La primavera de 2023 para los alérgicos en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y Nafarroa se presenta como “leve” en cuanto al polen de las gramíneas, según puso de manifiesto la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) en una rueda de prensa .

“Es difícil hacer una predicción de todos los pólenes, pero viendo cómo evolucionan las gramíneas, podemos hacernos una idea de cómo va a ser la estación”, señaló el presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC, Juan José Zapata. En este sentido, insistió en que la primavera tanto en la CAV como en Nafarroa será “leve” en cuanto a la concentración de gramíneas con unos 2.000 granos/m3 en Gasteiz, Bilbao, Iruñea y Donostia.

Las borrascas ocurridas en los últimos meses han impactado en que la primavera sea moderada. Las cupresáceas, que suelen ser los primeros pólenes en aparecer antes de la primavera, han tenido un comportamiento diferente con respecto al 2022. En concreto, los primeros meses de este año las temperaturas han sido más frías afectadas por la borrasca Gerard y Frien entre enero y febrero y la borrasca Juliette a finales de febrero, por lo que los niveles de polen de cupresáceas han sido inferiores. De hecho, en las primeras semanas de marzo se han dado las condiciones bioclimáticas para el cambio de tendencia alcista. Los alergólogos recordaron que existe una relación directa entre las concentraciones de pólenes durante la primavera con factores meteorológicos como la lluvia y la temperatura del otoño e inviernos previos. De hecho, la lluvia afecta a las concentraciones de pólenes de dos formas, una de ellas beneficiosa para los alérgicos y otra perjudicial. “A corto plazo, la lluvia humedece los pólenes que hay flotando en la atmósfera, aumentando su peso y favoreciendo su depósito en el suelo impidiendo que puedan penetrar en las vías respiratorias, lo cual disminuye los síntomas de los pacientes alérgicos. Sin embargo, a largo plazo la lluvia favorece el crecimiento de todas las plantas, sobre todo las gramínea”.