Una de las cosas que más echa en falta son los abrazos y caminar. “El contacto virtual es un poco frío”, dice la presidenta de la Acambi, Maite Elorriaga. Sin embargo, espera que todo pase pronto, pero asegura que “hay que tener calma”.

¿Qué tal está?

—Bien, creo que a todo te acostumbras. Para mí lo más duro es no tener contacto físico, el contacto virtual y telefónico creo que es muy frío. Me gusta dar abrazos y que me los den, pero hay que tener calma.

¿Tiene alguna rutina?

—Sí, intento llevarla a cabo a diario porque para mí es fundamental, si no me volvería loca. Anímicamente y físicamente me viene bien.

Además, es grupo de riesgo.

—Sí, las consultas que tenía me las han hecho por teléfono y otras me las han cancelado. Mi marido también es de riesgo así que antes de que se decretara el estado de alarma nosotros ya nos confinamos.

¿Suele salir de casa?

—Una vez a la semana, cuando se me termina la fruta. Voy a la frutería que está pegada a mi portal, así que tampoco me muevo mucho. El resto lo hago por internet o alguno de mis hijos viene a traerme cosas. Me lo dejan en la puerta, tocan el timbre y se marchan a la otra punta del descansillo.

Supongo que será duro.

—Sí, sobre todo porque no les puedo abrazar, pero por lo menos nos vemos, hablamos un ratito y se van. Después cargo pilas con la videollamada de mis nietos por la tarde.

¿Cómo es su día a día?

—Te digo desde ya que no me ha dado por la repostería (risas). Por las mañanas suelo hacer una hora de ejercicio porque echo mucho en falta caminar y después de comer suelo hacer un ratito de relajación.

¿Cómo cree que será la sociedad?

—Con las cosas que estoy viendo sí que veo una parte solidaria, por toda la gente que se está volcando y que se arriesga por ayudar a los demás y eso es algo muy gratificante. Pero después veo las cosas que salen en los medios como la pintada que le hicieron en el coche a una doctora o los carteles que algunos vecinos dejan en el portal a los trabajadores de sanidad o de supermercado y no lo entiendo. Creo que no será una sociedad como antes; habrá una parte que salga de esto más reforzada y solidaria, pero otra parte que no. Hay a veces que se nos olvida lo que hemos pasado y volvemos a las andadas.

Acambi sigue en funcionamiento.

—Sí. Seguimos atendiendo telefónicamente a las socias y a las personas que les acaban de diagnosticar cáncer. Es muy duro cuando te diagnostican de un cáncer, pero si lo hacen en un confinamiento... la angustia es doble.

Una de vuestras citas anuales es la carrera solidaria.

—Iba a ser el 4 de octubre pero es inviable que 10.000 personas se concentren, aunque sea al aire libre y en un espacio de tiempo pequeño. Estamos barajando distintas posibilidades para recordar a la sociedad que seguimos aquí trabajando.

La recaudación igual es inferior.

—Sí, pero lo que venga será bienvenido. Todos los fondos iban al proyecto de la doctora Vivanco, y si no cuenta con la aportación será duro. Pero tenemos varias opciones en la cabeza para poder ayudarle aportando la solidaridad de la sociedad.

“Mantengo una rutina diaria porque tanto física como mentalmente me viene bien. Hago ejercicio y relajación”

“Es inviable que se celebre el 4 de octubre la carrera con 10.000 personas y estamos buscando otras opciones”