Al menos 10.000 vascos tienen Parkinson, una afección crónica y progresiva que es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente en el mundo. Afecta a la parte del cerebro encargada del control del movimiento, la coordinación, la destreza muscular y el control postural.

Actualmente, alrededor de 160.000 personas en el Estado la sufren, de las cuales cerca de 30.000 están sin diagnosticar. En la CAV aproximadamente unas 8.300 personas sufren la enfermedad, y en Nafarroa ascienden a más de 2.000, según las cifras de las asociaciones de Parkinson de los respectivos territorios, Apnarbi y Anapar.

Sin embargo, un gran desconocimiento envuelve aún a esta enfermedad. Y es que más allá de los tópicos, como que el Parkinson se manifiesta en la tercera edad, Apnarbi subraya que aunque un 70% de la población con Parkinson tiene más de 65 años, “hay un 10% de casos de inicio temprano, entre 30 y 50 años”.

Asimismo, a pesar de que la enfermedad se relaciona con temblores, tan solo un 40% manifiesta estos síntomas, según la directora de la Asociación Parkinson Madrid, Laura Carrasco. De hecho, algunos de los síntomas más comunes en estadios tempranos de la enfermedad son el trastorno del sueño o la depresión. También es frecuente que existan síntomas de alteración del sistema nervioso autónomo con trastornos digestivos, miccionales o tensión arterial variable.

Origen de la enfermedad

Con motivo del Día Mundial del Parkinson, que se celebró ayer martes, la Sociedad Española de Neurología (SEN) recordó que aunque tener un familiar cercano con la enfermedad de Parkinson aumenta las posibilidades de padecer este trastorno, solo un 10 por ciento de los casos de esta enfermedad corresponden a formas hereditarias.

Y es que en el 90 por ciento de los casos, la causa de enfermedad de Parkinson sigue siendo desconocida, aunque la comunidad científica cada vez encuentra más evidencias de que su origen es el resultado de una combinación de “factores ambientales en personas genéticamente predispuestas”.

En la actualidad no existe una cura para el Parkinson, pero si se dispone de múltiples tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, como la actividad física, el ejercicio aeróbico y los estiramientos, la dieta sana y la actividad social e intelectual, que son muy eficaces a la hora de paliar los síntomas de la enfermedad.

Respecto a los tratamientos farmacológicos, la directora del Programa de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional, la doctora Mónica Kurtis, explicó que este año 2023 han salido dos medicamentos nuevos para tratar el Parkinson. “Son dos nuevas formulaciones de levodopa. Una inhalada para rescatar al paciente del episodio OFF y otra formulación de levodopa intestinal. En los próximos meses veremos más innovadoras formulaciones de levodopa y de apomorfina”, afirmó la doctora.

La investigación continúa

Además, la neuróloga subrayó que las nuevas técnicas de cirugía también han ido avanzando y existen los primeros ensayos con HIFU en pacientes con Parkinson, así como sistemas de cirugía con estipulación cerebral profunda cada vez más sofisticados: con electrodos dirigibles y con tecnología avanzada que ayuda en la programación. En la actualidad, aunque la enfermedad sigue sin tener cura, la investigación continúa con ensayos clínicos genéticos y enzimáticos que intentan frenar la muerte progresiva de células neuronales y se sigue investigando para paliar síntomas que se resisten a los tratamientos actuales como la alteración del equilibrio.

Consecuencias del parkinson

La depresión, uno de los síntomas

lProvoca múltiples alteraciones. La enfermedad de Parkinson aparece como fruto de una compleja interacción de factores genéticos, metabólicos y ambientales, aunque la causa inicial aún se desconoce, y sus síntomas no solo afectan al sistema motor con temblores, dificultad para mantener el equilibrio o alteración de la coordinación, sino que también se pueden detectar, en los estadios tempranos de la enfermedad, la pérdida de olfato, el trastorno del sueño o la depresión. También es frecuente que existan síntomas de alteración del sistema nervioso autónomo con trastornos digestivos, miccionales o tensión arterial variable.