coronavirus estructura demográfica esperanza de vidaDentro de unos meses veremos un bajón en la natalidad

“El covid va a tener un efecto en la natalidad, pero creo que la intensidad depende mucho de dos cuestiones: de cuánto se alargue esto y de la respuesta social que se dé a la crisis”, adelanta Unai Martín. El experto considera que el efecto de la pandemia en las cifras e índices de mortalidad “es más incierto”, porque aunque ha habido un exceso de fallecimientos sobre las cifras normales “ha sido algo muy concentrado en el tiempo”. “Si esto acabara ahí -señala el doctor en Sociología en referencia a las fechas en las que se registraban cifras muy altas de fallecidos debidas al virus-, el covid no sería una de las mayores causas de mortalidad”.

Por la parte que hace referencia al crecimiento de la población, las cifras de natalidad en Euskadi llevan muchos años en niveles bajos. Según las estadísticas del Eustat, desde 1975 se aprecia un descenso prácticamente regular y constante del índice sintético de fecundidad y una subida de la edad media de la maternidad, un aspecto que incide en la posibilidad de tener hijos y en el número de los que tiene cada mujer. Los datos estadísticos también muestran que desde 2010 la tasa de natalidad -la relación media entre el número total de nacimientos habidos en un año y la población media, por 1.000 habitantes- se ha reducido en 2,7 puntos, pasando de 9,7 nacimientos por cada mil habitantes en 2010 a siete nacidos por cada mil habitantes en 2019.

Tras afirmar categórico que “no es época para tener hijos”, Unai Martín explica que “el problema de la natalidad en Euskadi es que hoy en día la gente no puede tener los hijos que desea. Hay una diferencia entre el número de hijos deseado y el número que se ha tenido al final de la vida fértil, porque vivimos en una sociedad que no pone fácil la reproducción de la vida”. Y añade que las crisis económicas, como la que comenzó en 2008 y la que está dejando el coronavirus, tienen reflejo en la natalidad debido a la reacción de la sociedad ante la situación. “La crisis de 2008 tuvo un efecto clarísimo sobre la natalidad en España, que no tuvo en Euskadi, posiblemente porque las consecuencias de la crisis y las respuestas políticas fueron muy diferentes. Está claro que todo esto del covid, sobre todo si se alarga en el tiempo, va a tener un efecto importante sobre la natalidad. Y no, como dicen algunos, generando un baby boom por el confinamiento. Eso no va a pasar porque todos sabemos que hoy en día la natalidad es decidida, no es consecuencia de un apagón o de una victoria del Athletic. Es una cuestión decidida, pensada y planificada”, explica el profesor de la UPV/EHU.

“Esta crisis, no tanto por los contagios y la parte sanitaria, sino por lo que pueda suponer de unas peores condiciones en las expectativas de vida de las personas jóvenes, hará que muchas personas tiendan a retrasar más su fecundidad, porque a nadie le apetece tener hijos en contextos como este”, asegura Unai Martín.

Ayudas a la natalidad

La solución que propone Martín para que la baja tasa de natalidad de Euskadi no se reduzca aún más en esta crisis pasa por las políticas de apoyo. “Si consideramos que hay que proteger a las personas en edad de tener hijos y ayudarles para que los tengan, no tanto dándoles un cheque-bebe, sino haciendo que las condiciones de vida no sean más precarias de lo que ya son, pues probablemente la crisis por el covid no tenga efectos negativos. Porque no creo que las personas no tengan hijos porque no quieren, sino porque están en unas condiciones percibidas que no consideran adecuadas. Si ahora el paro aumenta, si la precariedad laboral aumenta, si las personas no pueden salir de casa de sus padres o lo hacen más tarde… todo eso tendrá efectos en la natalidad, sin duda”, afirma el experto en evolución demográfica.

Por otro lado, la pandemia de coronavirus, al subir repentina y notablemente la mortalidad, ha hecho bajar la esperanza de vida de los ciudadanos del Estado español. Esta esperanza de vida al nacer se ha reducido en 0,8 años, algo más de nueve meses, como media en el Estado español, tanto para hombres como para mujeres, después de haber alcanzado un máximo histórico de 83,6 años (80,9 años en los hombres y 86,2 en las mujeres). En Euskadi la reducción ha sido de 0,5 años para los hombres y 0,8 para las mujeres.

En opinión de Unai Martín, “es pronto para comprobar los verdaderos efectos de la pandemia en la esperanza de vida”, y la reducción registrada, como consecuencia de la alta letalidad del virus en los primeros meses, “por ahora es pequeña”. “La pregunta -añade el doctor en Sociología- es qué va a pasar a partir de ahora, porque si el virus desapareciera o no se comportara igual, podríamos afirmar que parte de esa mortalidad que se ha producido, debido a la elevada edad de la mayoría de los fallecidos, es mortalidad que se iba a producir en los próximos meses, con lo que las cifras se compensarían. Una hipótesis que se baraja es que si la pandemia se para pronto, gran parte de esa mortalidad extra que hemos tenido será mortalidad que no tendremos luego. Ese es un escenario. Otro es que la mortalidad causada por el covid no va a ser solo la del covid. Habrá una mayor mortalidad derivada de las consecuencias que el covid va a tener en muchos ámbitos. Ya hay quienes hablan de una mortalidad añadida por otras causas, por situaciones que no van a poder gestionarse bien, ya que si el sistema sanitario está dedicado al covid es probable que suba la mortalidad. Y también falta saber si en las siguientes oleadas el coronavirus seguirá teniendo la misma letalidad”.

Otra característica demográfica de Euskadi de la que se habla mucho es el envejecimiento de su población. Según los datos del Eustat y Eurostat, Euskadi es la segunda zona de la Unión Europea con la mayor tasa de población mayor de 65 años, un grupo social que representa el 22,2% del total de habitantes. Un porcentaje que solo supera Italia con un 22,8%, y que es superior a la media estatal del 19,4%. En cuanto a la pirámide de edad, Euskadi registra un índice de envejecimiento del 154,05%, superior al estatal del 125,79%, lo que supone que en el País Vasco ya se contabilizan 154 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16.

Relevo generacional

Preguntado por las consecuencias que podría tener la pandemia sobre esa amplia franja de edad formada por los mayores de 65 años, Unai Martín recalca que “puesto que tendemos a pensar que si hay más mortalidad, lo más esperable es que sea de personas mayores, tal vez este sea el escenario que algunos plantean cuando dicen que hay que evitar el envejecimiento, porque la única manera de acabar con el envejecimiento es que las personas mayores se mueran. Tristemente, puede que lleguemos al verano demográfico del que hablan algunos, ese en el que no hay personas mayores”. Una situación que Martín considera “muy negativa”.

La inmigración, que en los últimos años ha sido el factor que ha contrarrestado el saldo vegetativo negativo de Euskadi y ha facilitado el aumento de población, podría ser otro de los elementos alterados por la pandemia. “En este contexto tendemos a pensar que los flujos migratorios han parado, pero ni mucho menos”, adelanta el profesor de la UPV/EHU. “Hasta ahora Euskadi era una sociedad receptora de emigrantes, pero dentro de un año no sé cómo vamos a estar. No sé si vamos a seguir siendo una sociedad atractiva para la migración, porque hemos llegado a escenarios desconocidos”, añade Unai Martín. Sin embargo, el experto considera que los factores estructurales de Euskadi que propician la inmigración no van a cambiar a corto plazo. “Euskadi -explica Martín- tiene una estructura demográfica cuyo verdadero reto no es que se jubile mucha gente o que haya muchas personas mayores, sino que hay pocas personas en edad de incorporarse al mercado laboral. De hecho la natalidad en estos años ha bajado no tanto porque la gente tenga menos hijos, sino porque los que están teniendo hijos, que son los mismos que se incorporan al mercado laboral, son menos que en épocas pasadas. La generación en fase reproductiva es menor en número que la de hace algunos años. 1994 fue el año de menor fecundidad en Euskadi, solo había 0,9 hijos por mujer. Eso es una pasada”.

“Esa situación estructural es la que hace previsible que en los próximos años sigan llegando migrantes. Muy mal le tiene que ir a Euskadi si no necesita flujos migratorios para ocupar la estructura laboral que las personas de aquí no pueden cubrir. Esto yo lo decía antes del covid y pienso que sigue siendo válido. En circunstancias normales tendríamos que seguir siendo una sociedad receptora de migrantes... Aunque ahora hacer predicciones es complicado”, concluye Unai Martín.

En Euskadi la cifra total de nacimientos se ha reducido desde los 21.159 registrados en 2010 a los 15.418 del año pasado, 5.741 menos, después de siete rebajas anuales y tan solo dos pequeños repuntes en 2011 y 2015. En 1985 la tasa vasca de natalidad perdió los dos dígitos, al pasar de los 10,4 nacimientos por cada mil habitantes registrados en 1984 a los 9,8 del año siguiente. Ahora se sitúa en 7.

El indice sintético de fecundidad en la CAV se situaba en 2,67 en 1975 y fue bajando -1,81 en 1980; 0,92 en 1995- durante veinte años. Entre 2000 y 2015 subió hasta 1,35, pero en 2016 y 2017 volvió a contraerse. El último dato del Eustat sitúa este índice en 1,3, que sería el número de hijos que tendrían las mujeres de Euskadi de seguir los parámetros de fecundidad del momento. La edad media de la maternidad de las vascas ha subido hasta 33 años en 2018.

Según una proyección del INE anterior a la pandemia, en 2068 podría haber en España más de 14 millones de mayores, el 29,4% de la población. Los incrementos más importantes se registrarán en 2030 y 2040, con la llegada a la vejez de la generación del ‘baby boom’. Euskadi registra un índice de envejecimiento del 154,05%, superior al estatal del 125,79%, lo que supone que hay 154 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16.

La elevada mortalidad causada por el coronavirus en los primeros meses ha rebajado la esperanza de vida de los ciudadanos

El comportamiento futuro de los flujos migratorios es otra de las incógnitas vinculadas a los datos de población y actividad