Actuar a tiempo en un edificio donde se detecte un foco vecinal de covid-19-como el ocurrido recientemente en el portal número 4 de la plaza Haro en el bilbaino barrio de Santutxu, que provocó seis fallecimientos de inquilinos así como una treintena de positivos- con el cribado, la desinfección y la alerta a todos los vecinos en la semana siguiente, evitaría la proliferación del contagio y su crecimiento exponencial en esa zona.

Así lo plantea una investigación que lidera la profesora titular de Geografía e investigadora de la Universidad de Málaga María Jesús Perles, en el que analiza el comportamiento espacial y temporal de los contagios de coronavirus y que propone una vía de rastreo por focos vecinales, complementaria al rastreo por individuos de cada brote. La geógrafa especialista en el estudio del comportamiento y origen territorial de riesgos naturales y tecnológicos es, también, investigadora del Instituto Universitario de Biotecnología y Desarrollo Azul, vocal de la Junta Directiva de la Asociación Española de Geografía y miembro del Comité Español de la Unión Geográfica Internacional.

En el caso del brote detectado en Santutxu, aunque el primer positivo se conoció el 9 de enero, la alarma saltó doce días después cuando falleció una vecina de edad avanzada. Los vecinos del bloque afectado creen que el virus colonizó las zonas comunes del portalcolonizó durante ese periodo, lo que dio lugar a los siguientes fallecimientos, ya que los expertos descartaron que se tratara de la mutación británica del virus, más virulenta que la que surgió en la localidad china de Wuhan.

El estudio que lidera Perles, enmarcado en un proyecto de investigación propugnado por el Instituto de Salud Carlos III, parte del análisis del comportamiento espacial y temporal del contagio durante todo un año.

"Focos de contagio vecinales"

En este marco Perles y sus colaboradores identificaron "que el contagio no se produce en el entorno urbano de forma dispersa y aleatoria, sino a través de lo que denominamos focos de contagio vecinales", es decir, concentraciones o "racimos" de afectados que comparten el mismo entorno vecinal en su vida cotidiana.

Cuando se produce una concentración de afectados en una zona en una semana concreta, "hemos detectado cómo generan a su alrededor una proliferación de contagios en su entorno inmediato", señala Perles.

El origen del contagio en un foco vecinal puede provenir de eventos sociales o de trabajo externos al foco, pero una vez la persona se infecta, vuelve al domicilio familiar y realiza su actividad cotidiana en el entorno vecinal, donde genera una red de contagios derivada o secundaria, una segunda oleada de consecuencias del contagio original en su entorno domiciliar.

Perles señala que se ha observado que la probabilidad de ser contagiado si uno vive en un foco de contagio vecinal activo en un momento dado es superior a la de contagiarse si vive en cualquier otro punto de la ciudad, y este hecho "abre una vía directa para atacar el contagio". "Si conocemos el contagio en tiempo real y cartografiamos con precisión dónde se sitúa un foco vecinal activo en un momento dado, sabemos que en los siguientes siete días, aproximadamente, el contagio en la ciudad se va a concentrar en el foco delimitado y su entorno inmediato", asegura Perles.

Así, según constatan los datos estudiados por la investigadora de la Universidad de Málaga "ese es el momento de aplicar en esa zona, durante una semana o diez días, medidas anticontagio con toda la intensidad: advertir y alertar a la población de la zona de la situación de riesgo excepcional a la que está y estará sometida durante ese periodo a fin de que tenga la oportunidad de autoprotegerse, hacer test masivos a los habitantes del foco e inmovilizar los posibles positivos asintomáticos".

También se tendría entonces que reforzar la limpieza y la vigilancia de aforos y uso de mascarillas en los espacios públicos y privados de máxima afluencia del foco vecina, como pueden ser supermercados o locales de restauración, y aumentar la frecuencia de transportes públicos durante el periodo de máxima incidencia en la zona.

Se trata, explica Perles, de "concentrar toda la potencia de las medidas anticontagio en el espacio y en el tiempo allí donde el contagio está más activo en ese momento, para cortar la cadena de contagio en su raíz".

"Si conocemos el contagio en tiempo real, en siete días se concentrará en el foco delimitado"

Profesora en la Universidad de Málaga