La lluvia persistente de estos dos últimos días ha contribuido a alimentar el trágico recuerdo de lo que sucedió hace 40 años. Tal día como ayer llovió sin cesar y aunque Bilbao salió maltrecha no se ahogó porque el boca en boca en forma de colaboración de ciudadanos e instituciones logró resucitar a la ciudad y sacarla del barro y el lodo para empujarla a un futuro lleno de esperanza. Ayer quienes lo vivieron quisieron rememorarlo, con el acento al movimiento social que trajeron aquellos lodos.
En 24 horas, entre las nueve de la mañana del 26 de agosto de 1983 y la misma hora del día 27, llovieron sobre Bilbao 503 litros por metro cuadrado, una cantidad que no ha vuelto a repetirse. Aunque Bilbao concentró buena parte de los daños, hubo 101 poblaciones vascas afectadas, especialmente en Bizkaia y Gipuzkoa.
Las inundaciones se saldaron con 34 personas muertas en el conjunto de Euskadi y pérdidas económicas por valor de unos 200.000 millones de pesetas (unos 1.200 millones de euros).
Cuatro décadas después, las comparsas festivas de Bilbao hicieron ayer un hueco en la programación de la Aste Nagusia de este año para celebrar un acto conmemorativo bajo el lema Elkarlan Uholdea (Oleada de colaboración) y recordar en especial la solidaridad ciudadana que tras la riada se generó para limpiar la ciudad.
Fue un homenaje con música y bertsolaris que tuvo lugar en la Plaza Nueva de la capital bajo la mirada de Marijaia, símbolo de las fiestas de Bilbao.
El recuerdo a estas inundaciones y a la labor de todas las personas que hace 40 años se lanzaron a la calle para reconstruir Bilbao también estuvo presente en la recepción que el Consistorio celebró el pasado jueves para reconocer el trabajo de quienes participan en la Aste Nagusia.
Las redes sociales sirvieron también ayer para difundir mensajes en recuerdo y homenaje a ese trabajo conjunto desde diversos ámbitos, entre ellos el político.
Recta final
Todo ello en la recta final de una Aste Nagusia que finaliza hoy por la noche con la quema de Marijaia y que apura las horas que quedan con las calles llenas de gente dispuesta a disfrutar de los numerosos actos programados hasta la traca final de la fiesta.
Hicieron un especial al Madriles que murió a consecuencia de las inundaciones pero el homenaje ha sido para todos los voluntarios que se volcaron en ayudar.
“Gracias al trabajo común es como se sacan las cosas adelante”, y eso es lo que hicieron todos los bilbainos. Varias placas en las siete calles recuerdan todavía hasta dónde llegó el agua. Han pasado 40 años y Bilbao ya no es lo que era. Como dice un antiguo dicho: De la necesidad, virtud. Eso es lo que empujo a la villa a mirar hacia adelante y encarar en un tiempo récord gran parte de las consecuencias de la catástrofe.
Surgió un nuevo Bilbao y también se reconstruyó Bizkaia. Las ayudas y el trabajo común dieron sus frutos y se consiguió una villa más amable, más moderna y más fuerte gracias al empeño de todos.