"La pornografía es la pedagogía de la prostitución; el porno no es ficción, crea realidad también en la era del covid", dice contundente a DEIA la académica Rosa Cobo, quien en su última obra Pornografía, el placer del poder relata una breve historia sobre los orígenes de la pornografía, al tiempo que pretende despertar conciencias y alertar sobre los efectos de su consumo, así como sobre su efectividad a la hora de construir un discurso y un imaginario de violencia misóginos. Además, con este libro, esta luchadora por los derechos de las mujeres, también aspira a visibilizar y advertir sobre la relación directa que existe entre pornografía y prostitución.

Rosa Cobo es profesora de Sociología y directora de la revista Estudios Feministas Atlánticas de la Universidad de A Coruña, donde dirige también diversos cursos de Teoría Feminista, así como másteres en prestigiosos centros del Estado y fuera de él, además de ser autora de numerosas publicaciones sobre género.

La académica es contundente al señalar que la pornografía es una realidad social que impregna la cultura. "Forma parte del entramado institucional y social de todas y cada una de las sociedades del siglo XXI; es un negocio internacional y, al mismo tiempo, fuente inagotable de definiciones sociales sobre la sexualidad, sobre el placer, sobre el poder, la masculinidad y la feminidad, o sobre la mercantilización del cuerpo, entre otras muchas significaciones", explica con vehemencia.

Critica que la pornografía tenga los mismos códigos de venta de producto que la publicidad. "Esta condiciona el comportamientos de los compradores al igual que ocurre con los de la pornografía. Porque quienes en realidad ven porno están adquiriendo sexualidad y poder sobre el cuerpo de las mujeres", sentencia.

La situación de pandemia, que podría habernos hecho reflexionar sobre la situación de este colectivo de mujeres tan vulnerables -la mayoría migrantes y pobres-, no ha servido para ello. "Vivimos en una sociedad de enorme tolerancia social hacia la pornografía y la prostitución: al ser pobres y migrantes es como si ellas no hubieran existido en estos meses tan difíciles; se fabrica una imagen/relato de ellas como insignificantes, irrelevantes", reconoce la profesora de sociología y experta en género. "En esta pandemia, en la que todo el mundo ha estado bastante oculto, la pornografía lo ha estado menos porque, al igual que la prostitución, su consumo es muy alto", subraya esta convencida abolicionista de la prostitución y que aboga por castigar "al putero y apoyar a las mujeres que en su inmensa mayoría están ejerciendo la prostitución por obligación, además en condiciones infrahumanas", resalta Rosa Cobo.

Pero, ¿encarna la pornografía la sexualidad? "El porno se alimenta de la sexualidad; se apropia de la sexualidad como territorio propio. El vínculo entre pornografía y sexualidad es el más evidente", añade. Sin embargo, es consciente y así lo relata en su obra, de la necesidad de huir de todo aquello que parece autoevidente. "La tarea crítico-feminista es no aceptar como incuestionable lo que tiene apariencia de ser natural, porque sigue rutas más sinuosas, aquellas que desvelan relaciones de poder", sostiene la académica.

Rosa es consciente de que la pornografía se alimenta de dos lenguajes culturales entrelazados al mismo tiempo: el del placer y el del poder. Parafraseando a Eva Illouz, "nuestra tarea continúa siendo no confundir placer con poder".

imaginario colectivo

Este sentido, insiste al señalar que se silencia el vínculo entre pornografía y poder para así eludir el análisis del porno como hecho político de poder. "En el imaginario colectivo, la pornografía y la prostitución se nos presentan como hechos morales. Sin embargo, si analizamos el porno solo como realidad moral y negamos cualquier carácter político de poder y dominación, lo que se está haciendo es ocultar su relación con la sociedad del patriarcado y el capitalismo; se está silenciando la colisión existente del porno contra la igualdad", apunta la socióloga y profesora de Teoría Feminista.

La función primaria y primordial de la pornografía es excitar. "En el porno, el tema central es la sexualidad masculina y, sobre todo, el placer del poder, pues los imaginarios que crean muestran relaciones de poder", se lamenta. "Este es el impacto que están recibiendo nuestros adolescentes, la mayoría varones".

Para ella, el discurso del odio y la propuesta de destrucción de lo femenino está en el corazón del imaginario pornográfico. "La violencia es un mecanismo de control y dominio masculino, que en el porno se traduce en penetraciones, golpes, ataduras, asfixias, defecaciones o sellamiento de todos los orificios, entre otras agresiones al cuerpo de las mujeres", explica contundente. "Esto es realmente lo que transmitimos a nuestros jóvenes con el porno abierto en Internet; tendría que estar en cerrado. No puede ser que con un clic un niño de 10 años tenga acceso a estos contenidos; es inadmisible la permisividad social", critica.

Además, explica la socióloga, la característica principal del porno es que no hay más reglas que las masculinas, ni más deseo que el del varón narcisista que usa su superioridad para satisfacer sus deseos compulsivos de poder.

"Los relatos pornográficos muestran un modelo de sexualidad que exalta la desigualdad y la violencia. En la pornografía mainstream se concentran todos los elementos imaginables e inimaginables que componen la violencia patriarcal. Una característica central de la actual pornografía es mostrar el abismo que separa a quien ejecuta la violencia de la vulnerabilidad extrema de quien es objeto de ella, ya que las prácticas masculinas cada vez son más sádicas y tienen más connotaciones de control y poder, con cada vez mayor exigencia de sumisión a las mujeres; los varones extraen su placer de la vulnerabilidad femenina y esta es proporcional al grado de poder sobre ellas", recalca tras cientos de horas de estudio sobre la pornografía/prostitución, que son tan admitidas, asumidas y toleradas en nuestra sociedad, incluso por algunos colectivos de mujeres, "aunque afortunadamente los menos".

achicar espacios

¿Qué podemos hacer para achicar espacios a la pornografía en el camino a eliminarla del todo? "Entre otras cosas luchar para que no sea accesible en internet para nadie; no debe de estar en abierto", insiste en señalar. Por otro lado, considera que es triste que todavía haya mujeres que compren el discurso machista, "por ello, cuando se interesan por lo que ocurre tras participar en alguna conferencia, muchas se muestran horrorizadas por el contenido; no eran conscientes del grado de humillación al que se las somete y se convierten en firmes defensoras de su erradicación, al igual que de la prostitución. Se dan cuenta de que los relatos pornográficos se asientan sobre la jerarquía patriarcal", sentencia la socióloga.

"Soy abolicionista total; abogo por políticas que castiguen al putero y apoyen a las mujeres que padecen la prostitución"

"No puede ser que un niño de 10 años con un simple clic acceda al porno; hay que sacarlo de Internet"

Profesora de Sociología y Género