Bilbao
martín Lasarte (Montevideo, 20 de marzo de 1961) abandonó Uruguay, dejó de entrenar al Danubio y se plantó en el verano de 2009 en Gipuzkoa para coger las riendas de una Real alicaída. Mucho tiempo atrás, en la oscura dictadura, en años de lágrimas y dolor, su padre abandonó su Andoain natal y se marchó en busca de mejor vida, de sonrisas y monedas a Uruguay. Por eso "Martín Lasarte Arrospide Eizagirre Otegi Arrostegi", como él recita de carrerilla y sin atascarse, está en Donostia como en casa, por eso siente el técnico realista Euskadi como propia. "Mi padre fue una persona que nos transmitió mucho de su vida: la cultura, la comida, el deporte, sus vivencias... Él era practicante, iba a Pasajes, que si la moto, que si la nieve... Y nosotros -somos dos hermanos- lo vivimos con mucha intensidad. Mi padre era un tío de 1,86, un gigante, cuando se ponía el abrigo y la txapela era una cosa... Te daba miedo y era más bueno que el pan. Él siempre nos quiso dar más de lo que nosotros aceptamos recibir y hoy me arrepiento. Por ejemplo, enseñarnos a hablar vasco. A nosotros nos daba un poco de pudor o no sé, mi padre nos enseñaba canciones y aún hoy las escucho y las tarareo. No las canto porque no me sé la letra exactamente", recordaba con DEIA Lasarte meses atrás, cuando la Real, que cabizbaja durante dos temporadas deambulaba por la Segunda División empezaba a plantar cara en la categoría de plata y a sentir el cosquilleo del ascenso.
Martín nació en Montevideo y allí creció y maduró en un mundillo vasco. Su padre creó esa atmósfera euskaldun; rodeado de vascos, amigos, bares... "Muchos domingos antes de comer íbamos con mi padre y sus amigos a tomar algo. Eran catorce vascos y nosotros dos ahí. Mi padre nos llevaba para taparse porque entre que nos tomábamos una Coca Cola y un bocadillo, ¡vete a saber lo que él tomaba! Volvía más o menos... pero mi madre le echaba la bronca. Pero como nos llevaba a nosotros, fantástico. Y los recuerdo a todos: Juanjo, José Mari Larrañaga, Fernando Barandiarain... A todos, esa forma de hablar, de cantar. A los uruguayos nos cuesta más, nos da más pudor, somos más tímidos, pero ellos con qué alegría cantaban, algo que luego he visto aquí", recuerda el entrenador.
Estaba tan empapado Martín de Euskadi, era tan estrecho el vínculo que su padre -fallecido en 2000- creó con su tierra que hasta tuvo contacto con los lehendakaris. "Me tocó conocer a algunos cuando acompañaba a mi padre, que oficiaba mucho de embajador y siempre que viajaba algún lehendakari estaba allí para echar una mano", apunta. "Simplemente, les transmitíamos el apoyo de la comunidad vasca en el exterior. Ellos iban a hacer sus aportes, a apoyar alguna idea, a becar a la gente para estudiar...", señala. Y el ahora técnico txuri-urdin era buen estudiante. Incluso empezó la carrera de Arquitectura, pero la pospuso cuando el fútbol se adueñó de su vida. Como jugador empezó en el Nacional de Montevideo, donde obtuvo la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental en 1988, y la Copa Interamericana y la Recopa Sudamericana en 1989. Después, arribó a la Liga española, donde se hizo un importante hueco en el Deportivo, desde 1989 a 1992. Al ritmo de "saca el machete, Lasarte saca el machete" que le entonaba la afición, volvió a agitar el entonces central de poblado mostacho sus sentimientos con Euskadi. "Coincidí con muchos vascos: Josu Anuzita, Alberto Albistegi, Luis López Rekarte, Sabin Bilbao, Santi Francés, Peio Uralde, Busti Mujika, José Luis Rivera... Éramos muchos y de la Real en particular, más", subraya.
loren se fijó en él Después de ascender con el equipo gallego a Primera División, Lasarte regresó a Uruguay donde jugó en el Defensor Sporting, Central Español y Rentistas. "Un día me desperté u me di cuenta de que mis días como futbolista habían terminado", explica. Era 1996 y se puso a entrenar de inmediato: Ramplas Junior, Rentistas -subcampeón del Clausura-, Al Wasl, de los Emiratos Árabes y donde milita ahora Fran Yeste, River Plate, al que ascendió, Nacional Montevideo, campeón invicto en 2005, el colombiano Millonarios y el Danubio. Luego llegó su aventura donostiarra. Su reencuentro con el pasado, con su familia, con sus ancestros. Con esa cultura, ese mundo del que nunca en realidad salió. Loren, director deportivo de la Real, viajó a una gira por Suramérica y allí coincidió con Peio Uralde, ex jugador realista y rojiblanco, que entre otros equipos militó también en el Deportivo. Y vieron a Lasarte. Loren se quedó con su número de teléfono y, después de descartar la continuidad de Juanma Lillo, el director técnico dejó caer la propuesta que cazó al otro lado del Atlántico. Y se aceptó. En su primera campaña al frente del cuadro guipuzcoano, Lasarte ascendió al equipo. "El míster nos ha transmitido un carácter ganador", reconocía Xabi Prieto a este periódico el pasado curso en pleno despegue de la Real. "Hablo a mis jugadores de objetivos a largo plazo, ¿por qué no soñar con Europa?", decía entonces Lasarte. "Soy enemigo del autoritarismo. Si el juego es vertical es porque se toma una decisión. Me gusta hablar con el jugador, transmitirle mi experiencia, soy más de contar las cosas negativas que me han pasado que las positivas, trato de que el mensaje sea impuesto por seducción, por convencimiento no por imposición", explica el preparador realista, el hombre de corazón vasco que guió a la Real a Primera.