Una guía elaborada por SPC de la mano de la experta en educación Laura Cuesta Cano, recomienda que el primer contacto con las pantallas de los niños sea entre los tres y los cinco años de edad; el uso de tablets para uso creativo y recreativo entre seis y nueve años; y los primeros smartphones entre diez y trece años. La experta explica que los dispositivos tecnológicos como tablets, smartphones u ordenadores forman parte de los hogares, tanto por el uso profesional que le dan los adultos, como soporte clave para el entretenimiento de todas las personas que forman parte del hogar.

Por ello, la selección de las primeras tabletas y su configuración es clave en estos primeros pasos. En esta etapa, la experta apuesta por dispositivos con un diseño “alegre, compacto y resistente” adaptado a los más pequeños. Una vez decidida cuál va a ser la primera tableta, la mediación parental en esta primera etapa debe basarse en establecer tiempos de uso cortos y esporádicos, limitando el uso de los dispositivos digitales entre media y una hora al día; y hacer una selección meticulosa de los contenidos. En este sentido, la guía incide en que los adultos sean los que elijan los contenidos que los menores van a consumir a través de las tablets para asegurar que son adecuados a su edad.

No debemos utilizar las primeras tabletas como chupete digital, es recomendable crear una actividad en familia en la que el contenido esté acompañado de explicaciones por parte del adulto”, puntualiza el documento, que también incide en que los padres configuren paso a paso el control parental, sea cual sea la edad de los menores y siempre como complemento al acompañamiento por parte de un adulto.

Tras haber tenido un primer contacto en clave de entretenimiento, las pantallas adquieren un tinte más educativo y de aprendizaje. Es por ello por lo que en esta etapa es posible que el uso de la tablet requiera de dispositivos con especificaciones más avanzadas para que niños y niñas puedan hacer un uso no solo recreativo, sino también creativo.

Pese a que en esta etapa los menores irán demandando más y más autonomía, el papel de los padres sigue siendo fundamental, por lo que los expertos defienden que deben establecer límites de conexión, fomentando que los niños utilicen las pantallas de forma adecuada y consensuar con ellos los tiempos de conexión y de uso. La Asociación Española de Pediatría aconseja que no se superen las dos horas al día de ocio digital.

A partir de los seis años de edad, según establece la guía, la mediación parental se debe basar en que los niños empiecen a adquirir conocimiento de qué es lo que pueden ver y qué no. Para ello, el acompañamiento de los padres y el diálogo “es fundamental”. Los expertos abogan por mostrar a los niños cómo buscar información en internet y convertir las búsquedas de información en una actividad familiar para que los más pequeños vayan aprendiendo a hacer búsquedas en el futuro. De igual forma, identificar apps que sean beneficiosas para ellos, como Academons Primaria, les ayudará a desarrollar su creatividad usando las pantallas.

Primeros móviles de 10 a 13 años

En cuanto al uso del smartphone, la guía destaca que, a la hora de dar este paso tecnológico en la familia, es importante tener en cuenta las características de los dispositivos y entender la diferencia entre móviles para tomar la decisión más acertada. En este contexto, los expertos detallan que existen teléfonos móviles sin conexión a internet, que son los dispositivos más recomendables para introducir a los menores en el mundo de la telefonía móvil. Con ellos, podrán recibir y hacer llamadas, siempre con supervisión y normas pactadas.

A medida que su desarrollo y madurez vaya evolucionando, las familias pueden entregar un smartphone con prestaciones más avanzadas y contratar una tarifa de datos acorde al uso que se vaya a hacer, “en ningún caso ilimitada”.

Los padres deben, según estas recomendaciones, supervisar los contenidos del smartphone del niño y sus contactos. “Aprender a contrastar información y acordar juntos el uso de los dispositivos y de internet es fundamental para que la mediación parental funcione en la introducción a la tecnología. En esta etapa es recomendable seguir utilizando controles parentales, pero hacerlo de una forma más flexible y adaptada a cada niño”, puntualiza la guía.

Las familias también deben negociar y dejar claro cuándo y cómo va a ser el uso de los dispositivos en el día a día. Así, los expertos recalcan que “hay que ser muy claros en el límite durante el periodo escolar y si las normas difieren durante el fin de semana o los festivos”.

Aunque en esta etapa los niños reclamarán más independencia, el papel de las familias continúa siendo educar y acompañar, por lo que las familias “deben ir aprendiendo juntas y otorgar más independencia en las actividades que los más pequeños llevan haciendo desde que empezaron a usar las pantallas, sin que los padres y madres dejen de ser la referencia y la persona a consultar”. “Supervisar, acompañar y orientar son las tres claves principales de la mediación parental. Antes de entregar un dispositivo tecnológico tenemos que ser conscientes de cómo es nuestro hijo o hija para poder acompañarlo, orientarlo y enseñarle.