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Son muchos los jóvenes europeos que plantean en sus primeros años de carrera estudiar un curso en Londres, y otros sueñan con vivir un tiempo en Manchester para aprender el codiciado inglés antes de empezar a buscar trabajo de lo suyo. Hasta ahora, solo tenían que planteárselo, reunir unos ahorros y hacer las maletas, pero a partir del 1 de enero de 2021 tendrán que pelear antes por un visado que les permita vivir más de 90 días seguidos en el Reino Unido.

Los viajes de despedida de soltero que muchos británicos hacían sin más preparación que la reserva de un hostal en Ámsterdam y la compra de un billete de tren por unas decenas de euros también requerirán a partir de 2021 tener un pasaporte válido, no siendo posible mostrar el documento nacional de identidad, porque tendrán que pasar controles fronterizos adicionales en los que se verifique su identidad y sus motivos de viaje.

El acuerdo comercial del Brexit entre el Reino Unido y la Unión Europea no ha podido evitar poner fin a la libre circulación de personas consagrada en el Espacio Schengen (en el que por otra parte nunca estuvo el Reino Unido) que había borrado las fronteras y la burocracia que impedía a los ciudadanos vivir y trabajar entre dos países prácticamente como si estuvieran en el mismo.

El propio negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, lamentó que el acuerdo alcanzado en lo relativo a la libre movilidad “no está en consonancia con nuestros lazos históricos”, y señaló, como ejemplo, que el Gobierno británico haya decidido “no participar en el programa de intercambio Erasmus” para universitarios. Este programa de movilidad estudiantil en la UE tiene un presupuesto de 14.700 millones de euros y ofrece a más de 4 millones de estudiantes la oportunidad de estudiar o formarse en el extranjero.

Aunque Londres nunca había llegado a formar parte total del espacio Schengen, exigiendo por ejemplo un visado de entrada a los extranjeros residentes permanente y legalmente en un país europeo, sí garantizaba la libre circulación a los ciudadanos que cuenten con una nacionalidad de un Estado miembro.

A partir de 2021, los británicos podrán permanecer en el espacio Schengen sin un visado durante un máximo de tres meses seguidos, y con una suma límite de 180 días al año interrumpidos al menos una vez.

Los países de la UE cuentan como una única zona comunitaria, por lo que no se podrá eludir esta regla viajando, por ejemplo, un total de 90 días a Italia y trasladarse de inmediato a España, si no se cuenta con un permiso de residencia o trabajo en la Unión Europea. Para hacer este movimiento de país europeo sin una visado, se deberá volver antes al Reino Unido, obtener un sello de salida de la UE en el pasaporte, antes de poder volver a España y estar un máximo de otros 90 días durante ese año.

Medidas de coordinación. El acuerdo alcanzado recoge una serie de medidas de “coordinación de la seguridad social” entre ambas partes, que buscan proteger los derechos de los ciudadanos europeos que tomen la decisión de trabajar, vivir o trasladarse de forma temporal al Reino Unido, y viceversa.

Jubilación. Un británico que decida marcharse a trabajar en una empresa alemana durante cinco años, residiendo oficialmente durante ese tiempo y pagando sus impuestos en Alemania, tiene (y seguirá teniendo con este acuerdo) el derecho de trasladar al Reino Unido lo aportado a la seguridad social alemana para, por ejemplo, el pago de la jubilación y recibir esa prestación en su momento.