Con la vista todavía puesta en aquella niña de nueve años que hace escasos días le regalaron quince vapeadores con motivo de su Primera Comunión, el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos (CGCOF) ha alertado de los riesgos para la salud que podría conllevar el uso de vapeadores, cuya proliferación “plantea un motivo de preocupación desde el punto de vista sanitario, especialmente en relación con el consumo por los más jóvenes y colectivos más sensibles, como los enfermos respiratorios”. Por ello, y en el marco de la regulación sobre estos productos que se está abordando por el Ministerio de Sanidad, defiende que la farmacia comunitaria, como establecimiento sanitario, “no es el espacio adecuado para su comercialización”.

Asimismo, los farmacéuticos señalan que la reivindicación de uso como dispositivos para dejar de fumar “obedece a una estrategia comercial y en ningún caso a una utilidad sanitariamente contrastada”, ya que, como indicó el Ministerio de Sanidad en 2022, “no existe evidencia respecto a la seguridad y eficacia de estos productos como ayuda para la cesación tabáquica”.

Tóxicos para la salud

“Si bien cuando aparecieron en el mercado estos productos se valoró esta opción como dispositivos a la hora de dejar de fumar, diversas entidades sanitarias como la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial de Salud, o la propia OMS, expresaron que las sustancias que se inhalan a través de estos son tóxicas para la salud”, insisten al respecto.

Por tanto, el Consejo General asegura que “comparte” el criterio del Ministerio respecto a que, desde un punto de vista sanitario, “no existen evidencias que avalen el uso de cigarrillos electrónicos / vapeadores cuando existen otras alternativas cuya eficacia ha sido científicamente probada para dejar de fumar”.

En cuanto a los patrones de consumo de estos productos, para los farmacéuticos “preocupa especialmente su utilización por personas jóvenes, a menudo sin una historia previa de uso de productos del tabaco”.

“En consecuencia, es esencial evitar que los vapeadores se conviertan en la puerta de entrada al consumo de tabaco entre los jóvenes y las personas no fumadoras. Además, el uso intencionado del término vapeador frente a la expresión “cigarrillo electrónico” –que lleva consigo el estigma de los cigarrillos tradicionales– no debe conducir a una asociación del producto con la inocuidad del vapor de agua”, esgrimen.

Del mismo modo, defienden que la presencia o no de nicotina “no elimina los posibles daños asociados a su uso ya que otras sustancias empleadas pueden tener efectos nocivos, como es el caso del propilenglicol y el glicerol o glicerina vegetal, que pueden producir irritación de las vías respiratorias, agravando cuadros como asma, fibrosis quística y EPOC, y que pueden favorecer la aparición de infecciones”.

Nueva normativa del Ministerio

Regular sucedáneos del tabaco

‘Batiburrillo’. El Ministerio de Sanidad está impulsando una reforma normativa porque “en la actualidad se dispone de una variedad de productos con características diferenciadas, con o sin tabaco, con o sin nicotina, con o sin componentes electrónicos, e incluso con aspectos híbridos de compleja catalogación, que suponen un desafío y sobre los cuales resulta necesario aportar la adecuada respuesta técnica en aras de garantizar la debida protección de las personas que consumen estos nuevos productos no convencionales”. Los farmacéuticos alegan que “es imprescindible evitar la entrada de estos nuevos productos (cigarrillos electrónicos con o sin nicotina, etc.), dentro del canal farmacéutico”.