Cuando una mujer se pone de parto y no hay tiempo de llegar al hospital “lo más importante es saber qué no tienes que hacer. No hay que manipular, tirar, cortar...”, avanza la secretaria de la Asociación de Matronas de Euskadi, Gotzone Urteaga, que ejerció su profesión más de 40 años.

Una mujer dio a luz el pasado martes en un bar de Bilbao. ¿Son habituales este tipo de partos?

—No pasan todos los días, pero pasan. Sobre todo en mujeres que ya han tenido un primer parto un poco precipitado se puede prever que los siguientes puedan ser así también.

¿A qué se debe que unas primerizas tarden más de un día en dilatar y otras apenas unas horas?

—No sabemos, no tenemos la bola para prever a quién le va a tocar. Hay mujeres que se pueden tirar días de preparto. A mí me ha llegado a venir una mujer todas las guardias que tuve durante una semana entera y al final ya nos reíamos. Venía con contracciones, se le paraban y cuando se iba a casa le volvían. Se tiró siete días para arrancar. Sin embargo, otras te vienen con unas contracciones que no parece que sean tan fuertes y te hacen partos precipitados, en media hora o una hora se ponen completas, y les puede pasar en la calle, haciendo la compra, en el coche o en la mitad del puente de Deusto.

¿Ha asistido algún parto de este tipo fuera del hospital? ¿Cómo fue?

—El primer parto, en la frente. En mi última guardia como enfermera de urgencias en el ambulatorio de Zumarraga hace cuarenta y muchos años, a punto de terminar la especialidad, nos llamaron de un domicilio. Una chica joven que se sentía mal, se había ido al baño y no conseguían que abriese la puerta. Fuimos el médico y yo y estaba pariendo. Esa fue la primera y luego he asistido partos precipitados de los que no te da tiempo a llegar al paritorio y paren en la cama, incluso en la bañera que utilizan como técnica de analgesia. Ha habido casos en los que no te da tiempo a vaciar la bañera y sacarla y pare allí.

¿Las contracciones no avisan?

—Las contracciones las relacionamos con el dolor, pero hay mujeres a las que no les duelen. Entonces, como no estén atentas a cada cuánto tiempo se les pone la tripa dura y controlen, van haciendo la dilatación mientras hacen las actividades normales de su vida diaria y, para cuando se dan cuenta, están en pleno expulsivo y el crío tiene la cabeza medio fuera.

¿Cuál es el mayor riesgo cuando se da a luz en cualquier lugar?

—Alguna vez hemos oído, porque la madre no estaba en una postura adecuada, que el crío se ha podido golpear al caer, pero es rarísimo. O que después de la salida del bebé haya cualquier problema, una hemorragia, pero normalmente estos partos precipitados son sencillos y muy rápidos y no tienen ninguna complicación. El niño sale y no hay que hacer nada, salvo recogerlo. Lo que no hay que hacer nunca son maniobras raras.

Es de suponer que el consejo número uno, después de llamar al 112, será mantener la calma. ¿Alguna parturienta o acompañante lo logran?

—La gente se suele poner muy nerviosa, pero lo único que hay que hacer es mantener la calma.

¿En qué posición se debe poner la mujer si el parto la sorprende en un establecimiento o en la calle?

—Si a la mujer le apetece sentarse, tumbarse, ponerse a cuatro patas o en cuclillas, que adopte la postura en la que esté más cómoda. Solo hay que ayudarla y animarla, si le sale empujar, que empuje, y recoger al niño.

¿Es arriesgado que la mujer se coloque encima de la taza del váter?

—Pues sí, porque tampoco es una buena postura para ello. Hay que intentar buscar un lugar más cómodo, trasladarla a un sitio al lado o en el suelo.

¿Hay que ayudar a salir al bebé o esperar a que lo haga por sí solo?

—No hay que tirar de la cabeza, hay que esperar a que salga solo. Igual no sale en esa contracción y tenemos que tener paciencia, que es lo que nos cuesta muchas veces. Queremos que salga la cabeza y seguido el crío, pero a veces no salen en la misma contracción. Al niño no le va a pasar nada, sigue recibiendo sangre con oxígeno a través del cordón y la placenta. Hay veces que los niños se atascan en el canal del parto porque la pelvis de la mujer no es acorde con el tamaño del niño, pero en los partos precipitados no pasa eso. Son niños que salen solos.

Una vez que nace, la preocupación es que la criatura no se te resbale.

—Una toalla, un jersey o cualquier ropa nos puede valer para recoger al bebé y secarlo un poco porque, entre el líquido amniótico y la grasilla, están resbaladizos. Pero no pasa nada, los niños no se rompen. Nos da miedo manipularlos, pero son fuertes.

En la calle nada está esterilizado. ¿Supone un peligro para el bebé?

—Mejor si nacen en un sitio controlado, pero no pasa nada. Luego ya se les va a revisar. Antes se les bañaba, pero ahora no. Con lo que sí hay que tener cuidado es con que mantengan la temperatura. Salen de estar en nuestro interior a 37 grados y fuera va a haber como mucho veintitantos. Esa bajada de temperatura les puede hacer perder peso. Hay que secarlos y mantenerlos calientes con una chaqueta, una toalla o una mantita.

Nada más tenerlo en los brazos, ¿el objetivo es que llore sí o sí?

—Normalmente los niños como mejor se recuperan es estando en contacto piel a piel con su amatxu. El niño va a empezar a respirar, oye el latido de su madre y todos los órganos van a comenzar a funcionar y a adaptarse. Son partos tan rápidos que normalmente no han sufrido.

Así que nada de cogerlos de los pies boca abajo y darles un azotito.

—No. Además, algunos no lloran. Hay críos a los que la primera inspiración les produce una sensación extraña en el respiratorio y les provoca algún tipo de reacción, pero unos lloran y otros se ponen a respirar sin más. Si respiran bien y empiezan a ponerse rosas, ya está. Si les pones junto al pecho de la madre, van a intentar ir hacia él.

¿Hay que cortar el cordón umbilical como hacen en las películas?

—No. Es más, se puede esperar para hacerlo incluso hasta que la placenta se desprenda sola y salga.

Lo mejor, entonces, es no tocar.

—Eso es, manos fuera, no tocar.

Antaño las mujeres daban a luz en cualquier sitio. ¿En un parto en la calle es más el susto que otra cosa?

—Sí, es más el susto que el riesgo. Mi bisabuela era partera y mi abuela me contaba cuántas mujeres se ponían de parto segando o en la huerta. Había una que había tenido un montón de hijos y paría en el mismo terreno, ponía al crío dentro del jersey y seguía trabajando. Mejor que los niños nazcan acompañados por profesionales, pero, aunque da mucho miedo, estos partos no suelen ser complicados y no hay que asustarse.