Un mensaje que llega al WhatsApp de la preparadora laboral de la Fundación Síndrome de Down, Idoia Murga, le alegra el día. Respira hondo y esboza una sonrisa de satisfacción: “Me comunican que ya han elegido a la persona que va a formar parte de la plantilla de una empresa” reconoce, al tiempo que asegura que para llegar hasta ese punto son muchos los obstáculos por sortear. No es fácil romper prejuicios y mostrar que las personas con diferentes capacidades están preparadas para introducirse en el mercado laboral. Solo necesitan apoyo y confianza.

La Fundación cuenta en la actualidad con el programa LAN, de inserción laboral, cuyo último objetivo es la integración laboral de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo en el mercado ordinario y apuestan por la metodología del empleo con apoyo. “Nos presentamos en las empresas para informarles de que existe el programa y de la posibilidad que existe”, cuenta Nerea Zayas, otra preparadora laboral de la Fundación.

De la mano de Nerea e Idoia, DEIA visita los puestos de trabajo de Asel, Marina, María y Joseba, cuatro jóvenes -tres con Síndrome de Down y uno con una discapacidad intelectual-. Los cuatro reconocen que su gran aspiración en la vida era conseguir un trabajo. Han trabajado duro, y lograrlo les ha abierto puertas y ayudado en su crecimiento como personas. “Tener un trabajo era nuestro gran reto y lo hemos conseguido”, coincidieron.

En Bizkaia son medio centenar las personas que con alguna discapacidad trabajan en el sector de la hostelería, la administración y comercio. Desde la Fundación dicen que aunque la realidad está cambiando todavía es necesario seguir trabajando para que las empresas den un paso adelante. “Es cuestión de adaptación porque las diferencias no las ponen las personas con discapacidad, sino nosotros con excluirlas”. En la bolsa de trabajo de la Fundación son 75 las personas preparadas para incorporarse al mercado laboral. Solo necesitan una oportunidad porque capacidades tienen de sobra.

Asel Belategi, recepcionista: "Sigo el camino de mi madre, ella también trabajó de recepcionista"

Desde 2021 la Fundación Síndrome de Down ha sumado a su plantilla a Asel, ahora encargado de atender el teléfono

Nueve de la mañana. Suena el teléfono en la Fundación Síndrome de Down en Bilbao y quien atiende la llamada es Asel Belategi. “Egun on, Fundación Síndrome de Down, ¿en qué puedo ayudarle?”, pregunta. Con bolígrafo apunta en un cuaderno de notas el mensaje para Oscar Seoane, el director de la Fundación. Asel tiene 30 años y es de Leioa. Del Atlhletic a rabiar, este joven tenía claro que no iba a parar hasta conseguir un trabajo. Para ello se ha formado y trabajado duro para hacerse un hueco en el mercado laboral. “He tenido siempre el apoyo de mi madre”, a la que describe como uno de los pilares de su vida y un ejemplo a seguir. “Sigo el camino de mi madre, ella también trabajó de recepcionista”, apunta. Pero ha tenido más apoyo, tal y como reconoce Asel “muy importantes”. En este largo camino ha tenido el de Nerea Zayas, trabajadora social de la Fundación. Zayas es quien le ha ayudado en su proceso de adaptación en su nuevo puesto de trabajo.

Los retos siempre le han gustado a este joven que vive independiente, le gusta salir con su cuadrilla de amigos y con su pareja. “También le dedico tiempo, ¿eh?”, lanza con una sonrisa pícara. Además de cursos de formación en diferentes áreas ha realizado prácticas en otras oficinas, en un Estudio de Arquitectura y en el Ayuntamiento de Leioa. “Antes de llegar a la Fundación estuve trabajando en una tienda”, explica. Asel asegura que aunque el camino recorrido ha sido duro ha merecido la pena y anima a otras empresas a que contraten a personas con capacidades diferentes como él. “Tenemos derecho a ser felices, a vivir de manera independiente y para eso el primer paso es meternos en el mercado laboral”, dice. Para Asel trabajar en la Fundación es un sueño hecho realidad: “Estoy agradecido y feliz”, concluye.

Joseba Castresana, gobernante: "Soy feliz en mi trabajo y estoy rodeado de grandes personas”

Joseba entra a las 07.20 horas en su puesto de trabajo en la Diputación de Bizkaia donde ejerce funciones de ordenanza

Joseba Castresana nos recibe mientras ordena paquetes y sobres. Lleva un año ocupando un puesto de gobernanza que quedó libre en las instalaciones del Departamento de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia en Deusto. Este joven de 35 años tiene por el momento un puesto “de interino”, pero aspira a ser funcionario foral. Por eso estudió “mucho” y obtuvo una buena puntuación en la OPE que sacó la institución foral para personas con discapacidad. Como un reloj, entra por la puerta a las 07.20 de la mañana y su jornada laboral concluye sobre las 15.00 horas. Entre sus múltiples tareas -que comparte con sus compañeros Xabier y Lourdes- Joseba se encarga “con una actitud envidiable” de repartir correspondencia y paquetes entre los 145 empleados de estas oficinas forales. Bajo la supervisión de la responsables del Área y de Nerea Zayas, el joven se ha adaptado a las labores. Joseba reconoce que este trabajo le gusta más que el anterior que tenía en un taller de Lantegi Batuak.

La jefa de la sección interna de Servicios Sociales donde trabaja destaca “la importancia de que se oferten puestos para personas con otras capacidades”. La Diputación Foral de Bizkaia ha sido la primera administración pública de la CAV en sacar una OPE para el colectivo de personas con discapacidad intelectual. El proceso viene de 2017 y las bolsas de trabajo que se generan a través de la OPE de la Diputación se ofrecen a todos los ayuntamientos de manera de que si surge un puesto se pueden cubrir con estas personas. “Un proceso de esas características es muy costoso, muy estudiado”. En la actualidad, en la institución foral seis personas con diferentes capacidades están ocupando diferentes puestos. “Son personas de carrera”, dice. Con la nueva OPE se ocuparán otros tantos puestos más.

Marina González, administrativa: “Quedarme en la empresa es lo mejor que me ha podido pasar”

A Marina González, a sus 33 años, le han hecho un contrato indefinido en la constructora López de la Calle, en Bilbao

Marina González comenzó a trabajar en la constructora López Landa en febrero de 2017 con un contrato temporal y, tras varias renovaciones, desde hace unos meses ya forma parte de la plantilla de manera indefinida. Según explica, para ella el ofrecimiento de la empresa fue un regalo y también una sorpresa: “Cuando me ofrecieron quedarme no me lo creía. No lo esperaba. Es lo mejor que me ha podido pasar”, confiesa. El recorrido no ha sido fácil, pero Marina ha tenido el apoyo incondicional de Idoia Murga, trabajadora social, y de Begoña Calvo, responsable del Departamento de Administración, así como del resto de los compañeros que forman parte del equipo y de su familia, que siempre ha estado ahí. Calvo asegura que es clave romper con los prejuicios y abrir la mente.

“Todos somos diferentes y tenemos que adaptarnos a la convivencia. Marina es una persona excepcional. Ella aprende y nosotros también con ella”, apunta. Marina y Begoña están en el Departamento de Administración. “Nos ayudamos mutuamente”, apuntan. Forman un equipo perfecto. “Marina es una pieza importante para que este equipo funcione”, dice. “Hacemos un poco de todo”. Le gusta aprender y siempre está dispuesta a aportar cosas con una aptitud envidiable. “Se emociona cuando comenta que ella no pensaba que iba a terminar en la sede central de la constructora”. Marina asegura que la confianza es un factor primordial en el proceso de aprendizaje. “Nadie nace sabiendo”, le dice Begoña, quien aprovecha para valorar y agradecer la labor que realizan desde la Fundación personas como Idoia. “En el tiempo que lleva Marina con nosotros nunca nos ha fallado y siempre que hemos tenido una duda ha estado ahí, tanto para nosotros como para Marina”, reconoce.

María Ondovilla, floristera: “A las flores de la tienda les canto para que se pongan alegres”

María Ondovilla forma parte del equipo de profesionales de la floristería Ruiz de Ocenda, en Bilbao

María Ondovilla tiene 28 años es de Balmaseda e irradia positivismo y felicidad. Así la describen sus compañeros de la floristería Ruiz de Ocenda, “la flor más bella y radiante” en un jardín, repleto de color y aromas que enamoran. María asegura ser feliz en ese pequeño paraíso de flores y plantas en el que también se pueden encontrar complementos. Mientras que elabora con gusto los ramos y coloca las flores, aprovecha para bailar y cantar, “que me encanta”, apunta la joven. Vicky, Toni, Nerea y Sofía, sus compañeros de trabajo hablan maravillas de ella. “Se hace querer. Nos anima el día y es muy profesional con los clientes. De hecho, muchos piden que les atienda ella”, apunta Hugo, uno de los empleados de la floristería y tal y como le llama María, su brother [hermano en inglés]. Vicky, responsable del negocio, explica que María aporta muchísimas cosas buenas al negocio y que necesitaban alguien así en el equipo que forman. “Es importante que entre todo rompamos esos miedos y demos oportunidad a personas con discapacidad, pero con grandes cualidades. Se sorprenderían de los que son capaces”, cuenta. María Ondovilla ha memorizado uno por uno la larga lista de aromas de hogar expuestos en el local de la calle Heros de Bilbao. “Me encargo de controlar que todo el mundo fiche. Les tengo a todos a raya”, confiesa entre risas.