“Las redes sociales no están infestadas de pederastas, pero es la vía que utilizan”
Pese al temor que causan los pedófilos ocultos en internet, la fiscal afirma que a los menores les cuesta más “afrontar el día después” cuando el autor es del entorno
Amenazan y acosan a sus iguales o son engañados por adultos para obtener material sexual. Arantza López, fiscal delegada de Delitos Informáticos de la CAV, analiza los casos que implican a menores como víctimas o victimarios.
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¿Han contribuido las redes sociales e internet al incremento de la delincuencia con menores implicados?
Sí, indudablemente. Todas las tecnologías de la información han contribuido a ese incremento delictivo y a esa nueva forma de comisión de los delitos con menores de edad como víctimas y en el papel de autores.
¿Qué delitos cometen los adolescentes a través de las tecnologías?
Todos los que están relacionados con su sociabilización. Por ejemplo, difusión de datos íntimos que se toman con consentimiento, pero se difunden sin él. Las amenazas, coacciones, acosos, que se engloban dentro del ciberbullying, también han aumentado. Meterse en la red social de otro sin su autorización, coger el móvil para mirar, sobre todo cuando hay una relación sentimental, es otro hecho delictivo que cometen, aunque no lo conciben como tal.
¿Se puede esbozar su perfil?
—Nosotros vemos menores mayores de 14 años porque es la edad penal para ellos. De 14 a 18 años hay de todo.
Fisgar el móvil de la pareja, reenviar fotos comprometidas... ¿Qué sanciones les puede acarrear?
En la jurisdicción de menores se permiten amonestaciones, programas de sociabilización, de reeducación... Medidas de internamiento no.
¿Hay menores que ejercen violencia de género digital?
Los menores cometen todos los delitos del Código Penal de mayores trasladado a su jurisdicción. Revisar redes sociales de la pareja, coaccionarla, etc, eso también lo cometen ellos.
¿Cuáles son los delitos que sufren como víctimas en el ámbito digital?
Todos los relacionados con la libertad sexual, como el grooming, que consiste en el acoso de adultos para acceder a los menores y elaborar material de abuso sexual.
¿Han aumentado estos casos?
Sí, pero no sabemos si es porque ha aumentado la comisión de estos delitos o el nivel de denuncia. Supongo que estará todo relacionado. Los progenitores, tutores o representantes legales de los menores cada vez están más concienciados y denuncian más.
¿Las redes sociales están infestadas de pederastas o no hay por qué alarmar a la ciudadanía?
Si medimos el nivel de usuarios, no creo que haya que alarmar. No podemos afirmar que estén infestadas de pederastas, pero es verdad que es la vía que utilizan este tipo de autores para cometer los hechos delictivos.
Los menores se ‘conectan’ cada vez antes. ¿Las víctimas de ‘grooming’ son también cada vez más jóvenes?
Se ha notado la bajada de edad de las víctimas, sobre todo a partir del covid, desde la irrupción de las redes sociales de forma tan abrupta después del confinamiento. Al principio podíamos hablar de víctimas de 14 o 13 años. Era excepcional encontrarte a un menor de 11 años y ahora no es tan excepcional.
“Al principio podíamos hablar de víctimas de 13 o 14 años, pero ya no es tan excepcional encontrarte a un menor de 11 años”
Facilitan sus datos, fotos semidesnudos... Por más que se les advierta en casa, ¿son presas fáciles?
El adolescente está en plena irrupción en la vida adulta y el menor de 10 u 11 años ni siquiera ha tocado todavía la línea de la adolescencia, por lo que son absolutamente vulnerables. No hay que cesar en la información, en la formación, en hacerles entender cómo funciona el mundo virtual, las consecuencias del funcionamiento rápido y volátil de ese mundo. Hoy por hoy entiendo que es la principal arma que tenemos de lucha contra esto.
¿La principal arma es concienciar porque poner puertas al campo es imposible? ¿Es difícil de combatir?
Es muy difícil. Todo contribuye, pero tenemos que pensar que, cuando la denuncia está puesta, el mal ya está hecho. El procedimiento penal va a buscar el castigo del autor, reponer en la medida que sea posible lo quebrantado a su orden anterior, reparar en la medida de lo posible lo que se le haya hecho al menor, pero el daño ya está hecho. Es el último paso. Por eso hay que adelantar la barrera de protección.
El consumo de pornografía infantil también ha aumentado desde la pandemia. ¿Hay menores vascos víctimas de pornografía?
Sí que los hay. Han ido aumentando los casos de menores víctimas, aunque no de una forma exponencial, como sí que lo han hecho otros delitos, como las estafas.
¿Que compartan la pornografía infantil a través de internet facilita la localización de los autores?
La investigación de estos delitos es tediosa, pero no son de los más difíciles de perseguir. De hecho, de los asuntos que manejamos en la comunidad, en un porcentaje altísimo de las denuncias se da con el autor, al igual que en los casos de grooming, porque contamos con la colaboración de todos los operadores. No solo la Policía puede hacer bien su investigación, las plataformas de redes colaboran cien por cien con las peticiones de las autoridades, estén aquí o fuera. Con estos temas todo el mundo pone su granito de arena para resolver.
¿No tiene por qué haber entonces una sensación de impunidad?
No, no tiene por qué ser así.
¿Qué secuelas provoca en los menores que se distribuyan imágenes suyas de carácter sexual?
“La investigación de los delitos de pornografía infantil es tediosa, pero en un porcentaje altísimo se da con el autor”
Por la experiencia práctica, cuando un desconocido obtiene imágenes y las difunde entre desconocidos, con atención y seguimiento no notamos grandes perjuicios. Cuando hablamos de ciberbullying, acosos, amenazas o difusión de imágenes personales entre grupos de personas conocidas, los menores víctimas sí que presentan grandes dificultades posteriores que hay que paliar. Se nota la diferencia.
Y eso que se suele tener más miedo a esos individuos perversos que se ocultan en las redes.
A los efectos de afrontar el día después al menor le genera mayores problemas cuando el autor es una persona del propio entorno social, entorno familiar o de amistades que cuando estamos hablando de un pedófilo desconocido.
¿Cómo viven los padres descubrir que sus hijos son víctimas?
Con gran nerviosismo y el temor de ahora qué pasa, dónde están esas imágenes, cómo se va a solventar este asunto, el proceso...
¿Hay manera de que las imágenes o vídeos dejen de circular?
Lo primero que hace la Policía es pedir siempre la retirada del contenido, pero, por mucho que una plataforma lo retire, no sabemos a qué particular ha llegado que pueda seguir difundiéndolo. Eso es imposible de controlar. Hay que reiterar a los menores que compartir contenido con un amigo es compartirlo con el amigo del amigo y así sucesivamente. Es una cadena de eslabones.
¿Sigue habiendo víctimas que no denuncian por vergüenza?
Supongo que el menor tapa. A nosotros cuando nos llegan las denuncias son de la mano del adulto bien porque lo ha descubierto o bien porque el menor le ha pedido ayuda. Pero en la mayor parte de las ocasiones es porque el adulto lo ha descubierto.
¿Cómo lo descubren? ¿Revisan los dispositivos de sus hijos?
Un comportamiento extraño que notas en el menor te lleva a indagar y a revisar el perfil, el Instagram, la plataforma, el WhatsApp, lo que sea para ver qué está pasando. Fortuitamente puede ser algún caso, pero cuando el adulto en nombre del menor denuncia e s porque ha habido una revisión y ha visto lo que se está cociendo.
En los casos de ‘ciberbullying’ ¿cómo reciben estas denuncias los padres de los autores?
Hay de todo, representantes sorprendidos, no sorprendidos, que se lo esperaban...
De entre todos los casos de ciberdelitos contra menores que conoce, ¿cuál destacaría?
Hemos tenido casos en Bizkaia con penas de 40 o 50 años de prisión porque hay muchas víctimas menores, cada una es un delito y están castigados con penas muy elevadas. Contactar y embaucar es un delito. Obtener ese material es elaboración de pornografía infantil, otro delito con su pena. Si el material se obtiene con introducción de objetos es además un delito contra la libertad sexual, o sea, una agresión sexual virtual. Entonces, un solo proceso criminal puede suponer una pena de 10 o 15 años. Si eso lo multiplicas en una causa con diez menores, las penas son altas.
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