Los niños son los vectores más propagadores de los virus. Cuando hay gripe, si los críos estuvieran vacunados, disminuiría la mortalidad un 10%. Se contagian entre ellos en el cole, van a casa y contagian a la familia... Además, en los virus respiratorios, a veces no tienen apenas clínica. El riesgo que presentan es que pueden padecer muy levemente la enfermedad y la pueden transmitir muy fácilmente.

Se ha anunciado que podrán salir menores de hasta 12 años. ¿Quiénes son los vectores de transmisión más potentes? ¿Los niños mayores o los pequeños?

—Es más fácil que contagien los pequeños, porque cuanto mayor es, si se pone enfermo se nota más, está peor y no va a ir por la calle si se encuentra fatal. En el caso de los más pequeñitos, pueden andar pululando por ahí con mocos y con catarro, como están muchas veces. Cuanto más chiquitines, más fácil que contagien sin darse cuenta porque la enfermedad es más leve y son más asintomáticos.

¿Y cómo se hace para que un chaval mantenga la distancia social?

—Al final es una cuestión de que los padres controlen, tengan autoridad y sepan lo qué hay que hacer. La gente debe tener el mensaje muy claro porque como no sea así, parece que pueden salir todos a la calle y quedarse dos horas. Deben saber que si sacan los niños es porque lo necesitan para dar una vuelta y tomar el aire pero con cuidado, porque son los mayores transmisores del virus. No es para pararse a hablar con nadie, ni salir con la bici ni ponerse a jugar en el parque con otros críos.

Salir con todas las precauciones.

—Por supuesto. Hasta que no esté meridianamente claro que mejora la situación del coronavirus y que cada vez hay menos posibilidad de contagio, hay que tener un gran respeto por toda la gente que está peleando, por los mayores y por los sanitarios que están ahí dando la cara, en primera línea. Por eso, los demás debemos tener cuidado y no hacer lo que nos apetezca. Parece que ahora hay más UCI libres, y que se avanza en tratamientos... pero no sabemos de aquí a seis meses qué vida vamos a llevar. Es necesario dar los pasos bien y con mucho cuidado.

¿Los más pequeños de la casa deben salir siempre con una mascarilla puesta?

—Si por llevar la mascarilla van a hacer lo que les dé la gana, prefiero que salgan sin ella, que vayan de la mano y que su padre o su madre los controle. Al final, la mascarilla no debe dar lugar a la relajación de una falsa protección. Es más importante la capacidad que tiene el que va contigo de decir lo que puede o no puede hacer. Se puede dar una vuelta, airearse un poco y, luego, volver a casa. Siempre manteniendo las precauciones necesarias: estar a dos metros de cualquiera, no pararse a hablar etcétera. Sobre todo, hasta que no mejore la crisis sanitaria.

La decisión de desconfinar a los más pequeños puede ser también reversible en función de la evolución de la pandemia.

—Sí, es como el dicho, no sueltes un pie hasta que hayas posado el anterior. Hay que dar pasos firmes, comprobando el resultado. Por eso es importante que a los padres no se les vayan de la mano los chavales, porque los aitas deben ser capaces de controlar y calmar, tanto en casa como en la calle.

Usted era receloso a permitir que salieran, consideraba que no pasaba nada porque continuaran dos semanas más en casa.

—Es que cuando se abre un poco la mano del confinamiento, se puede descontrolar. Por ejemplo, desde que se permitió salir a trabajar a más sectores, ya se comprobó que en la calle pululaba más gente de la cuenta.

¿Se sabe por qué a los niños les afecta menos este virus?

—Se están haciendo muchas hipótesis de fisiopatología y de respuesta inmune, pero con exactitud no se sabe. Los virus suelen tener afinidad por algo. Por ejemplo, en noviembre el virus de la bronquiolitis afecta más a los bebés, que lo pasan fatal, y a sus alvéolos. Luego hay otros virus que tienen otro tipo de afinidades porque cada uno ataca de forma distinta.

¿El aislamiento afecta físicamente a los más pequeños?

Los niños son los que mejor se adaptan. Enseguida encuentran las oportunidades y aprenden de todo. Ellos lo que necesitan es alguien fuerte a su lado, fuerte en el sentido de alguien que no deja que se desborden las cosas, que templa y que calma. Y es una buena oportunidad para estar y para educar. Los chavales, depende de cómo vean a sus padres, así se encuentran. Salvo los autistas, a los que no puedes calmar porque no conectan, muchos niños están muy bien en casa ahora.

¿Hay alguna edad más complicada a la que le cueste más?

—Nosotros por naturaleza somos movimiento. Cuanto más pequeño eres, más te quieres mover. La edad más peleona es la de aquellos a los que es más difícil explicarles la situación. Y luego viene la capacidad de preguntar que tienen los más mayores, porque deben digerir lo que intuyen y lo que ven. Y para eso está muy bien que estén los padres al lado y puedan contestar a esas preguntas.

¿Se respetan los calendarios de vacunación y las revisiones pediátricas?

—Yo, de momento, he retrasado las vacunas por la recomendación de no salir, de no ir al ambulatorio... sabiendo que, por un poquito tiempo más, no importa. Los que más necesidad tienen ahora son los recién nacidos. Por eso, ya tenemos que ir organizando el empezar a verles de forma que en la consulta no se crucen con nadie.