La mayoría de los comerciantes de Bilbao abrió ayer la persiana después de casi dos meses de inactividad. Algunos fueron de avanzadilla la pasada semana con cita previa, pero el grueso del tejido local se enfrentó ayer al primer día en la Fase 1 de la desescalada. La respuesta fue calurosa y alegre. Dos adjetivos que resumen la predisposición de los clientes con los negocios de barrio. “No solo venimos a comprar, también hacemos vida social”, señaló Itsaso que celebró la nueva apertura con algunas compras.

Han realizado cambios sustanciales en sus locales, desde los horarios en algunos casos, hasta mamparas, planchas de ozono para desinfectar, mascarillas para los clientes, probadores sin cortina pero que guardan la privacidad... y otras más para garantizar la seguridad sanitaria. Lo que no han cambiado son las ganas de atender a sus clientes con los que hay una unión que va más allá de la propia compra. Se podía ver ayer en las tiendas que recibían con alegría a los clientes.

La encuesta que realizó Bilbao Dendak para conocer la intención de los comerciantes con respecto a este primer día se cumplió con creces. Tal y como recogían los datos de la asociación, prácticamente el 70% de los comerciantes abrió sus negocios. Incluso en varias calles comerciales de la villa la sensación fue que todos o casi todos los comercios estaban abiertos. Fue el caso de la Gran Vía, donde solo aquellos locales que por sus dimensiones no tenían permitido reabrir ayer presentaban la persiana bajada.

Comercios de ropa, pero también zapaterías, tiendas de jabones, de ropa infantil, de firmas de moda, chocolaterías, camiserías... Todas esas tiendas que hacen realidad la creencia de que el comercio da vida. “Podemos decir que hay cierta alegría en las ventanas”, señaló Iñigo, propietario de un comercio de ropa en la calle Berastegi. Every&Day cuenta con todas las garantías para que sus clientes se sientan seguros. Y la respuesta fue calurosa y en casos como el de María Ángeles, de primera necesidad. “He dejado de fumar y he engordado veinte kilos, así que necesitaba comprarme ropa de forma imperiosa”. A las 11.00 horas ya había hecho su primera adquisición.

Entrar ahora en un comercio no puede resultar más sano y en eso se han afanado los comerciantes que, sin embargo, se quejan de que aún no les ha llegado ningún tipo de ayuda para adecuar sus locales. “Creo que en Bilbao en este sentido la respuesta está tardando más que en los municipios vecinos”.

Cada local es un mundo, así que no funcionan todos por igual. En una tienda de jabones de la Gran Vía sus empleadas anuncian que las compras hay que realizarlas on line, para luego recoger los pedidos en el comercio. “Si un cliente sabe exactamente lo que quiere puede comprar directamente en la tienda, pero no puede tocar nada”. Itsaso, Rita y Sara ya tenían ganas de volver a atender a la clientela: “Muchas nos han llamado durante este periodo de confinamiento”, revelan.

En la Zapatería Kanala, Elisa también quiso darse un capricho. A punto de celebrar su cumpleaños salió con unas nuevas sandalias que le subieron el ánimo. Y en Brownie, en la calle Ercilla, el local de moda juvenil se les está haciendo grande. El sábado trabajaron con cita previa cada veinte minutos y diez más para desinfectar entre cliente y cliente. “No paramos en todo el día y nos lleva más tiempo tenerlo todo a punto”. Lo cierto es que la nueva forma de comprar, controlando los aforos y cumpliendo con las medidas de seguridad, supone un trabajo añadido para unos comerciantes que están dispuestos a ganarse la confianza de su clientela para que no tengan ningún reparo a la hora de acudir a sus establecimientos. “Día a día esperamos ganar de nuevo nuestro espacio”, señalaron.