SI algo falla en la vida más que las escopetas de feria son las premisas. Ayer tocaba en la explanada de Itsasmuseum la banda del buque-escuela de la armada ecuatoriana que ha permanecido hasta esta mañana amarrado en el muelle del museo. El Guayas, un bergantín-goleta de tres palos, casi 80 metros de eslora y más de 10 de manga, es un viejo conocido: fue construido hace 47 años por los Talleres y Astilleros Celaya de Erandio. Partió de Kiel (Alemania) para atracar el pasado 23 de agosto en la ría que le vio nacer. Y ha vuelto al mar rumbo a Lisboa, Balboa (Panamá) y Cartagena (Colombia).
La cosa es que de entre sus 154 tripulantes sale una banda musical. A las 16.30 horas de ayer estaban dispuestos micros y altavoces junto al costado de la embarcación. Decenas de personas visitaban el velero ante la mirada imperturbable de los guardiamarinas, vestidos de blanco, con sus gorras de plato a juego y sus charreteras brillando en los hombros. Ya se había organizado un semicírculo de paciente público en torno al lugar donde irían los músicos. No se veía ni una sola silla. Era evidente que toda aquella gente iba a escuchar pesadas marchas militares o himnos marciales a pie firme.
Poco antes del inicio del concierto, se acercó a los micros el suboficial Marcos Guananga. Cuestionado por lo que duraría la actuación, respondió que unas dos horas. Lo que parecía una crueldad quedó aclarado al revelarse el repertorio, que explicaba, además, la ausencia de asientos: un rosario de merengues y cumbias. Aparecieron los instrumentistas: saxofones, trompetas, congas, güaira... “Bailará todo el mundo” profetizó. Y acertó. Para el tercer tema, el enorme semicírculo compuesto por más y más personas empezó a ondularse y a fluir.
La banda contaba con vocalista y coros. Y sonaba bien. Empezó con un “buenas tardes, Bilbao” que fue aplaudido; y siguió con un “buenas tardes, Ecuador” que resultó aclamado por el cada vez más nutrido gentío poblado de camisetas amarillas de la selección de fútbol del país sudamericano.
Formaban la banda, además del citado suboficial Guananga, Víctor Hugo Tacuri, Leonardo y Angelo Asquí, Juan Carlos Benavides, Jorge Changuti, Edison Quizantela, Gustavo Castro y Patricio Chito.
Entre el público, Lilina Angulo, Naiara Nifate, Andrea Gómez, Ginger Angulo, Javier Chávez, Janeth y Judith Cadena, Samantha Flores, Alejandro Rodríguez, Judith Robelly, Olinda y Luis Medina, Rosa Rivera, Anilo Miranda, Teresa Reyes, Sara Hidalgo, Jhulissa Pindado, Jakeline Inga o Iker Landima. Familias como la formada por Dylan, Isabella y Almon Anastacia; Alejandra, Andrés, Adrián y Alan Llerena; o Jonathan, Liam y Natasha Rodríguez. Algunos llevaban más de dos décadas aquí y otras acababan de llegar. Había quienes vivían en Bilbao o en las proximidades, y quienes se habían acercado desde Gasteiz y otros lugares. La mayoría, con origen en Guayaquil o Quito. Pero también en Nicaragua, como Orlando y Cristiana Chamorro; o Paraguay, como Jessica López.
A la banda del Guayas no le importó de dónde llegaba el público. Armó la fiesta para todo el mundo. Incluida Marijaia.