El Gobierno en minoría sueco afronta hoy lunes una moción de censura en el Parlamento que cuenta con los apoyos necesarios mientras apura las negociaciones entre bastidores para evitar una destitución que sería histórica.

El Partido de Izquierda, aliado externo y vital para mantener la mayoría, presentó el martes un ultimátum de 48 horas para que este retirase o cambiase un proyecto de ley sobre alquileres, línea roja marcada por esa fuerza cuando el socialdemócrata Stefan Löfven cerró un pacto con el centroderecha en enero de 2019.

Sus 27 diputados no llegan para presentar la moción (hacen falta 35) por lo que el ultraderechista Demócratas de Suecia (SD) se apresuró a hacerlo en su lugar.

Tanto esta fuerza como conservadores y cristianodemócratas han confirmado su apoyo a una moción que la Izquierda ha dicho que respaldará pese a que no pacta con la ultraderecha, con lo que sumarían 182 diputados, siete más de los necesarios para sacarla adelante.

El ultraderechista Demócratas de Suecia está en el origen de la difícil situación política que vive Suecia: el vacío que le hacen el resto de fuerzas provocó que la derecha no gobernara pese a ganar las elecciones generales en 2018 y que centristas y liberales optaran por firmar un pacto con socialdemócratas y ecologistas que tardó cuatro meses en cerrarse.

La Izquierda aceptó abstenerse para que Löfven saliese elegido, aunque anunció que dejaría de apoyarlo si reformaba el modelo de contratación laboral o de alquileres, puntos incluidos en el pacto.

“Suecia se encuentra en una situación grave. Seguimos en una pandemia. Arrojar al país a una crisis política no es responsable”, dijo Löfven, que no ha desvelado qué hará si la moción consigue salir adelante: renunciar y dejar paso a otro gobierno o convocar elecciones anticipadas, una decisión que no puede demorar de ninguna forma más allá de una semana.

“Quiero un Gobierno que respete a sus apoyos. Queremos un Gobierno con Löfven pero si nos respeta”, afirmó la líder excomunista, Nooshi Dadgostar.

Löfven y la líder centrista, Annie Lööf, anunciaron ayer que están dispuestos a que las partes del sector inmobiliario negocien por su cuenta los precios de los alquileres: si llegan a un acuerdo, retirará el proyecto de reforma; sino este seguirá adelante. Pero la propuesta no satisface a la Izquierda.

Dadgostar calificó el anuncio minutos después en su cuenta de Twitter de “poco serio”, “teatro político” y de negociación “bajo amenaza”, instando al Gobierno a que elimine la reforma del acuerdo con el centroderecha, algo a lo que este se opone.

una polémica reforma

El proyecto, exigencia de centristas y liberales, supone que el alquiler en nuevas propiedades deje de estar regulado y pueda ser acordado entre propietario y arrendador según el valor de mercado. Una reforma menor que solo afecta a un mínimo porcentaje, dicen los socialdemócratas; un primer paso para la liberalización total de los precios de los alquileres, responde la Izquierda.

Löfven criticó que el proyecto todavía es solo una propuesta de una comisión y que está en fase de audiencia pública, pero los excomunistas han decidido seguir adelante con su amenaza, que no llevaron a cabo con la reforma laboral, después de que sindicatos y patronal cerrasen un acuerdo.

Si la moción sale adelante, sería la primera vez que ocurre en Suecia: las once anteriores celebradas en el Parlamento fracasaron.

La votación exige la presencia de todos los diputados, por lo que se elimina el límite de 55 acordado por la pandemia de covid-19 y se reinstaurará la recomendación de llevar mascarilla en la Cámara.

Las elecciones anticipadas tampoco son frecuentes en Suecia (las últimas fueron en 1958).