Sin las avalanchas previstas, la llegada de los veraneantes vizcainos a la comunidad limítrofe está siendo escalonada después de que el viernes el lehendakari Iñigo Urkullu y el presidente cántabro Miguel Ángel Revilla escenificaran la recuperación de flujos humanos y comerciales. Durante el primer fin de semana de la nueva normalidad, acompañado por el buen tiempo, fueron numerosos los vizcainos que cruzaron la muga con Cantabria para pasar el día en la tierruca, lugar de segunda residencia para otros tantos. Sin embargo, la llamada a la responsabilidad realizada por los dirigentes en Kobaron surtió efecto: muchos han optado por retrasar su llegada a Cantabria."Apenas hemos notado tráfico", revelaban Ibai Agirrregomoskorta y Fátima Fernández-Gil, llegados a Castro desde Barakaldo para pasar el día en la localidad cántabra. A escasa distancia, Ernesto Díaz, un trabajador de la patrulla de playas -una figura creada expresamente este verano- repartía indicaciones para hacer uso del solarium del muelle Don Luis, donde el aforo es de 500 personas. "Cuando el aforo se llena hay que cerrar el acceso, también a la playa de Brazomar, donde entran 3.000 personas con marea baja", revelaba este trabajador municipal que percibió más gente que el fin de semana anterior. A la salida del muelle, Cristina Martínez, de Castro "de toda la vida", se mostró encantada con la llegada de los vizcainos: "Me parece estupendo que lleguen".

En los locales de hostelería de la zona exteriorizaban la misma predisposición. "Creo que se va a trabajar muy bien", auguró Roberto Berastain, gerente del Café Bar Bristol, donde expuso que el Ayuntamiento les ha permitido ampliar la terraza durante el estado de alarma, una medida que se va a extender a todo el verano.

"La gente ha venido con ganas de gastar, de comer paella y disfrutar", reveló el hostelero. En el mismo paseo, Peru Zaballa, propietario del bar Continental, corroboraba que no ha habido "esa avalancha que se esperaba" y apelaba al respeto de las indicaciones sanitarias: "Deseamos que no haya ningún rebrote, porque nos llevaría a la ruina".

Paseo Marítimo de Laredo

La circulación de vehículos en la autopista A-8, que comunica Bizkaia con Cantabria, fue fluida durante toda la jornada, sin atascos ni problemas, tras restablecerse la movilidad sin restricciones el día anterior. "Hemos ido por la carretera vieja, pero nos ha sorprendido que no hubiera tráfico", aseveraban Luis y María Jesús de la Granja y Juan José Calvo, bilbainos que se acercaron al paseo marítimo de Laredo. "El vizcaino donde va, gasta. Digan lo que digan", exponían estos motoristas, cuya intención era pasar la mañana en Cantabria y volver al botxo a ver el partido del Athletic. Excursionistas habituales en la zona, se mostraron sorprendidos por el espacio libre en el arenal La Salvé. "Aquí no hace falta poner cuadrículas, contrastan todos los coches que están aparcados con la gente que hay en la playa", consideraron.

Nilda Trueba, oriunda de Laredo aunque casada a Bilbao, paseaba junto a su hijo Gorka Abasolo después de no haber pisado Laredo desde septiembre. "De momento no hay mucha gente, pero suele ser así. El mes de junio la gente aún no está de vacaciones, hasta el 15 de julio no suele haber tanta gente", apuntó. "Muchos han pensado que este fin de semana habría atascos y esperan a la semana siguiente. En Bilbao se oía cómo la gente decía que vendría el martes o el miércoles", exponía a su lado Oihana Arribas, quien consideraba que "cuando no te dejan hacer una cosa parece que quieres hacerla más". Pertrechada de mascarilla, Nilda Trueba señaló que durante el verano el 80% de la población de la localidad es vizcaina, por lo que la zona necesita su llegada. "Todas las fábricas de anchoa están paradas. El negocio es el negocio".

En el restaurante El Pescador, la propietaria Ángela Grande apuntaba que lo primero, incluso antes del negocio, es el respeto a las medidas de seguridad. A este establecimiento, donde han pospuesto las 14 comuniones planeadas este verano, solo se puede acceder con mascarilla. "Discutimos todos los días, antes regalaba las mascarillas pero ahora las vendo a precio de coste", explicó la hostelera, que ha regulado la entrada y la salida al establecimiento. "Hasta ahora hemos notado turismo local, gente de Torrelavega o de la zona de Potes. Y la llegada de vizcainos no ha sido tanto como se esperaba, parece que será más paulatina", consideró.

"La gente de aquí no tiene muchas ganas de que vengamos, por el miedo que hay del coronavirus", aseguraba por su parte Yolanda Gómez, originaria de Laredo, aunque residente en Bilbao. Sentada en una terraza expuso que quienes más acusaban la falta de vizcainos eran los comercios y hosteleros de "más allá de la Plaza Carlos V", donde la mayoría tienen sus segundas residencias. "Aquí la gente está llevando a rajatabla lo del uso de la mascarilla. Nosotros vivimos en Pozas y es una vergüenza, suele estar a tope y nadie la lleva", opinó Yolanda Gómez, que en épocas vacacionales regresa a casa de sus padres junto con su familia. "Tenía muchas ganas de volver, llevaba cuatro meses sin verlos", confesó.