Miren ha estado trabajando desde septiembre telemáticamente. Durante este tiempo esta joven gasteiztarra ha vivido sus situaciones anímicas como en un tobogán. Entre el contento y la depresión, en un vaivén tan continuo que casi no sabe lo que es la línea recta emocional. Sabe bien que los altibajos son frecuentes en la vida, pero lo que ella ha vivido estos últimos nueve meses es un carrusel que ha cambiado de velocidad tantas veces y tan deprisa como nunca antes había conocido.Ella es una de ese 20% de aumento en los casos tratados por depresión y ansiedad en los centros de Atención Primaria (AP). En principio poder organizar tu propio horario, no tenerte que desplazar y hacerlo en el ambiente que tú eliges podría parecer el posicionamiento laboral idílico. Puede que para algunos haya sido así, pero para muchos, y especialmente para muchas, este trabajar en casa y estar pendiente continuamente no ha sido precisamente algo positivo, sino el camino hacia el malestar, la melancolía, la depresión... Quizás la falta de trato con los compañeros y el no vivir el ambiente cotidiano, eliminando el contacto con otros, no sea algo tan superficial y llevadero como se creía, sino que como seres sociales y sociables, la falta del contacto lleve a la depresión, la apatía, la desgana.

“Las enfermedades psiquiátricas como la depresión y la ansiedad siempre han sido de gran prevalencia en la AP, en torno al 20%, pero con la situación pandémica pensamos que el número de pacientes con estas dolencias aumentarán sustancialmente”, alertaron los especialistas en la jornada Avances en Depresión en Atención Primaria, organizada por la compañía Lundbeck.

“A pesar de no disponer aún de estudios longitudinales, todo apunta a que la pandemia de covid-19 dará lugar a una cuarta ola, un aumento de los problemas de salud mental, sobre todo de los trastornos de ansiedad y depresión que ya antes de la llegada del coronavirus suponían graves problemas de salud”, indicó el psiquiatra Miguel Alfonso García Escudero, de la Unidad de Trastornos Bipolares del Hospital Universitario de Elche.

Según se desprende de estudios poblacionales como la encuesta nacional de Salud de Estados Unidos, antes de la llegada de la pandemia los trastornos de ansiedad eran los más frecuentes entre la población general. Se estima su prevalencia a lo largo de la vida en un 29% y de la depresión, en un 21%.

Aunque bien diferenciadas, depresión y ansiedad comparten, no obstante, síntomas, bases neurobiológicos y factores etiológicos, lo que suele dificultar su diagnóstico diferencial. Asimismo, hay una elevada sinergía patológica entre ambas. “En la mayoría de los pacientes atendidos en los primeros estadios de la patología no está acotado dónde comienza la depresión y acaba la ansiedad, y además manifestarán unas veces síntomas más acusados en un extremo, y en otras en el otro”, explica García Escudero, quien es contundente al señalar que “los profesionales sanitarios no debieran de dudar en emplear antidepresivos cuando están indicados”.

“La elección óptima para cada paciente vendrá determinada por el perfil de tolerabilidad al fármaco”, sentenció. En este sentido se refirió a la vortioxetina como “una herramienta eficaz para la ansiedad en pacientes depresivos, según demuestran los ensayos clínicos; la mejoría en ellos comienza pronto, siendo significativa a la cuarta semana”, añadió con conocimiento de causa.

Embotamiento emocional

En la jornada, Lorenzo Armenteros, médico de familia, abordó el embotamiento emocional en depresión, “un estado de las emociones, tanto de las positivas como de las negativas; los pacientes sienten indiferencia ante muchos aspectos de sus vidas que deberían importarles, como la familia, los amigos o el trabajo”. En su opinión hay que tratar este problema como una prioridad diagnóstica en el proceso evolutivo de la depresión, “y no como un efecto secundario de los tratamientos”. Los especialistas se refirieron también a la población anciana como colectivo maltratado por la pandemia y a sus consecuencias.

En comparación con el adulto de mediana edad, en la persona anciana la depresión presenta mayores niveles de ansiedad, sintomatología hipocondríaca, más ideas suicidas y mayor repercusión en su vida cotidiana. El doctor Luis Agüera, psiquiatra del 12 de Octubre de Madrid, reconoció que entre los síntomas clave de la enfermedad en este colectivo se encuentran los problemas de atención, concentración y memoria. Además, en opinión del especialista, “la existencia de episodios depresivos anteriores son factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. El tratamiento de la depresión en el anciano requiere de cuidado y contundencia”.

En el encuentro, facultativos de Primaria reconocieron que la pandemia ha introducido un cambio en la relación entre médico y pacientes. “La atención ahora es multicanal, multidispositivo y multimedia”, apostilló Carmen Jódar, médica de familia y experta en implantación de Salud Digital. Para la consulta telefónica en depresión considera indispensable “favorecer una comunicación fluida y que se planteen preguntas directas y sencillas que permitan al paciente expresar sus sentimientos”, concluyó .

Ansiedad y depresión. Dos de cada diez pacientes que van a su médico de cabecera presentan estas patologías psiquiátricas.

Covid-19. El distanciamiento, la soledad, los efectos económicos... hacen temer a expertos en salud mental de la llegada de una cuarta ola con aumentos de estos problemas.

Y hasta el 90% de los que sufre un trastorno por ansiedad tienen depresión comórbida.

La depresión es frecuente y suele presentar mayores niveles de ansiedad, más ideas suicidas, más repercusión en su vida y menor expresión de tristeza en comparación con los adultos.

“La depresión en el anciano es frecuente y presenta más niveles de ansiedad y de tristeza”

Psiquiatra

“La relación entre los médicos y pacientes ha cambiado; ahora es multicanal, multimedia”

Médica experta en Salud Digital