Pese a las nuevas restricciones que dio a conocer ayer la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, los bilbainos no dudaron ayer en echarse a la calle aprovechando el buen tiempo. De hecho, a media tarde, la Gran Vía presentaba una imagen poco habitual en estos tiempos de crisis sanitaria. Estaba repleta de viandantes que paseaban y consumían al mismo tiempo en comercios de la ciudad. Sin ir más lejos, una dependienta de El Corte Inglés aseguró a este periódico que fue "una tarde de locos". "No hemos parado en todo el día", apuntó asombrada.No obstante, a la ciudadanía de a pie no le sorprende ver aglomeraciones. "Vemos que las normas no se están respetando en ningún lado. Los centros comerciales están llenos, al igual que los transportes públicos y bares", exponían Javier Plaza y Jone García. La relajación puede que haya sido uno de los grandes motivos por los que se haya disparado el número de contagios y el anuncio de las nuevas novedades son, en opinión de algunos, "algo blandas". "Me esperaba algo peor y que nos iban a poner horarios como los que teníamos en las diferentes fases", reconoce Iván Rodríguez, mientras paseaba por el Casco Viejo bilbaino. Este también fue testigo de las aglomeraciones en diferentes puntos no solo de Bilbao, sino de Euskadi. "Hace poco estuve en Donostia capital y pasaba más de lo mismo. Parece que la gente no es consciente de la gravedad de la enfermedad. Por suerte no nos confinan, pero espero que esto sea un toque de atención y nos pongamos todos las pilas", dijo tajante.

Entre las restricciones que se implantarán en los próximos días se encuentra el límite de aforo que se reduce al 50% y nuevamente, los pequeños establecimientos y el sector hostelero vuelven a ser los mayores perjudicados. Preguntados por cómo les afectará este cambio tras las continuas medidas que les impide trabajar como en la antigua normalidad, muchos de ellos contestan que se están acostumbrando a los cambios, aunque camareros del Café Bar Bilbao achacan el cambio de tendencia al puente de El Pilar. "Muchos hicieron escapadas, cada comunidad tiene sus normas, nadie respeta las normas...", expusieron. Este local se encuentra en la Plaza Nueva de Bilbao y, por suerte, es amplio, no como el Argoitia, que se encuentra en la misma zona. Sin embargo, el espacio no supone ningún problema para Karmele y su madre, que ayer se encontraban atendiendo a la clientela. "Preferimos perder dinero a hacer las cosas mal", decían. "Siempre que las normas se cumplan y sean para que logremos vencer al virus serán bienvenidas", comentaron.

No obstante, opinaron que los límites de aforo deberían ampliarse también, por ejemplo, al transporte público. "Siguen diciendo que somos un foco de infección. Aquí tenemos todas las mesas con el distanciamiento requerido, desinfectamos, tenemos a la clientela al aire libre mientras que en el autobús o en el metro no sucede lo mismo. Las medidas tienen que ser iguales para todos", defendió Karmele.

La hostelería afronta grandes pérdidas desde que se decretó el estado de alarma. Muchos bares y restaurantes de la ciudad han apagado sus luces para no volverlas a encender más. Son muchos gastos y ahora les queda saber cómo sucederá todo cuando la lluvia vuelva y no puedan disponer de la terraza. "Nadie puede beber de pie y si solo podemos tener la mitad del aforo será difícil sobrevivir", comentó la madre de Karmele.

Los comercios se acostumbran

Siete meses después el coronavirus sigue sin darnos una tregua. Cuando pensábamos que habíamos logrado contener la curva un giro inesperado vuelve a avisarnos de que debemos hacer las cosas, tal y como recomiendan los expertos. Así lo hacen los pequeños comercios de la villa que cada día luchan por sobrevivir. Las grandes cadenas no lo tienen tan difícil porque cuentan con grandes superficies, pero en estos duros meses también hemos visto como la firma catalana Desigual se despedía de la Gran Vía bilbaina.

José Ramón, dueño de las tiendas Khala accesorios de Bilbao, seguía ayer al pie de cañón en su pequeño establecimiento del Casco Viejo y no piensa en echar la persiana. Vende todo tipo de complementos y con motivo del coronavirus han incorporado un sinfín de mascarillas para todos los gustos. "En mi tienda se han acostumbrado a esperar. Además, suele ser algo dinámico de entrar y comprar, así que tampoco tienen que esperar mucho. También estamos viendo colas en todos los lados y ya nos hemos acostumbrado a que tiene que ser así", señaló. En su tienda solo entran dos personas aunque no sabe si es lo correcto. "Hay dos pasillos y se mantiene la distancia correctamente", expuso.

El anuncio de las nuevas medidas generaron todo tipo de opiniones. Aunque no presenten grandes variaciones con respecto a las existentes, todos están de acuerdo en que habrá que acatarlas como es debido para que las navidades, que están a la vuelta de la esquina, se celebren, dentro de lo que cabe, de la manera más normal posible.