A Raquel Ordóñez Ciriza le ha tocado vivir la pandemia desde el otro lado del charco, más concretamente desde Nueva York, ciudad en la que actualmente lleva a cabo sus estudios postdoctorales en la New York University (NYU). Es graduada en Bioquímica por la Universidad de Navarra y realizó su tesis doctoral en el CIMA sobre la epigenética en tumores hematológicos. Con la llegada del coronavirus, sus planes dieron un giro de 180 grados y se vio sumergida en un proyecto relacionado con el coronavirus, el cual ha sido publicado este otoño en una prestigiosa revista científica.

¿Por qué Nueva York?

-Después de la tesis, como gran parte de los científicos españoles, necesitas irte fuera si quieres seguir la carrera investigadora. Me apetecía cambiar un poco de tercio y quería venir a Estados Unidos porque el nivel de investigación aquí es muy bueno. Así que empecé mis estudios posdoctorales en septiembre de 2019 en la NYU, en un laboratorio del Institute for System Genomics (ISG). Los estudios posdoctorales suelen durar de tres a cinco años más o menos, de modo que este sería mi primer año.

¿En qué se centra su proyecto posdoctoral?

-Nuestro laboratorio trabaja en regulación epigenética, que viene a ser cómo se regulan los genes dentro de un organismo, dentro de una célula, pero sin afectar al ADN propio de las células. Hay mecanismos externos que lo regulan, tanto del medio ambiente como de cambios del propio organismo. En principio, lo que trabajamos en mi laboratorio tiene algo que ver con lo que estudiaba en Pamplona, pero aquí he cambiado y es investigación más básica, lo que hacía allí era más aplicado a oncología. Luego, cuando llegó el COVID-19, todo se paró. Todos los proyectos se pararon y pasamos todos a trabajar en coronavirus.

¿Qué proyecto es el que empezaron a trabajar con la llegada de la pandemia?

-Nosotros empezamos a estudiar el genoma del virus, porque cada vez que el virus se divide queda una huella en su ADN que luego tú eres capaz de trazar hacia atrás y ver la historia de dónde viene el virus. Es como hacer un test de paternidad al virus para ver de dónde viene. Lo que ocurrió en Nueva York fue que en marzo fue el centro de la epidemia mundial y no se sabía muy bien cómo se había llegado hasta ese punto, cómo había sido la transmisión, porque se veía que en la mayoría de casos no había antecedentes de viaje. Entonces, mediante este estudio, lo que hicimos fue analizar casi 900 muestras de pacientes con coronavirus y les hicimos un test para ver su ADN y así poder trazar por dónde podía haber entrado el virus. Así, vimos que el virus ya estaba aquí desde febrero e incluso pensábamos que un poco antes y que hubo muchas vías de entrada. Hemos encontrado hasta 109 variantes del virus de orígenes diferentes y que la mayoría de transmisiones fueron a través de Europa, frente a lo que se creía en un principio de que el virus había llegado a Estados Unidos a través de Asia. El propósito de este estudio es ver qué se hizo, cómo se hizo y cómo se transmite el virus para en un futuro, prevenir que vuelva a pasar.

Se ha publicado un artículo científico sobre este proyecto en fechas recientes.

-Sí, hemos publicado un artículo en la revista Genome Research que es una revista internacional muy prestigiosa en el campo. Justo salió a finales de octubre, pero los datos han sido públicos desde el principio. El objetivo de este estudio no era tanto publicar como siempre es en la ciencia, sino que era más aportar datos a la comunidad científica para intentar entender la situación.

Siempre se habla de que en EEUU la sanidad es mayormente privada, pero, ¿hay investigaciones que se están llevado desde el ámbito público en relación al COVID-19?

-Pues no lo sé, porque la verdad que el sistema público de aquí es muy diferente al de España. Aquí un alto porcentaje de la población tiene un seguro privado porque te viene incluido en el contrato de trabajo. Realmente los hospitales públicos son para personas que tienen una capacidad económica más limitada y están más orientados a la atención primaria que a temas de investigación. Así como en España las universidades públicas tienen laboratorios de investigación muy potentes, aquí suelen ser más los de las universidades privadas y son empresas privadas las que dan financiación. Yo todos los laboratorios que conozco que están llevando a cabo estudios del COVID-19 pertenecen a universidades o centros privados.

¿Se ha establecido alguna red de colaboración en relación a investigaciones covid?

-Bueno, por ejemplo, dentro de la comunidad de estudiantes posdoctorales, que aquí es gigantesca, se ha creado una especie de red donde tienes tanto apoyo psicológico como profesional. Luego también hay una asociación de españoles científicos en los Estados Unidos que también está dando mucho apoyo a todos los que estamos aquí. La verdad es que sí que se ha notado ahora que se ha formado una piña y que recibes el apoyo de más gente. Lo que he visto todos estos meses es que la comunidad científica se ha unido muchísimo en pos de intentar pasar esta situación. Antes, cada uno iba con sus proyectos y sus ideas y ahora se está haciendo mucho más trabajo en grupo. De hecho, el proyecto que acabamos de publicar es un trabajo de 45 investigadores que se puso en común en cuestión de meses, cuando normalmente una colaboración a esa escala tarda años en publicarse. Entonces sí que se está haciendo un gran esfuerzo y la verdad es que es muy interesante y súper enriquecedor formar parte de eso.

¿Cree que esa unión 'gracias a este virus', se va a mantener de alguna manera en la comunidad científica?

-Sí que creo que se mantendrá en el tiempo. Son como pequeñas llamadas de atención también a la comunidad científica de decir: bueno, parémonos un poco a pensar, vamos a juntarnos todos que así va a ser más fácil sacar las cosas adelante.

¿Hay previsión de que se mantenga el foco de la labor investigadora en el coronavirus?

-Sí que es verdad que las últimas publicaciones de becas, ayudas, proyectos están muy enfocadas hacia covid. Pero también hay muchísima gente que tiene cáncer, que tiene enfermedades cardíacas, enfermedades neurodegenerativas y que, aunque ahora mismo el principal de esfuerzo esté orientado al covid, todos estos proyectos no se pueden parar y hay que seguir con ello. Entonces, generalmente lo que está suponiendo a los investigadores es el doble de trabajo. Puede ser que esto se mantenga parte del tiempo, pero yo creo que va a ser transitorio. Quedarán estudios en los que se siga estudiando no solo covid, sino virus respiratorios que puedan tener una patología similar y que habrá que prevenir. De hecho, hay estudios sobre coronavirus que vienen de hace muchos años, donde ya se prevé que esto podría pasar. La investigación que se está llevando a cabo en muchísimos laboratorios es muy necesaria para otros campos y no la podemos dejar de lado solo porque ahora tengamos este problema. Y eso es algo que tenemos claro. Además, no todos los laboratorios son aptos para estudiar coronavirus.

¿Ahora va a seguir en alguna línea de covid o va a volver a su proyecto inicial?

-Ahora mismo después de publicar este artículo, seguimos recogiendo muestras, es decir, haciendo un seguimiento, pero estamos todos otra vez volviendo a los proyectos que teníamos antes. Sí que tenemos en mente alguna idea para empezar un proyecto nuevo de caracterización de esta segunda ola, de dónde viene, cómo viene, de mutaciones del virus, etc. Todo ese tipo de preguntas. Pero hasta que no tengamos financiación, un proyecto sobre la mesa, suficientes muestras y datos, de momento estamos volviendo a los proyectos anteriores.