De ciento ochenta grados. Así ha sido el giro que hemos experimentado este año con Martina en Aste Nagusia, y lo mismo les pasó a miles de aitas y amas antes de nosotros. Durante las fiestas Martina ha disfrutado junto con otros txikis de las diversas actividades pero, y sus aitas y amas, ¿cómo se lo pasan? Cuando uno se convierte en madre o padre, “todo cambia”.
Así lo asegura Ane Jiménez, que lleva siete años viviendo la Aste Nagusia junto a su hijo Danel. “Uf, yo casi ya ni me acuerdo lo que era salir los nueve días hasta las tantas. Ahora nuestros días son completamente diferentes, empezamos en el txikigune, luego nos vamos a comer y por las tardes algo de teatro de calle, el toro de fuego, dar una vuelta por txosnas, los fuegos y si hay algún concierto que nos interese vamos”, indica. Aunque ya no salga tanto de fiesta, confiesa que “algún día siempre me escapo con mis amigas para no perder la costumbre”. Sin embargo, asegura que vivir la Aste Nagusia con niños puede llegar a ser “incluso más cansado que cuando iba sola”. “Ahora además de estar en la calle, tengo que estar pensando en dónde está Danel, no perderle de vista porque hay muchísima gente. Mentalmente es agotador”, relata.
La Aste Nagusia de Josu Bernal dio también un giro de 180 grados hace un año y siete meses, cuando Ari llegó a su vida. Este año son sus segundas fiestas viviéndolas como aita y señala que son “diferentes” a las del pasado año. “La niña se mueve más, disfruta más de la música y puedes hacer más cosas”, explica. El primer año se recorrieron todas las actividades que había para los txikis, pero este han ido a tiro fijo porque Ari tiene claro lo que más le gusta: la música. “Vimos el txikigune y algún sitio más pero ella quiere ir a la música porque es donde más disfruta. Tenemos muy en cuenta las horas a las que venir para no juntarnos con mucha gente”, cuenta.
Para él, Aste Nagusia ha cambiado completamente. “Ahora la vivimos de día en vez de de noche, es diferente. Lo hacemos al revés que otros años, antes salías tarde y volvías muy tarde, ahora sales pronto a la mañana y vuelves también pronto porque ella tiene que descansar”, explica.
Ylenia Gutiérrez y David Hernández están viviendo este año su primera Aste Nagusia como aita y ama y señalan que “cambia bastante”. “Te marcas otros horarios, la fiesta es más de día. Damos un paseo por la tarde noche, nos comemos un bocata en las txosnas y en el momento clásico de los fuegos, como la niña no tiene cuatro meses, tenemos más cuidado por sus oídos y los vemos pero donde no resuenen mucho. Después de verlos, nos vamos para casa”, relatan. “Antes era seguro sí o sí ver el concierto, aunque trabajaras, pero ahora te lo piensas”, aseguran.
“Es diferente, distinto, antes pasabas por las txosnas y cuanta más gente mejor te lo pasabas, ahora atenemos que ir pendientes del carro y de que no nos llenen de purpurina”, ríe Ylenia. “Es distinto pero se disfruta también de otra manera. Estamos descubriendo una Aste Nagusia que no conocíamos. Hasta que le toque salir a ella nos aficionaremos a los concursos gastronómicos, a los teatros, a los Herri Kirolak... oferta de actividades por el día no falta. Pero bueno, alguna noche la dejaremos con amama para poder disfrutar nosotros un poco también”, relatan.
Que con niños Aste Nagusia cambia, es indudable. Sin embargo, todos coinciden en que el cambio no es a peor, sino que es una oportunidad para poder conocer las fiestas por el día y desde nuevas perspectivas.