- Reconoce que la crisis económica derivada del coronavirus ha sido un mazazo, por lo inesperado y por su influencia global, aunque evita compararla con la Gran Depresión. Durante estos dos meses, el Departamento de Promoción Económica, con su responsable Ainara Basurko al frente, han mantenido un contacto directo y continuo con el sector, para conocer sus inquietudes y adaptarse a sus necesidades. A pesar de que admite que la recuperación va para largo, incide en que la situación sanitaria será un pilar imprescindible.

¿Cuáles son los últimos datos que manejan sobre esta crisis?

—Bastante crudos: más de 15.000 autónomos y casi 3.400 empresas obligadas a cerrar, en dos meses hemos perdido 10.000 empleos y no sabemos cómo van a evolucionar las 13.500 empresas que están en ERTE con más de 85.000 personas afectadas. La radiografía es desoladora.

¿Quién se ha llevado la peor parte?

—Autónomos y pequeñas empresas; el 86% de ERTE son de empresas de menos de 10 trabajadores.

¿Por sectores?

—Vemos una fuerte incidencia en el comercio, el turismo, la hostelería, las empresas de servicio e incluso las que dan servicio a la industria.

¿Y la propia industria?

—También ha visto ralentizada fuertemente su actividad, sobre todo los sectores de automoción, máquina-herramienta, aeronáutico y algunos de energía. Ha habido empresas que no lo han notado tanto porque tenían cartera, pedidos en marcha, pero hay miedo de cómo van a llegar a fin de año porque ahora se está vendiendo poco. La demanda ha caído mucho y se han roto las cadenas de suministro; empiezan a no llegar productos. Hay mucha incertidumbre.

¿Hemos tocado fondo?

—No; mayo será un mes en el que estos indicadores empeorarán.

Hay quien la compara con la Gran Depresión. ¿Comparte esa lectura?

—Cada crisis tiene sus características diferenciales. Pero no hay ninguna duda de que esta es muy profunda, ha llegado de forma imprevista y es global. Es algo muy distinto y es necesario tomar medidas urgentes.

¿Cómo están capeando la situación las empresas?

—En una primera fase ha habido empresas que han dejado de facturar y su interés se centraba en las líneas de financiación; cómo tramitar asuntos de personal, sea un ERTE o la ayuda extraordinaria para autónomos; y todo el ámbito fiscal. Luego han empezado a aflorar también las problemáticas más concretas, desde el hecho básico de que siguen sin facturar a cómo adaptarse a las nuevas formas de trabajo. Las empresas ya están en esa tensión de recuperar clientes, entrar en nuevos mercados, reposicionarse...

¿Se está dejando a un lado la salud para dar prioridad a la economía en esta desescalada?

—No, para nada. Habrá excepciones, pero hay una conciencia muy fuerte en las empresas de que esto es una crisis sanitaria y lo importante para salir adelante es la salud. Se han movido muchísimo para aplicar los protocolos, para hacerse con material de protección... Ha primado esa conciencia de que tenemos que controlar el virus pero seguir trabajando porque si no, se nos muere la empresa. He visto mucha responsabilidad.

De un parón así, ¿cómo se sale?

—Ha sido un golpe barranco pero la salida será lenta. Tenemos una crisis de demanda en la base: los ciudadanos tendremos menos ingresos, aumentará el ahorro y se aplazarán gastos que teníamos previsto. Va a costar recuperarse, sobre todo en sectores como los de servicios y bienes de consumo.

La economía necesita consumo para reactivarse. ¿Cómo hacerlo si los bolsillos de los propios ciudadanos han perdido capacidad?

—Las instituciones estamos articulando medidas para estimularlo; diferentes planes renove, pensando en la industria, y tenemos previstos bonos en el ámbito del comercio y el turismo. Tenemos que lanzar además mensajes de compromiso con el pequeño comercio que sirvan al menos para no retraer tanto la demanda.

Han diseñado un plan con doce medidas. ¿Cuál es su planteamiento general?

—Es un plan urgente que se activa en mayo con una fecha final de diciembre 2020. Está pensado sobre todo en esas empresas y autónomos que han tenido que cerrar, los que han visto un golpe muy drástico en su facturación, empresas que están en ERTE... Intentamos complementar con eficiencia otras medidas que ya estaban en marcha.

Esas ayudas para autónomos y microempresas no pueden destinarse a refinanciar deuda. ¿No es lo que más necesitan ahora?

—Con los instrumentos y la normativa que tenemos no podemos incidir en esos ámbitos, pero sí apoyarles frente a gastos fijos que pueden tener. Quisiéramos que se utilizara para circulante; es decir, para que sigan actuando: para que paguen a proveedores, por ejemplo, gastos muy relacionados con la actividad. Se trata de reactivar la economía.

Han previsto 15 millones de euros. ¿Serán suficientes?

—Es cierto que no da para todo el público objetivo [7.318 microempresas y más de 50.000 autónomos] pero sí cubrimos un porcentaje importante teniendo en cuenta que no todos van a pedir un préstamo y que algunos ya han solicitado los de Elkargi e ICO. En todo caso, si nos encontráramos ante una demanda abrumadora habrá que plantearse alguna medida.

¿Cómo funcionarán los bonos de consumo y cuándo se pondrán en marcha?

—Todavía no lo tenemos definido. Esto no se resolverá de un día para otro; vamos a tener que mantener el apoyo al consumo durante bastante tiempo. Nos tendremos que coordinar; quizá no sea suficiente sacarlos una sola vez y de aquí a diciembre diferentes instituciones tendremos que sacar bonos en diferentes momentos o juntos, pero dividiéndolo en diferentes momentos.

¿Qué medidas están ya en marcha? ¿Cuáles serán las próximas?

—Las fiscales. Las siguientes, a finales de mayo o principios de junio, van a ser los microcréditos y el programa de reactivación inteligente.

El portal del comercio, ¿tiene fecha ya de puesta en marcha?

—La idea es que en este año se den pasos importantes. Pero con la misma idea que con los bonos: nosotros estamos para dar apoyo al sector, trabajando con las asociaciones de comerciantes. Ya hemos empezado a hablar con ellos.

El plan tiene un horizonte temporal de 31 de diciembre de 2020. Y a partir de ese momento, ¿qué?

—Como institución, de cara al año que viene, nos vamos a encontrar con presupuestos más ajustados. Eso nos va a exigir revisar el plan de legislatura, dónde podemos ser lo más eficientes posibles para ayudar a las empresas a reposicionarse bien y que cojan velocidad. Hay retos que se mantienen, como la innovación o la internacionalización, si queremos seguir siendo competitivos.

¿Han modificado programas o proyectos en el propio departamento? ¿Se ha descartado alguno?

—Sobre todo hemos hecho ajustes presupuestarios. Es verdad que este departamento va a tener más fondos porque muchas de esas doce medidas recaen en nosotros.

¿Sigue adelante el proyecto del Centro de Emprendimiento? ¿En qué situación está?

—Los proyectos estratégicos, que estaban contemplados en Bizkaia Egiten, siguen adelante. Debido a las suspensiones administrativas en temas de contratación todos los proyectos se están retrasando y no podemos gastar dinero que teníamos previsto. Ese dinero se va a dirigir a Bizkaia Aurrera.

¿Cuándo levantará cabeza Bizkaia?

—Estamos ante una crisis sanitaria, que tiene un impacto económico brutal, pero ante todo y sobre todo tenemos que cortar la propagación del virus. Si seguimos esta tendencia, semana a semana se irán ampliando las medidas de movilidad y actividad, y eso adelantará que salgamos del agujero. El miedo que tengo es entrar en un bucle. Las economías desarrolladas, entre las que estamos, necesitaremos un año; tendremos que esperar hasta el último cuatrimestre de 2021 para hablar de cierta recuperación de la actividad económica. La del empleo nos va a llevar más tiempo; el Gobierno vasco sacará pronto nuevas previsiones pero tendrán que pasar tres años para llegar a tasas de paro precovid, inferiores al 10%.

"Esto no se va a arreglar de un día para otro; habrá que mantener durante bastante tiempo el apoyo al consumo"

"Aunque con retraso, los proyectos estratégicos, como la Torre Bizkaia, siguen adelante"