Puede parecer que la pesadilla del proceso de homologación de los títulos universitarios extranjeros en el Estado nos es ajeno porque afecta a gente de fuera. Pero todos somos extranjeros en potencia, basta con cruzar una frontera. Y en ocasiones, ese es un viaje de ida y vuelta. Si no, que se lo digan a Margarita Calvo Armijo (42 años, Santurtzi). Marga aspira desde el año 2021 a convalidar el título de enfermera que obtuvo en la Universidad de Texas para poder regresar a casa, después de haber exprimido un intenso periplo lejos de Euskadi.

Por esas vueltas que da la vida, Marga reside en Houston desde 2008 tras vivir varios años en Inglaterra. Esta vasca comparte su vida en Houston con su marido y sus dos hijas, aunque les encantaría poder regresar a Euskadi, donde permanece toda su familia. Sin embargo, “uno de los motivos que nos impide hacerlo es la dificultad para homologar títulos en España y el miedo a no poder acceder a una situación laboral estable”, explica Marga. De hecho, el año pasado pasaron unos meses en Donostia gracias a una beca temporal que consiguió su marido, “pero yo no pude trabajar”, lamenta. 

Marga estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Valladolid y al acabar la carrera fue a Inglaterra donde sacó un título en Educación en la Universidad de Cambridge. En 2008 emigraron a EE.UU., donde trabajó como traductora durante muchos años. Pero hace cuatro años, dice, “sentí una llamada muy fuerte hacia la enfermería y, con mucho esfuerzo, compaginé estudios, trabajo, familia, y logré el Grado en Enfermería de la Universidad de Texas”.

“En 2021 pedí homologar el título de Enfermería y el estado de la solicitud aparece exactamente igual al primer día”

En diciembre de 2021, Marga solicitó la homologación del título en España, “con la esperanza de poder regresar próximamente a mi país, pero a día de hoy, el estado de mi solicitud aparece exactamente igual al primer día”. Lo único que Marga lee en su ordenador es el siguiente mensaje del Ministerio de Universidades: Su solicitud ha sido registrada en nuestra base de datos. Se va a proceder a estudiar los documentos remitidos.

Tras conocer que el Gobierno español iba a transferir las competencias de homologación a Euskadi, esta profesional se puso en contacto con el Defensor del Pueblo Vasco (Ararteko) en busca de apoyo. “Pero él remitió mi expediente al Defensor del Pueblo Español (DPE), argumentado que las competencias por ahora le pertenecen al DPE. El DPE me dijo que como muchos de nosotros aspirantes a la homologación estamos en la misma situación, su oficina no puede ocuparse de casos individuales, como es de entender”, recuerda.

Esperanza e incógnitas

¿Qué piensa Marga sobre la ventana de oportunidad que se abre en Euskadi? “Pues depende. Por ahora, me parece que hay más incógnitas que certezas. Parece ser que hasta julio no se va a activar el proceso, y por lo que se oye, Euskadi se ocupará de los residentes (¿o empadronados?) en la comunidad autónoma”. En este sentido, se pregunta: “¿Qué va a pasar con los que no podemos empadronarnos, porque estamos en esta especie de exilio forzado, pero queremos regresar a casa?”. Para más inri, añade, “mi marido es profesor universitario en Ingeniería, y también debería iniciar el proceso de equivalencia para doctores universitarios. Pero al ser italiano y vivir fuera de Euskadi en este momento, le da hasta pena empezar pues sabe que yo ya llevo más de dos años en este proceso”. Y es que, según lo poco que saben sobre la transferencia al Gobierno vasco, “él también quedaría excluido de la intervención de la CAV”.

“¿Qué va a pasar con los que estamos de exilio forzado, pero queremos regresar a casa?”

El hecho de que tan solo hayan transcurrido unos días desde que la Comisión Mixta de Transferencias cerrase la competencia ha multiplicado las preguntas sobre cómo gestionará la homologación el Gobierno vasco. Las dudas de Marga son las mismas que albergan las casi 100.000 personas que hoy aguardan entre el estoicismo y la desesperación el ansiado sello que les permita ejercer su profesión. “No se ha hablado nada –dice– sobre si va a abrir otra plataforma donde tendremos que entregar la documentación de nuevo, volviendo a empezar de cero, o si se va a hacer una especie de cribado de las solicitudes ya existentes en el Ministerio de Universidades para seleccionar a los empadronados en Euskadi y atenderles por orden de solicitud”.

Proceso en Inglaterra y EEUU

Marga aún no lo ve claro, solo espera que “realmente cambie la situación, pues es vergonzoso que un país desarrollado tarde años en resolver homologaciones de títulos de personas que se han dejado la piel estudiando”. La ineficiencia del Estado español en esta materia no tiene comparación dentro de la Unión Europea. En este sentido, Marga explica que cuando solicitó el reconocimiento de sus títulos españoles en Inglaterra y EE.UU. el proceso “no duró más de dos meses” y en todo momento pudo conseguir información de cómo iba su expediente.

Según explica, el proceso de homologación en EE.UU lo llevan a cabo agencias privadas, “con una rigurosidad impresionante”. El candidato paga a la agencia y luego debe asegurarse de que la universidad envíe directamente a la agencia sus certificados académicos, firmados y sellados, con la información de contacto de la universidad, sin ninguna posibilidad de interferencia por parte del candidato.

"Lo único descerebrado es la incapacidad demostrada para gestionar los recursos humanos disponibles”

Asimismo, el candidato debe presentar su propia copia de los certificados académicos/títulos con las traducciones correspondientes o pagar a la agencia para que ellos mismos se ocupen de conseguir la traducción de los documentos recibidos de la universidad. Estas agencias tienen una vasta experiencia, y en su base de datos cuentan con la información necesaria para saber cómo son los sistemas educativos extranjeros y las equivalencias de las cargas lectivas, así que el proceso es mucho más eficaz.

“No sé por qué en España el Ministerio de Universidades tiene que hacer todo casi a escondidas, de forma que parece aleatoria, sin comunicar absolutamente nada”. Y tras tres años esperando noticias del Ministerio no es de extrañar que Marga sienta “dolor” cuando oye hablar de la “fuga de cerebros” y de la escasez de personal sanitario y científico en el Estado español. “Señores, quizá todos esos cerebros ya están en España, pero lo único descerebrado es la incapacidad demostrada hasta ahora para gestionar los recursos humanos disponibles”, concluye. l