipo con la fe que mueve montañas y de nuevo atrapó el pájaro de la victoria.
Los más exquisitos, aquellos que adoran el legendario fútbol del Barcelona de Guardiola, ponían algún pero. No trenzamos bien y fallamos en el remate, se escuchó en alguna ocasión en San Mamés. Sonó como un verso libre en el intratable discurso del Athletic que juega cada partido como si fuese el último de sus vidas. ¡Cómo no contagiarse!
Ni siquiera cuando Bueno cazó el empate de un tijeretazo a falta de media hora y el Athletic se veía obligado a un nuevo esfuerzo llegaron las dudas. Para entonces San José ya había cumplido con su tradición en el área enemiga pero faltaban otros asiduos. Por ejemplo, Mikel Rico, quien se ha ganado el corazón de San Mamés a base de partidos propios de un minero de San Luis: inquebrantable y sin desmayo. Su cuarto gol en Liga fue celebrado en las gradas, que ya festejan la presión del equipo -dan miedo cuando arrancan a por el balón...- como la antesala de una ocasión de gol. Y suelen acertar.
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