Durante seis semanas decoraron ventanas y balcones con coloristas arcoíris repletos de esperanza; compartieron aplausos desde el balcón; se les veía asomarse desde las ventanas, mirando a esas calles sin apenas vida, prohibidas para ellos por un virus al que habían bautizado con el nombre de coronavirus.

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Los niños y niñas vascos se quedaron en casa aislados con sus familias sin acudir a la escuela por la pandemia. Para ellos, igual que para los adultos, se trató de una situación excepcional que, pese a la edad, la inmensa mayoría supo comprender, adaptarse y demostrar que son unos auténticos héroes y heroinas. Este lunes 26 de abril se cumple un año de la fecha en la que los más pequeños pudieron salir a dar un paseo por primera vez después después de casi mes y medio confinados entre cuatro paredes.

A los más pequeños les tocó adaptarse a una nueva situación complicada, repleta de restricciones en la que tuvieron que cambiar las bicicletas por las tablet y ordenadores. Convirtieron las salas en un gimnasio, sus cuartos en aulas de estudio y las terrazas en un campo de fútbol. Un año después, los niños y niñas de la pandemía son aún más digitales y han aprendido a utilizar más el ingenio para matar esas horas muertas. Las risas desaparecieron de los parques, los toboganes se quedarón sin los acrobáticos saltos y los columpios dejaron de moverse.

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Los niños y niñas hasta los 14 años pudieron salir a la calle y después de semanas sin respirar aire puro se les permitió pasear, jugar o hacer ejercicio, pero eso sí siempre evitando aglomeraciones y en compañía de los adultos. Aquel 26 de abril de hace un año los lectores desbordaron con miles de fotos aquel momento de libertad que vivieron con entusiasmo los más pequeños de la casa.

Un año después hemos querido recuperar aquel día en el que los niños y niñas solo podían moverse en un ratio de un kilómetro, en horario comprendido entre las 9.00 y 21.00 horas y preferiblemente evitando las horas con mayor afluencia de gente. Se abría una puerta a la esperanza, tras muchas semanas observando el mundo a través del cristal. Un año después los más pequeños intentan recuperar una normalidad marcada por una pandemia que sigue cobrándose la vida de muchas personas. Poco a poco los parques se han ido llenando de risas inocentes.

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